Lc 6, 17.20-26
0. TEXTO (leer la parábola entera)
«A vosotros que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os insultan. Al que te pegue en una mejilla ofrécele también la otra, y al que te quite la capa déjale que se lleve también tu túnica. Al que te pida algo, dáselo, y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames. Haced con los demás como queréis que los demás hagan con vosotros.
Si amáis solamente a quienes os aman, ¿Qué hacéis de extraordinario? Y si dais prestado sólo a aquellos de quienes pensáis recibir algo, ¿Qué hacéis de extraordinario? Amad a vuestros enemigos, haced el bien y dad prestado sin esperar nada a cambio. Así seréis hijos del Dios altísimo, que es también bondadoso con los desagradecidos y los malvados. Sed compasivos, como también vuestro Padre es compasivo.»
1. SITUACIÓN (explicación breve del texto)
¿Qué hacer ante las situaciones de violencia cotidiana que sufrimos? En este texto de Lucas, se concretan algunas respuestas no violentas a situaciones de agresión que sufrían en su vida ordinaria Jesús, sus discípulos y la gente sencilla. La primera: El ser golpeados (se hacía con la mano abierta). ¿Qué hacer ante eso? Jesús dice: «Pon la otra mejilla». Es una respuesta que no se la espera el que pega, porque pegar con el envés de la mano era degradante para la persona que lo hacía. Es lo que les propone, porque descoloca al que golpea y al mismo tiempo le avergüenza.
Las personas se vestían con dos prendas: La capa (lo de fuera) y la túnica (lo de dentro): “Si alguien te quita la capa dale también la túnica”. Si se llevara la capa le quedaría la túnica. Jesús le dice: «Dale también la túnica.» Es decir, quédate desnudo. Con lo cual ¿Cómo se queda la persona que le quita la capa? Recordamos la escena de San Francisco de Asís cuando su padre le recrimina que le ha dado tanto. San Francisco se quita toda la ropa, se queda desnudo y se la devuelve: «Ahí tienes lo tuyo…»
Son textos de no violencia, que superan la ley del Talión “Ojo por ojo”. Apelan a la creatividad y a la imaginación en la respuesta. Supone valentía, enfrentarse sin medio a la otra persona. Seguro que tenemos cientos de ejemplos: El típico que le atracan y que el atracado le pregunta la hora o le da los buenos días a su atracador… y le descoloca. O este otro que sucedió en tiempos: en la basílica de Begoña celebraban una oración por la paz y un grupo X entró y empezó a reventar la oración. Desde dentro empezaron a cantar: «Bakea beti zuekin». Ahí se acabó la agresión. También en la película sobre monseñor Romero recordemos la escena cuando el ejército ha hecho de la Iglesia su cuartel y cómo monseñor la recupera.
2. HACEMOS SILENCIO (Ahora comenzamos propiamente la oración)
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. ME HAGO PRESENTE (revivo la escena): VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Sigo en el mismo lugar donde Jesús proclama las bienaventuranzas, esa zona llana junto al lago de Galilea. Me sitúo junto a Él y miro a tantas personas y discípulos que le acompañan… Lo hacen porque viven continuas situaciones de desprecio, violencias cotidianas por ser considerados últimos, exclusiones, rechazos… Pido un corazón fuerte para asumir y creativo e imaginativo para darle vuelta a esa situación sin caer en la venganza… Me tomo mi tiempo.
Estamos todos sentados con Jesús, el cual después de desearles la dicha y la bienaventuranza a quienes le escuchan, les suelta esto: “Al que te pegue en una mejilla ofrécele también la otra”… Veo las caras de sorpresa y poco a poco, también de alegría porque les da una salida original y valiente ante esa situación de indefensión… Poner la otra mejilla… Todos celebran la buena ocurrencia… Y yo con ellos… Saboreo la creatividad y la valentía.
Continua diciéndoles: “Al que te quite la capa dale también la túnica”… Hace brotar nuevas sonrisas y alguna carcajada… Se oye “Total si te quitan la capa… Te mueres de frio por la noche igual”… Pido creatividad para sorprender a quien me avasalla… Que se avergüence de la injusticia que ha cometido… Se ve que unos a otros se dicen: “Es mejor quedarse sin nada… A ver si la otra persona toma conciencia de que ha robado…» Pido ese espíritu de superación…
4. JESÚS Y YO.
Jesús sigue mirando a las personas, que le rodean, a la cara porque se dirige a ellas con verdad… Topa con muchas miradas, también con la mía… Me emociono porque nos saca de nuestro sentimiento rutinario de seguir considerándonos unos donnadies y nos anima a no aguantar pasivamente las injusticias sino a tomar iniciativas y a sentirnos activos en la respuesta a ellas… Le doy gracias de corazón porque saca de nosotros la creatividad y la vida… Cómo me siento…
Continúa su discurso con esa vivacidad: “A los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os insultan”… Jesús se dirige a mí y me dice que estamos llenos de bondad y que podemos vivir amando, estemos en la situación de exclusión en la que estemos… Por eso me dice “Haz con los demás lo que quieras que los demás hagan contigo… Tienes en ti mucha más vida de la que crees”… Saco gusto a sus palabras sin perderme ninguna… Doy gracias por su confianza…
Continúa: “Más aún, ama a tus enemigos… Porque así serás hijo de mi Padre celestial, que es también bondadoso con los desagradecidos y los malvados… Estás hecho a su imagen y semejanza”… Me acuerdo de las páginas de oro de la humanidad… Comentamos una: En la guerra Serbia y Bosnia las mujeres violadas por el ejército invasor fueron a proteger a las mujeres del otro bando de los soldados de su propio ejército para evitar que hicieran lo mismo que habían hecho con ellas… Sigo saboreando aquello que Jesús descubre que soy capaz de vivir… Me tomo mi tiempo…
5. COLOQUIO.
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…
Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.