Permaneced en mí como yo en vosotros

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Jn 15, 1-8

Brazos y piernas extendidas formando un círculo.
Imagen de Pixabay

 

0. TEXTO (leer el texto completo)

«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador… vosotros los sarmientos… Permaneced en mí, como yo permanezco en vosotros. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

El que permanece en mí, y yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de mí, no podéis hacer nada. La gloria de mi Padre consiste en que deis fruto y fruto abundante, y así seáis mis discípulos».

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

El texto de la vid y los sarmientos es un texto esencialmente comunitario. Se trata de una imagen parecida al Cuerpo de Cristo que emplea Pablo. Los sarmientos son una prolongación de la Vid. Por ellos circula la misma savia. En un contexto de eucaristía diríamos que, comiendo el pan y bebiendo el vino, cada persona de la comunidad vamos dejando entrar en nuestras vida el Espíritu, la savia de Jesús. Así se construye la vida de comunidad y la sociedad fraterna en los mismos sentimientos de Cristo Jesús.

PERMANECER.  Palabra clave de este texto:permaneced en mí como los sarmiento en la vid. Así daréis fruto… permaneced en mí como yo en vosotros”. Lo que está claro es que Jesús permanece siempre en nosotros. Por tanto, su permanencia en nosotros, depende exclusivamente de nosotros. Si queremos permanecemos y si no queremos, no lo hacemos. Permanecer comporta un “estar en” de modo permanente hasta llegar a ser uno, a tener los mismos sentimientos de Jesús. Ser uno con Dios y también con los demás, hasta que Dios sea todo en todos. Este permanecer se alimenta en la contemplación, en la actividad por el Reino y en la comunidad.

Este texto nos proponen leerlo en Pascua, es decir: unido a la experiencia del resucitado. El resucitado es el que está permaneciendo permanentemente en nosotros. Su presencia es permanente y desea mantener su vínculo de amistad con nosotros siempre, “yo soy la vid, vosotros los sarmientos… permaneced en mí como yo en vosotros… así daréis mucho fruto”. Hay momentos en que su presencia en nosotros es más sentida, más emotiva, se nota más (en el evangelio son los momentos de las apariciones, cambio extraordinario y repentino) y hay otros en que es una presencia más de confianza, como una amistad madura que no necesita muchas efusiones sino permanecer cerca. De las dos maneras permanecemos y damos fruto.

2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Comienzo esta contemplación haciéndome presente en el texto, que ha sido escrito para que lo viva yo hoy… Lo hago uniéndome respetuosamente al episodio de la Cena de Jesús con los Doce, que ahora recordamos a la luz de la experiencia del resucitado… Acompaño a los Doce en un momento de intimidad con Jesús en el cenáculo, a la luz del candil de aceite… recordando la tradición de la Pascua, la liberación de la esclavitud de Egipto… Aprendo a estar, a escuchar, a saborear la intimidad… Me tomo mi tiempo.

Estoy viviendo el interior de ese ambiente de intimidad de los Doce y Jesús, donde se expresan los deseos más personales. Escucho de nuevo a Jesús: «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Permaneced en mí, como yo permanezco en vosotros”… Noto que les está hablando de ser uno, de ser comunidad, la comunidad que ellos forman, una comunidad integrada por personas que al mismo tiempo se descubren entregadas y ambiciosas, fieles y perezosas, veraces y miedosas… pero llamadas a hacer comunidad, convivencia… Les miro y descubro mi vivo retrato… ¿Cómo me siento? ¿Qué deseo?….

Sigo en esa situación de intimidad. Escucho: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos… Separados de mí, no podéis hacer nada. El que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca. El Padre  corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía… La gloria de mi Padre consiste en que deis fruto y fruto abundante”… Los Doce y el resto de los que allí están rescatan cada palabra de esos deseos de Jesús, que no son para quedarse en un intimismo sino para dar fruto… Se trata de permanecer, de ir a una para dar fruto, para vivir el amor servicial hasta el extremo… ¿Cómo me sitúo, qué pido, qué deseo…?

4. JESÚS Y YO

Jesús va posando su mirada sobre cada uno de los Doce. Lo hace también sobre mí… como que quiere comunicar conmigo, como uno más, como lo ha hecho con los apóstoles. Solo que me dedica un tiempo que yo considero precioso… Me dice “vosotros sois los sarmientos”«¿Con quién formas comunidad?”  Yo le cuento los nombres de las personas, de los grupos de los que formo parte: mi familia, mi iglesia, mis amigos-as, el grupo con el que estoy comprometido con el cambio social… Me tomo mi tiempo para traer a cada una de ellas… Con quien más me cuesta o con quien más me inspira o con…  pido saber hacer convivencia, comunidad siempre construyéndose… y agradezco…

Le cuento a Jesús cómo vivimos lo comunitario en este mundo, que se ha vuelto tan complejo, tan plural, tan incierto, donde nos hemos sentido tan vulnerables, frágiles, donde se han ido cayendo nuestras certezas… Un mundo tan individualista, con tantos millones de personas viviendo en pisos unipersonales, con una noción tan interesada de la libertad, que mira tanto a su ombligo y tan poco al prójimo… Le oigo decir: “yo soy la vid y vosotros los sarmientos… permaneced en mi, así daréis fruto, así pasará mi savia por vuestras venas y seréis capaces de hacer comunidad al estilo de hoy, en la cultura de hoy»… Le escucho con confianza… ¿Cómo me siento?… ¿Me sale pedirle algo?…

Sabiendo que Él permanece en mí, el asunto es qué hacer de mi parte para permanecer en Él. Se lo pregunto. Me dice: «sal de tu propio amor, querer e interés, respira tranquilo… déjate llevar por tu ritmo vital… toma por un momento distancia del ritmo que te imponen… del ritmo de lo que se lleva… conecta contigo mismo…. Luego conecta con el Dios de la Vida que te habita… déjate impregnar de su mirada, de sus sentimientos… Y hora mírate así a ti mismo y a los demás… mírales en Él, siéntelos Uno… Me tomo mi tiempo… Me voy sintiendo uno con ese Dios, con las personas, con la naturaleza…

5. COLOQUIO

Converso con Jesús. Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… lo que parecía que iba para mí… aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

También puedes escuchar la contemplación:

Para escuchar en un dispositivo móvil sin necesidad de descargar la app de ivoox puedes escuchar en este enlace: V Domingo de Pascua.

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