Jn 10, 11-18

0. TEXTO (leer el texto completo)
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»
1. SITUACIÓN explicación breve del texto
El texto que hemos leído está enmarcado en un contexto de polémica entre Jesús y los judíos (fariseos), que se prolonga desde la curación del ciego de nacimiento. Es un texto que Juan pone en boca de Jesús. Quiere ser una denuncia sobre el poder que no se pone al servicio del Pueblo de Dios. Jesús tiene el mandato de su Padre: dar vida y dar su vida. Frente al asalariado, que no se arriesga, el pastor la entrega por sus ovejas. Con este relato, Juan quiere llamarnos la atención sobre la presencia de Jesús en nuestras vidas. Se hará presente en nosotros cuando nos salga darnos sin límites, actuar desde una vivencia de amor, como Dios que es amor.
¿Qué era entonces un “Buen Pastor”? Hoy día es muy difícil saber qué es porque casi no sabemos identificar qué es un pastor… Muy poca gente tiene esa experiencia, quizá las personas de los Baserris (caseríos). La mayoría sabemos de pastores y ovejas porque lo hemos podido ver en la televisión o leer en un libro, pero no vivirlo ni conocerlo directamente. Un pastor, en el tiempo de Jesús, tenía un pequeño rebaño al que cuidaba conociendo a las ovejas, una a una, por su propio nombre. Su rebaño no era un simple grupo de ovejas. El pastor sabía que de ellas dependía su vida y la de toda su familia. Ellas les proporcionaban leche, lana, queso… lo que necesitaban para la subsistencia. El pastor no era un simple asalariado que cuidaba por dinero. Hacía las cosas por amor y arriesgaba su vida, si era necesario, por defender a cada oveja.
El pastor, en la Biblia, es una metáfora muy utilizada para hacer referencia a los dirigentes. Así como había buenos pastores, también se identificaban malos pastores. A Dios, en muchos casos, se le presenta como ese pastor que cuida de su pueblo. En este texto, Juan está recordando la vida y muerte de Jesús. Lo hace de esta forma porque seguramente era la más fácil para trasmitir quién fue Jesús a quienes no le habían conocido: en forma del pastor bueno por excelencia. No cualquier pastor, sino el Pastor (con mayúsculas) que pone su persona al servicio de los demás durante toda la vida.
Una tentación fácil en nuestros días es pensar que cuando se habla de pastor se está haciendo referencia a obispos y sacerdotes… No es así. Juan está hablando de Jesús como Pastor y del resto como ovejas (también obispos y sacerdotes). Y es que Jesús no ha creado un corral (la Iglesia) donde meter a sus ovejas. Dios no es Alguien que cuide sólo de la Iglesia sino también de toda persona que viene a este mundo. Así es posible que podamos ser uno, con el único Cuidador de esta humanidad tan plural, tan rica, tan compleja, de naciones, culturas, clases sociales, castas, religiones… con el mismo modo de acceso a Dios… El Dios que quiere cuidarnos y hacernos uno para vivir en su Espíritu, que nos hace cuidarnos unos a otros con un amor por los demás hasta el extremo de dar la vida. El Papa Francisco lo explicita con los más vulnerables en acogida, defensa, promoción e integración.
