Sanados para servir

Mc 1, 29-39

 

0. TEXTO 

La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre. Se lo dijeron a Jesús, y él se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Al momento se le quitó la fiebre y se puso a atenderlos.
De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y salió de la ciudad para ir a orar a un lugar apartado. Simón y sus compañeros fueron en busca de Jesús, y cuando lo encontraron le dijeron: Todos te están buscando. Él les contestó: Vayamos a otros lugares cercanos a anunciar también allí el mensaje…

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Este texto tiene que ver con una jornada modelo de Jesús. Qué hace durante un día. Cura, ora y anuncia el mensaje. Cura a la suegra de Pedro. La fiebre la deja prostrada… Jesús no pronuncia palabra, la toma de la mano y la levanta. Ella se pone a servirles. La curación lleva al servicio. Curó a muchos. Es bueno situarse en la sanidad de aquel tiempo. Incluso hoy en muchos lugares, cada tantos miles de habitantes hay un médico. ¿Quién se puede pagar una cama en un hospital allí donde no hay seguridad social? Pues 2000 años atrás, que no había apenas médicos ni mucho menos hospitales, si se contraía una enfermedad, o bien se tenía suficientes recursos inmunitarios o se moría. Pues bien, Jesús hace lo posible para que la persona viva. Con la pretensión de que las personas respondan como la suegra de Pedro, es decir que la curación lleve a servir, a dar lo recibido.

Quedar sanado físicamente no es quedar salvado. Jesús hace su parte, es bueno que la persona ponga a suya. La salvación llega con la sanación interior, cuando queda tocado el corazón y queda transformada la persona para iniciar una nueva vida: conversión. Del mismo modo, la salvación para una persona que vive con una enfermedad que le produce dolor, no es tanto que desaparezca la enfermedad (si es posible también), sino que viva esa enfermedad con sentido, con plenitud. O lo que Jesús les decía tras el signo-milagro de los panes: “me seguís porque habéis comido y os habéis saciado, no porque habéis visto el signo”, es decir, que queráis convertiros vosotros en pan de vida. Nosotros. ¿de qué hemos sido curados? ¿Y cuál es nuestra respuesta?

No les dejaba hablar a los demonios. Es el secreto mesiánico. Jesús no quiere que la gente crea en Él porque soluciona sus males, sino porque al ser curados descubren el signo, la llamada que les lleva a vivir de un modo nuevo y fraterno. No quiere personas solamente curadas, pasivas, sino personas convertidas, responsabilizadas. No quiere personas saciadas (multiplicación panes), sino seguidoras. No quiere personas que reciben la curación, sino que dan lo recibido, como la suegra de Pedro…

De madrugada va a un lugar solitario a orar. En la oración, Jesús conecta con su experiencia de Dios, Abbá, para seguir actuando unido a Él, en su Espíritu. ¿Cómo es nuestra oración? Conectamos con nuestro interior, con el centro de nuestro ser, para desde ahí unirnos a la experiencia fundamental de nuestra fe, esa que hemos identificado como paso de Dios por nuestra Vida: bien sea el perdón, la llamada, el sentirse hijo-a, etc. para desde ahí seguir actuando a diario.

2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Entro en la contemplación situándome, como si presente me hallase, en la casa de Pedro en Cafarnaúm. Allí, como en toda familia amplia, las familias eran clanes, donde la mujer iba a vivir a casa del marido y entraba a formar parte de su familia. Allí se encontraban muchas personas, sin casi espacio para respirar. Me sitúo cerca de Jesús. La gente de la casa está encantada, porque ha entrado en ella un persona que ha hecho algo importante en la sinagoga: un “enfermo mental” deja de ser agresivo por primera vez… Me sitúo en el ambiente que se respira, de alegría, de fiesta, de que algo está pasando sin comprender qué, ni su alcance… Pido aprender a situarme en tantos momentos de la vida en medio de la gente, en las situaciones de alegría… Acompaño ese momento… ¿cómo me siento? Me tomo mi tiempo…

