Mc 1, 7-11
0. TEXTO (leer texto íntegro)
En su proclamación decía: “Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo”.
Por aquellos días Jesús salió de Nazaret, en la región de Galilea, y Juan lo bautizó en el Jordán. En el momento en que salía del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma. Y vino una voz del cielo, que decía: “Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido”.
1. SITUACIÓN explicación breve del texto
Es probablemente el primer dato histórico acerca de Jesús. Aparece en los cuatro evangelios y es algo que pone a Jesús como discípulo de Juan, cuando la historia mostró que él era el mayor. ¿Cómo llega Jesús donde Juan el Bautista? Repasando la vida de una persona de campo de su tiempo, a los doce años pasaban de la niñez a la adultez y desde los dieciséis años, más o menos, los hombres se casaban. Pero Jesús vive el celibato en un pueblo en el que los hijos son bendición de Dios. Durante este tiempo Jesús va buscando ¿Qué es lo que Dios le quiere? ¿Hasta cuándo le va a tener viviendo una situación a contrapelo de lo que se lleva?
La respuesta no le viene de una revelación en oración sino de mirar-discernir la vida. La presencia de Juan el Bautista le habla de Dios. Juan es la referencia religiosa que Jesús encuentra más auténtica que ninguno de los otros grupos de su tiempo, más que en los fariseos, esenios y zelotes y, por supuesto, que los saduceos, sacerdotes y levitas. Todos ellos tienen su propia respuesta a lo que Dios pide a aquel pueblo. Jesús se sigue preguntando: ¿Dónde está Dios en esta sociedad y qué quiere para ella? Jesús encuentra la repuesta en la persona de Juan el Bautista. ¿Y cuál es la novedad de Juan Bautista? Una oportunidad para todos.
Veamos algunos rasgos del bautismo de Jesús que nos permitan atravesar 2000 años de historia. Alguien que leyese este texto en aquel tiempo estaría perfectamente situado, pero nosotros no. Es el género literario que llamamos hierofanías o teofanías, manifestaciones de Dios. El contexto lo dan: Al salir del agua, “vio los cielos que se rasgan, el cielo abierto”. Nos sitúa en Is 63, 19 : «Ojalá rasgases los cielos…» y “el Espíritu que desciende en forma de paloma” Gen 1,2 (El Espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas).
La clave está en la interpretación, la Voz. “Este es mi Hijo amado, en Él me complazco”. Esta es su experiencia, donde toma conciencia de lo que es, donde le sale nombrar a Dios como Abba (con la primeras palabras, que emplea un niño pequeño cuando comienza a hablar y nombre a sus padres) abba, papa, aita, ama… se trata de una experiencia interior clave. Y esa es la experiencia central sentirse amado, “en Él me complazco”, lo mismo que en María, “alégrate agraciada de Dios, el Señor está contigo”.
2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me sitúo con la imaginación en Nazaret, en una de aquellas reuniones que hacían a la salida de la sinagoga. Hay un grupo entusiasta hablando de Juan el Bautista… Me hago presente. Escucho que algunos se quieren hacer bautizar por Juan en el Jordán… Jesús toma la palabra y dice: Yo esta semana voy camino del Jordán. Varios más se apuntan con Él. El ambiente es precioso. Se huele lo nuevo que llega. Saboreo el momento, como si tocase la salvación esperada… No voy a perder la ocasión y pido acompañar…
Son varios días de camino. Jesús aparece con algo que sería como una esterilla y un poco de alimento. Hay otros varios del pueblo. Me invita a hacer camino juntos. Vamos muy animados hablando del futuro, tal como lo proyecta cada uno. Jesús dice: «es necesario que llegue el Reinado de Dios… es bueno que descubramos que Dios quiere que cambie esta situación, pero que cambien también nuestros corazones»… y le escuchamos con gusto. Hago mío su mensaje y lo guardo rumiándolo en mi corazón. Me tomo mi tiempo.
