Primeros llamados

Jn 1, 35-42

San Pedro RUBENS, PEDRO PABLO Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

 

0. TEXTO 

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
«Este es el Cordero de Dios».
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
«¿Qué buscáis?».
Ellos le contestaron:
«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?».
Él les dijo:
«Venid y veréis».
Entonces fueron, vieron dónde vivía y desde aquel momento se quedaron con él; era como las 4 de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Cuando una persona nace, la madre y el padre, lo primero que hacen es dirigirse a esa preciosa criaturita con palabras de acogida, cercanía, buenos deseos… es decir, establecen una comunicación. Además, le empiezan a llamar por su nombre. Pues por analogía podemos darnos cuenta de que Dios hace lo mismo, comienza a llamarnos desde que nacemos o antes, como la madre y el padre hablan con el feto, cuando va creciendo. Dios nos está llamando desde siempre y en algún momento tomamos conciencia de ello. Esa es también la llamada a los primeros discípulos, en un momento hay una llamada a un seguimiento total. Y en la realización de esa llamada, cada persona va encontrando su Plenitud.

Los que encuentran a Jesús le dan diversos nombres, es como si al comienzo Juan el evangelista situase todos los títulos cristológicos, que quisiera desarrollar a lo largo del evangelio “este es el cordero de Dios”,  “Rabi, dónde habitas ”, ”hemos encontrado al Mesías”. El más novedoso, Cordero de Dios, es el cordero pascual, símbolo de la liberación de Egipto. En otro lugar, “el que quita el pecado del mundo”, por su modo de actuar unido a Dios, en el Espíritu de Dios. Es quien se enfrenta al opresor, es decir a quien destruye a las personas. Por otra parte, construye una fraternidad. Y es el que libera a las personas oprimidas para que puedan hacer frente a la vida y a quien les oprime. Así quita el odio, las heridas, los destrozos a las personas. Por eso le quitan la vida.

“Dónde vives” ó desde dónde vives. ¿Qué te habita? ¿Qué te mueve? Es desde el seno del Padre, desde esa relación con Dios, su Abba, desde donde va actuando, tomando decisiones, rezando, discerniendo para más acertar en la misión del reino de Dios.

Estamos en la primera llamada, esos momentos en que comienza algo nuevo, donde el entusiasmo es mayor y donde quedan tan vivos los recuerdos porque es un comienzo ilusionante que enciende la llama de nuestra vida y la llena de entusiasmo. Juan, el discípulo de Jesús, se acuerda hasta la hora en que sucedió ese primer encuentro, las cuatro de la tarde. Por eso es bueno volver a los primeros recuerdos de cuando vivimos aquella primera llamada, aquel primer encuentro que marcó en alguna medida nuestro futuro…

2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo con la imaginación en la zona del Jordán donde bautizaba Juan… me sitúo cerca de él, cuando charla con algunos de sus discípulos, como si presente me hallase. Es entonces cuando pasa Jesús… y Juan les dice: “he ahí el cordero de Dios”. Él ha sido testigo de que, en el bautismo, el Espíritu ha descendido sobre Jesús … Este sí que busca la justicia, este sí que no desea la opresión de nadie, este es el Cordero de Dios. Me sitúo con todo mi ser en ese texto para hacerlo mío…

Veo cómo Juan bautista les pone a los dos discípulos que estaban en ese momento con él, en la pista de Jesús para que le sigan, como si su misión fuera invitar a los suyos a seguir a Alguien que va a ir más lejos que él, y porque es posible que vea en peligro su vida por Herodes… Acompaño a los dos discípulos de Juan cuando se dirigen a Jesús y le dicen “¿Rabbí, maestro, dónde vives, desde dónde vives?” Y Jesús responde: “venid y lo veréis”… No les da una clase magistral, sino que les invita a vivir con Él y desde Él… El ambiente es precioso. Se huele que algo nuevo está brotando. Saboreo el momento, como si tocase la salvación esperada… Y pido saber aprovechar y leer las ocasiones que la vida me trae delante de mí, para ponerme en relación con personas que abren caminos de justicia… Me tomo mi tiempo.