Sigo al interior de la casa. Alguien le recuerda a Pedro que su suegra se ha puesto peor y que está postrada en cama con fiebre. Noto la preocupación de Pedro… y también la dificultad de pedir a Jesús algo para los de su familia… pero hay quien aprovecha el momento para hacérselo llegar… Jesús pregunta: “¿Dónde está?” Lo acompaño y allí, en un rincón de la casa, en una especie de camastro, yace tendida sin moverse con una persona que le cuida. Me tomo mi tiempo para asumir el dolor, la limitación humana, la postración, que también a mí me puede suceder… pido el arte de mirar a los enfermos y captar lo que viven… lo pido de corazón…

Me coloco dentro de la escena. Miro con atención: Jesús se acerca, la toma de la mano y la levanta… la mujer se incorpora… y parece que al incorporarse se le van todos los males. Sin mediar palabra, todo se produce al tomarle de la mano, lo mismo que a Pedro en la tempestad. Me quedo reviviendo lo sucedido… algo tan sencillo como aprender a incorporar a la gente tirada, en este caso en el camastro… Pido tener sus mismos sentimientos para acercarme a las personas de ese modo acogedor y constructivo; aprender a levantar a las personas allí donde se encuentran postradas

La suegra de Simón se siente de nuevo con fuerzas y pone esa fuerza al servicio de los de casa, comienza a servirles… miro la escena. Al cabo de un rato, “cuando se puso el sol”, es decir cuando termina el día del sábado —porque en sábado no pueden apenas caminar unos pasos—, se acerca mucha gente a la puerta de la vivienda. Les voy viendo cómo van llegando. Se ha corrido la voz de lo que ha pasado en la sinagoga y muchos ven la oportunidad de curarse… recuerdo la sanidad en tiempos de Jesús… veo la multitud de enfermos en torno… y aprendo a descubrir las situaciones de dolor y de sufrimiento de tantas personas. Pido los sentimientos de Jesús para saber asumirlo.

4. JESÚS Y YO

Sigo contemplando esa escena: “le llevaban todas clase de enfermos y endemoniados”. Jesús se me acerca para que le acompañe a curar… y me va llevando con Él, vamos mirando a la cara personalmente, uno a uno, diciendo una palabra o imponiendo las manos… Esto es todo lo que esperan, la bendición de Dios que los cure. De Jesús hay una fuerza que sale de él que cura… estoy encantado de acompañarle… Voy viendo la reacción de unos y otros al sentirse sanados… Jesús desea y me dice: “ojalá también sean como la suegra de Pedro, que al ser curados ayuden para que otros sanen”… Le pido aprender el arte del gesto sanador, del curar con la palabras y con los hechos…

Al terminar vamos a descansar a la casa. Entramos en los rincones que podemos para dormir. A veces hay camastros, otras veces un manto en el suelo… Aprendo el arte de lo sencillo, de la acogida, en esa casa somos acogidos con lo mejor que tienen… Hasta que a media noche Jesús se despierta. Al darme cuenta, le pregunto si le puedo acompañar. Salimos de la casa, me abrigo, pues es de madrugada… Me conduce a un lugar un poco alejado del pueblo, donde no vive nadie y me dice: “voy a orar… si quieres ora tú también…”  Agradezco su invitación…

Se aleja un poco y veo que está en una postura de recogimiento, centrado, como conectando con la profundidad de su persona… Me ayuda a mí también a hacer lo mismo… Así pasamos un tiempo largo… Cuando termina, le pregunto cómo reza y me va contando: “se trata de estar en Presencia, unas veces sólo estar, escuchar, en silencio… otras veces contar y agradecer lo vivido… siempre atento a lo que se me de a sentir… confiadamente, trayendo las experiencias que han suscitado en mí, la confianza en Dios.” ¿Cómo me deja esto? Pido aprender a orar confiadamente,  profundamente…

Estando personalmente con Jesús, le pido aprender a orar en estos tiempos de covid, tiempos de acompañar a personas que han perdido a sus seres queridos: cómo trasmitirles que están en buenas manos, que ellos han llegado al final a la Plenitud, aunque no se hayan podido despedir de nosotros… y seguro que desde allí siguen estando en relación con nosotros, perdonándonos y queriéndonos, como se está en esas situación de resucitados, como Jesús… Pido saber acompañar, escuchar mucho, decir sólo las palabras oportunas… como que hoy es el tiempo de salvación…

5. COLOQUIO

Con Jesús. Lo hago en forma de resumen de lo vivido en la oración. Le cuento lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, un texto, una palabra, una imagen… Y le pido, le doy gracias…

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