2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Comienzo la contemplación situándome, como si presente me hallase, con Jesús, que ha subido a Jerusalén y está en polémica con los judíos debido a varias actuaciones, signos, que han hecho posible que algunas personas puedan seguir vivas y con vida… Me sitúo en relación con Él con respeto. Miro las personas que le rodean, los Doce y tantas otras… Me tomo mi tiempo para hacerme presente,… el ambiente está tenso… pero Jesús está decidido a seguir adelante con su misión… ¿Cómo me siento en este contexto?… ¿Qué pasa con mis miedos? ¿Qué me sale pedir? Deseo su valentía… Me tomo mi tiempo…
Y sigo presente cuando Jesús de improviso toma la palabra: “El Buen Pastor da la vida por las ovejas”… Escucho… Identifico al Buen Pastor con Él, porque eso es lo que Jesús está haciendo en ese pueblo: defender la vida de las ovejas dadas por perdidas, las que nadie defiende… Recuerda “el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas”… Escucho cuando contrapone la lógica del pastor a la lógica del asalariado… Me tomo mi tiempo para asimilar la comparación viendo el riesgo que asume Jesús para defender a tantas personas descartadas por aquella sociedad… ¿Cómo me quedo?…
Acompaño, miro lo que Jesús está viviendo en Jerusalén rodeado de tanta gente, cercanos y enemigos, de todo. Mirar es más que ver. Es ver con intención, con deseo. Me hago presente… Le escucho: “Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas”… Me acuerdo de la pregunta: “Caín ¿Dónde está tu hermano?”… Pienso en Jesús que se hace guardián, cuidador de su hermano-a caída, del afligido que no tiene defensor… La gente escucha con atención… me fijo en ellos y en sus deseos de cuidar de los demás…¿Qué sentimientos pasan por mi interior?… Todo eso sin dejar de oler el peligro que se cierne por quienes le tienen atravesado… A mí ¿qué me trasmite?… Pido poder acompañarle de cerca…
Después Jesús mira a los ojos de las personas a las que habla, a quienes escuchan con detalle sin perder nada de lo que se les está contando. “Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor”… Escucho las palabras que se me meten hasta el corazón, me fijo en los gestos que utiliza y con los que refuerza el mensaje que está dando. Cómo quiere ampliar el círculo: no al cuidando a lo que ya hay, sino salir a buscar, sin caer en conformismos… Que el cuidado llegue a todos… ¿Cómo me quedo? ¿Qué se mueve en mí? ¿Qué pido, … en qué me siento reflejado?…
4. JESÚS Y YO
Y entre medio de esa multitud, Jesús va pasando su mirada entre todos, hasta que se encuentra con la mía, que está centrada en Él… Es como si quisiera quedarse conmigo…y con gusto acepto la invitación y me pongo en su presencia. Me recuerda: “Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»… Escucho sin perder palabra algo donde se implica tanto… y lo hago mío. Yo también deseo vivir así… ¿Qué me sale pedirle? ¿Qué pasa en mi interior, se mueve algo?…
Con Él voy descubriendo a las personas que hoy damos por perdidas en esta sociedad. Me las va mostrando: “los mayores a quienes se les ha discriminado por su edad en esta pandemia, los que ni les dejamos nacer, los que mueren de las hambrunas por la sequía, los que ni tienen prioridad en la vacuna ni es posible que la tengan, los que han quedado sin trabajo, sin papeles, sin familia, los niños a los que sus padres han abandonado para que, si quiera ellos, sobrevivan, los abandonados a su suerte en las cárceles… miro despacio a tantos y tantos… deseando ser Buen Pastor, cuidador… Un reto fenomenal… ¿Cómo me quedo? ¿Cómo podrías ser pastor-cuidador de esas personas?… ¿Qué deseo pedir?…
Le voy contando a Jesús también quienes han ejercido y siguen ejerciendo de pastores, de cuidadores de sus cercanos: los que se han acercado a sus vecinos mayores, los que han luchado para que las subvenciones de las instituciones comunitarias lleguen a quien las necesita y con visión de futuro, los que han peleado por la salud de los que quedaban sin respiradores, los que hacían lo posible para que no se detuviese la actividad educativa de los jóvenes… los que han arriesgado mucho, incluso sus vidas, en este tiempo, los y las cuidadoras de hoy… Me tomo mi tiempo… Pido ser contado entre ellas.
Y para terminar le pido también que cuide de mí… A veces me siento fuerte y me como el mundo… pero me doy cuenta cada vez más de mi fragilidad. Por eso le pido que me sienta cuidado/a. Me contesta con una sonrisa: “pero siempre lo hago”… y me doy cuenta de que algunas veces estoy tan metido en mis pensamientos, planes y desánimos, que no me entero de los cuidados de los demás hacia mí. Ni de los cuidados de Dios conmigo… y me voy escuchándole “siempre cuido de ti, ¿no te das cuenta?”… Doy gracias recordando algún momento especial… y pido hacer lo mismo.
5. COLOQUIO
Converso con Jesús. Lo hago en forma de resumen de lo vivido en la oración. Le cuento lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, un texto, una palabra, una imagen… Le pido, le doy gracias…