Voy viendo a los discípulos entusiasmados poniéndose en movimiento. Lo que han encontrado les lleva a comunicar su descubrimiento. Van allí donde tienen a sus seres queridos, esta vez son los hermanos. Miro a Juan que llega a su hermano Santiago… y acompaño a Andrés, que llega a su hermano Simón que está en el embarcadero y le suelta a bocajarro: “hemos encontrado al Mesías”… veo la escena… el contagio, la alegría del descubrimiento, donde sienten vida… Voy con Pedro que, ni corto ni perezoso, sale corriendo hacia donde le lleva Andrés… Pido tener ese entusiasmo de Pedro para emprender algo importante en la vida, aunque tenga que dejar otras cosas…

Llegamos jadeantes donde Jesús se encuentra, tras una camino casi a la carrera… le encontramos retirado, como pensando y rezando el próximo paso a dar… veo el encuentro con Pedro… Algo serio sucede, le cambia su nombre, “tú eres Simón el hijo de Juan, tú te llamarás Cefas, Piedra». El nombre apunta a lo que se espera de él, tiene que ver directamente con la misión que va a tener en la vida… Yo hago mío su mensaje sin perder una palabra y lo guardo rumiándolo en mi corazón, veo la importancia del cambio que se ha producido. Pido aprender del momento…

4. JESÚS Y YO

Me sitúo de nuevo con Juan el bautista. Me fijo en su disponibilidad cuando les dice a dos de sus dscípulos mirando a Jesús: “he ahí el cordero de Dios” y se desprende de ellos, de personas valiosas para que le sigan a otra persona… Qué capacidad de descubrir la relatividad de su misión, cuando ve a otra persona u otro proyecto que supera al suyo, qué honradez… Le pido a Dios esa disponibilidad, que pueda irme desprendiendo de todo aquello que tengo como propio de mi misión y que pareciese que nadie más que yo podría hacerlo mejor… pido esa disponibilidad…

Veo cuántas personas se acercan a Juan el bautista… en ese grupo es donde podemos encontrar a Jesús. Allí esta. Se dirige a mí, «qué importante es estar en relación con personas que dan vida en esta sociedad… toma tu tiempo para salir de tus comodidades y acércate a los lugares de futuro, a los grupos que apuntan futuro”. Miro los grupos que van en línea de la fraternidad en la casa común: el mundo de los grupos de cuidado de la creación, de las investigaciones con fines pacíficos, de las entidades sociales de atención a los empobrecidos, de… Le pido a Jesús que como Él sea capaz de vencer mis miedos, el qué dirán, la comodidad, y de hacerme presente en ellos… lo pido de corazón…

Aprovecho para preguntarle a Jesús lo mismo que le preguntaron los primeros discípulos: “¿dónde vives, desde dónde vives?”.  Me relata lo que significa vivir desde Dios, desde Abba, desde el Misterio de Amor que ama a diario, incondicionalmente todo lo creado… “Abba es ese Misterio de Amor para cuidar de toda persona, sobre todo de aquellas más vulnerables, a veces dejadas de lado por una falsa comprensión del misterio que las excluye de su amor”… Pido poder conocer en profundidad el Misterio de Dios que me lleva a amar y cuidar como Él a toda criatura… y dejarme querer por ese Amor incondicional.

De nuevo está personalmente conmigo y se dirige a mí y pronuncia mi nombre, como el de Pedro… Noto que me susurra algo en relación con el nuevo nombre que me quiere dar en este momento de mi historia… como no he entendido bien ese susurro voy descubriendo qué nombre quería darme… alguno que tenga relación con la misión en la que estoy metido o alguno nuevo que de otro aire de amor hasta el extremo a mi misión y a mi vida, algo así como si quisiera que comenzase una nueva primavera en mi vida… y me tomo mi tiempo para irlo descubriendo… y pido de corazón ir descubriendo su palabra acerca del nombre de mi vida… que viva abierto a descubrir su palabra hoy en mi vida…

5. COLOQUIO

Con Jesús. Lo hago en forma de resumen de lo vivido en la oración. Le cuento lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, un texto, una palabra, una imagen… Y le pido, le doy gracias…

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