Después de tres días de gozoso camino, llegamos al lugar de los bautismos. Contemplo el lugar, veo a la gente, cómo va vestida, la fila para bautizarse… Escuchamos la predicación de Juan: “Aprovechad la oportunidad que Dios os da… yo os bautizo con agua… pero el que viene detrás de mí, os bautizará con Espíritu Santo…” No pierdo detalle… pido ese espíritu de novedad para asumir los cambios que llegan y para vivir hasta el fondo el momento que les toca vivir …
Me acerco con Jesús a la fila, me late el corazón con fuerza, son de esos momentos intensos en la vida… y se va acercando el momento de ser bautizado, me fijo en Jesús. Juan se para a hablar con Él… con algún otro lo había hecho pero con Jesús habla largo… llama la atención a la gente ese diálogo prolongado… Y observo el bautismo de Jesús… y al salir del agua descubro a Jesús transformado, con una alegría inmensa… y no pierdo detalle… Algo le ha sucedido… Doy gracias por lo que está ocurriendo y por las esperanzas que suscita esta nueva situación en tantas personas…
4. JESÚS Y YO
Días más tarde, en el desierto, cuando encontramos un tiempo compartido, Jesús me convoca y hablamos de muchas cosas, me situo junto a Él, como si presente me hallase… Cuando la conversación se hace más densa, me comenta lo del bautismo… Le escucho con suma atención, como si en ello se me fuese la vida. Yo esperaba algo así como una señal, un algo que me hiciese descubrir lo que Dios quería de mí. Y no terminaban de convencerme ninguno de los grupos más interesantes que conocía: fariseos, esenios, celotes… pero lo de Juan era diferente… me tomo mi tiempo… También miro a mi alrededor, busco algún grupo en el que tenga esperanza: mi propio grupo de referencia, algún grupo de vida religiosa, algún grupo de justicia y ecología… Pido poder estar atento a descubrir los signos de Dios en los grupos que me rodean…
Jesús sigue contándome: “Al bautizarme, es como si los cielos se rasgasen -que decía el profeta Isaías- y el Espíritu bajase sobre mí, así lo sentía… y sobre todo la voz: Me sentí hijo amado querido por Dios”… Escucho agradecido por la confidencia y teniendo conciencia de escuchar un relato que trasforma la humanidad… Agradezco de Jesús siga confiando en mí… y así yo también voy ganando en confianza con Él para poderle confiar situaciones de mi vida e incluso a veces es el primero al que se lo cuento… me tomo el tiempo para hacerlo… qué preciosos los tiempos en que trabajamos la confianza.
Seguimos en conversación. Le digo: qué suerte sentirse Hijo, Hijo querido… Y me cuenta que sí, que el descubrir a Dios como Abbá le hace sentirse en total confianza como un hijo pequeño cuando comienza a balbucear sus primeras palabras, en manos de sus padres… Empiezo a comprender la novedad que supone esa experiencia que marca la historia de la humanidad. Nadie lo ha llamado así… y las consecuencias que se derivan son impresionantes: somos de la misma familia, hijos… Me dice: “tú también tienes derecho a sentirte hijo… Dios te quiere como a mí. Si se me ha dado a mí, es para que descubras que Dios es así, para que tomes conciencia de la confianza que te da y te dirijas a Él con esa total confianza de un peque en manos del cariño de sus padres”… me quedo asombrado. Me tomo mi tiempo para saborear el sentirme hijo…
Me comenta Jesús: “Qué importantes son las experiencias fundantes en la vida de las personas”. Me va preguntando cuál es mi experiencia fundante, como la de Él… y haciendo un poco de memoria acierto a contársela, me tomo mi tiempo… Me habla de lo importante que es tener un Centro desde donde poder entrar, poder conectarse y tomar las decisiones de nuestra vida… eso nos ayuda a construirnos como personas sólidas, de convicciones firmes, sostenidas en el tiempo y probadas… para afrontar los retos de este tiempo complejo… Le pido de corazón que así pueda vivir porque me parece vital…
5. COLOQUIO
Con Jesús. Lo hago en forma de resumen de lo vivido en la oración. Le cuento lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, un texto, una palabra, una imagen… Y le pido, le doy gracias…