Para vivir en comunidad

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Lc 6, 39-50

Imagen de Ajgazmuri0 (Pixabay)

 

0. TEXTO (leer la parábola entera)

Jesús les puso esta comparación:

– “¿Acaso puede un ciego servir de guía a otro ciego? ¿No caerán los dos en algún hoyo? El discípulo no es más que su maestro: solo cuando termine su aprendizaje llegará a ser como su maestro.»

– “¿Por qué miras la paja que tiene tu hermano en el ojo y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo? Y si no te das cuenta del tronco que tienes en tu ojo ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Hermano, déjame sacarte la paja que tienes en el ojo’? ¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu ojo y así podrás ver bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.»

– “No hay árbol bueno que dé mal fruto ni árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto: No se recogen higos de los espinos ni se vendimian uvas de las zarzas. El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su corazón. Pues de lo que rebosa su corazón, habla su boca.»

– “¿Por qué me llamáis ‘Señor, Señor’ y no hacéis lo que yo os digo? Voy a deciros a quién se parece aquel que viene a mí, y me oye y hace lo que digo: Se parece a un hombre que para construir una casa cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando creció el río, el agua dio con fuerza contra la casa, pero no pudo moverla porque estaba bien construida. Pero el que me oye y no hace lo que yo digo se parece a un hombre que construyó su casa sobre la tierra, sin cimientos; y cuando el río creció y dio con fuerza contra ella, se derrumbó y quedó completamente destruida.»

1. SITUACIÓN (explicación breve del texto)

El texto reúne varios comentarios de Jesús, aparentemente inconexos, puestos seguidos a modo de regla nemotécnica para aprenderlos. Son de mucho interés para ser practicados por la comunidad cristiana.

Estos textos van dirigidos a diferentes personas y a cada cual les da una indicación. A los responsables de la formación en la comunidad les señala que para guiar a otros no se puede ser ciego, es preciso saber y ser coherente. A los que aprenden, que mantengan la humildad y no aspiren a ser más que el maestro. A los que ejercen la crítica en la comunidad les exhorta a que ésta sea constructiva y añadan su autocrítica (la paja y la viga). A aquellos que ejercen la corrección fraterna les recuerda que primero hay que dejarse corregir. A los que se dejan deslumbrar por el modo de hablar de algunos les advierte que hay individuos que hablan maravillas, pero que los frutos hablan del árbol (por sus frutos los conoceréis) o que de lo que rebosa el corazón habla la lengua.

Otra enseñanza que nos deja este pasaje es cómo no debemos construir los cimientos de nuestra casa, de nuestra vida. La respuesta es no poniendo en práctica las palabras de Jesús, palabras de vida: quien así lo hace construye sobre arena. Por el contrario, quien pone sus palabras en práctica construye sobre roca. La práctica permanente de una vida de buenos hábitos permite mantener la casa sobre roca. Como se dice coloquialmente: Obras son amores y no buenas razones.

2. HACEMOS SILENCIO (Ahora comenzamos propiamente la oración)

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE (revivo la escena): VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Sigo en el mismo lugar donde Jesús proclama las bienaventuranzas, en esa zona llana junto al lago de Galilea. Me sitúo junto a Él y miro a tantas personas y discípulos que le acompañan… Están bastante maltrechos pero van recobrando la esperanza a raíz de los dichos y hechos de Jesús, quien les ha proporcionado confianza en ellos mismos, medios para tomar iniciativas creativas de bondad ante los poderosos para no dejarse someter… Saboreo la escena, respiro esperanza… Me tomo mi tiempo…

Están todos sentados con Jesús, y yo con ellos. Va ofreciendo pistas para que acierten con la trasmisión de la fe en comunidad. Les explica cómo aprender y cómo enseñar. Jesús afirma: “Bastante tiene con ser como su maestro”… Escucho a mi alrededor: “Aprender con humildad, no sentirse superior”… Sigue Jesús: “El que enseña que sea sabio y coherente porque, ¿puede un ciego guiar a otro ciego?”… Voy haciendo míos esos criterios para vivirlos…

Continúa profundizando: “¿Por qué miras la paja que tiene tu hermano en el ojo y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero el tronco de tu ojo y así podrás ver bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”… Miro a los discípulos que agachan la cabeza porque se dan cuenta de que a ellos les sucede… Yo también la agacho pues soy también así… Pido aprender…

4. JESÚS Y YO.

Jesús sigue mirando, a las personas que le rodean, a la cara porque se dirige a ellas con verdad… Topa con muchas miradas, también con la mía… Conociendo lo que nos sucede sigue comentando: “No hay árbol bueno que dé mal fruto ni árbol malo que dé fruto bueno.» Aprendo a tener criterios verdaderos: ”Cada árbol se conoce por su fruto”, a no dejarme llevar porque ese es de izquierdas o de derechas o es de tal grupo cristiano o de otro que no es el mío… Pido fijarme en cómo actúa, cuáles son sus actitudes, sin dejarme arrastrar por prejuicios… Cómo me siento…

Jesús sintonizando con los deseos de verdad de los que le escuchan, y yo con ellos, responde a la pregunta de ¿Cómo dar frutos…? : “El que escucha estas palabras y las pone en práctica, ese da frutos ”… Recuerdo que hoy se necesitan testigos más que doctores… Jesús me dice: “Nuestra vida cotidiana, con quienes nos encontremos en el camino de la misma, es el criterio, y no la grandeza de nuestras celebraciones o el silencio de nuestras oraciones”… Escucho… Me tomo mi tiempo…

Aprovecho para preguntarle cómo seguir dando frutos… Cómo hacer que la acción no caiga en la monotonía o cómo lograr que nuestro hacer no nos haga sentirnos por encima de los demás… Le escucho: “Mira a las persona como el Padre las mira. Trátalos así, con bondad y con verdad… Saca tiempo para orar y dar gracias, para pedir perdón… Incluso para celebrar… Me tomo mi tiempo…

5. COLOQUIO.

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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