Entrenarse a vivir en sencillez para vivir todos

Lc 21, 25-28; 34-36

Imagen de Toàn Nguyễn en Pixabay

0. TEXTO (leed el texto completo)

“Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones estarán confusas y angustiadas (…). Cuando empiecen a suceder estas cosas, animaos y levantad la cabeza, porque muy pronto seréis liberados.”

“Tened cuidado y no dejéis que vuestro corazón se endurezca por los vicios, las borracheras y las preocupaciones de esta vida, para que aquel día no caiga de pronto sobre vosotros como una trampa; porque así vendrá sobre todos los habitantes de la tierra.  

Permaneced vigilantes, orando en todo tiempo para que podáis escapar de todas esas cosas que van a suceder, y para que podáis presentaros delante del Hijo del hombre.”

1. UN COMENTARIO DEL TEXTO

La sociedad que nos envuelve es una sociedad de consumo. Desea aumentar la capacidad de consumo de sus miembros, evidentemente de los “más suyos” y por supuesto produciendo sin medida. Y esto lo dicen, incluso, las personas más humanistas. Pero entonces ¿dónde queda el cuidado de la casa común, una casa de recursos escasos? Una casa donde los países ricos consumimos 2,5 veces por encima de lo que nos corresponde, con lo cual, o nos comemos lo de los demás o nos comemos el futuro de las generaciones venideras, acompañado de cambio climático.

¿Cómo vivir una navidad cristiana, cuidando la casa común y las relaciones de fraternidad, conectados con el Dios Abba, de la Vida y de la familia humana? No podemos “ser del mundo”, entrando en el juego de las luces de colores, fiestas, cotillones, regalos, ruidos, gastos etc. Con eso, muchas veces, queremos ahogar con regalos la soledad o la falta de cariño o el fracaso afectivo que vivimos. Para muchos, la navidad es un tiempo difícil de llevar porque es un tiempo de la ternura, de la confianza, de la convivencia, del cariño verdadero y de eso estamos escasos.

Hay muchas alternativas donde podamos acordarnos de los demás, prácticamente sin gastar, y con mayor efecto: una visita gratuita, con tiempo y con buena cara, a alguien lejano que le tengo abandonado y me necesita; una visita al hospital, algún amigo-a que está en prisión o en la prisión de su soledad, alguien con quien hacer las paces después de tiempo. Sumarme a alguna campaña a favor de los sin techo, a favor de la paz, etc.

2. HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente: ver, oír, gustar…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Nos situamos con Jesús y los Doce, como si presente me hallase, en la zona del Templo de Jerusalén donde enseñaban los Maestros. Y Jesús, ante las calamidades de las que se hablaba en el ambiente, les resitúa: “Cuando empiecen a suceder estas cosas, animaos y levantad la cabeza, porque muy pronto seréis liberados”… En la peor de las situaciones, Dios sigue salvando… Me tomo mi tiempo…Saboreo la esperanza… ¿Cómo me siento?…

Sigo escuchando a Jesús que nos llama a trabajar nuestra conducta: “Tened cuidado y no dejéis que vuestro corazón se endurezca por los vicios, las borracheras y las preocupaciones de esta vida”…

Además, “los gobiernos no hacen nada… Cada cual va a lo suyo… Todos son iguales…”  Pido que no me deje llevar por mis justificaciones, mis miedos y mi pereza, echando la culpa a los demás para seguir haciendo mi vida… Me tomo mi tiempo…

También, con los Doce, comentamos: ¿a ver si metidos en este mundo de extremismos, con tantos debates descalificatorios, no se endurece nuestro corazón y perdemos la frescura y la ternura y nos volvemos impasibles e inmisericordes?… Jesús: “¿no será que, a quienes no están de acuerdo con vuestros planteamientos, les empezáis a tratar como enemigos a batir y no como hermanos con quienes contrastar y dialogar?”… Me tomo mi tiempo.

4. JESÚS Y YO

Jesús va mirando, va posando la mirada sobre mí y me comenta: “Permaneced vigilantes, orando en todo tiempo para que podáis escapar de todas esas cosas que van a suceder”. Continua: “Permaneced vigilantes en esta sociedad que funciona creando desigualdad… Donde el sobrepeso de las personas del norte corresponde al hambre de los del sur, y donde el estrés y la depresión de los del norte es la angustia por sobrevivir el día a día de los habitantes del sur”. Medito con vergüenza sus palabras…

Le pregunto a Jesús: “cómo permanecer vigilantes en una sociedad que busca la felicidad, pero sólo intenta encontrarla, sobre todo, por la diversión y el placer”… “cómo darnos cuenta que, así, lo único que se consigue es soledad que proviene del egoísmo que lleva a la ansiedad y al vacío… y que para disfrutar hay que seguirlo llenando con estímulos cada vez mayores, puros engaños”…

Le pido poder vivir, así, este tiempo de adviento, con sencillez, con verdad. Un adviento conectado con la Vida del que nace “donde le demos posada”, y que llena nuestras vidas de verdadera alegría, la alegría de salir de nosotros mismos, y de vivir una felicidad distinta, real, sencilla, al estilo del establo de Belén, donde el amor lo cambia todo… Así escapamos de ese vivir que se lleva y que deshumaniza…

5. Vamos terminando la oración con un COLOQUIO con Jesús

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos; de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … Suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Y termino escribiendo lo vivido, para que me ayude a fijarlo en mi vida.

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