Mt 5, 13-16
0. TEXTO (leer los versículos enteros).
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en vosotros, a fin de que ellos vean vuestras buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.»
1. SITUACIÓN
En estos versículos nos encontramos dos parábolas magníficas con una enseñanza: ni la sal ni la luz por sí solas sirven para nada. La sal es útil sólo cuando sazona los alimentos. La luz es oscura hasta que se encuentra con un objeto. Ambas son útiles en relación a algo.
La sal es un producto muy útil porque da sabor y conserva los alimentos. Sólo si falta o si sobra se nota. La sal no es útil para sí misma, sino para dar sabor a todo el puchero. Así mismo nosotros/as somos sal en la medida que damos sabor a la relación y a la vida en nuestra cultura. Pero esto implica disolverse y puede suceder que alguien se disuelva del todo: por martirio o por muerte de cansancio…
La luz además depende de otra fuente. Brota del sol, del fuego, etc. Por ejemplo, la cera da luz consumiéndose. La cera arde durante un tiempo hasta que, una vez acabada, se extingue. Así consigue la plenitud, dándose, vaciándose. No tanto engordando su yo. Recordemos el Espíritu Santo que aparece en Pentecostés como lenguas de fuego.
No se nos pide ni salar ni iluminar, sino ser sal y luz. Si somos, nos saldrá dar: “De la abundancia del corazón habla la boca”. Hoy necesitamos más testigos que maestros, más SER que HACER, personas que se pregunten para qué hacen lo que hacen. Si queremos ser luz, seamos luz que ilumine, no que deslumbre (Quien ilumina, ayuda a los demás, a quien lo necesita. Quien deslumbra lo hace para impresionar a los demás).
2. HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Comienzo de nuevo con Jesús en la montaña de las bienaventuranzas… Me fijo en las personas que le rodean: personas necesitadas de escuchar algo nuevo, algo esperanzador, algo que les de vida… algo que les haga sentir la cercanía de Dios que les reconoce como alguien, como personas… Miro despacio a tantas personas que con Jesús empiezan a sentirse reconocidas en su dignidad… Miro sus caras, el brillo de esperanza en sus ojos… Me tomo mi tiempo.
Me sitúo cerca de Jesús… me fijo en Él… No se cansa de mirar los rostros de las personas que tiene cerca y lejos… con esa mirada profunda que nace de un corazón lleno del Dios Abbá… Parece como si quisiera empaparse de las situaciones y los sentimientos de quienes le rodean y del deseo de Dios para ellos… Le pido aprender a sentir, a mirar a las personas desde un corazón lleno de Abba Dios y tratarlas como las siento, miembros de la misma familia humana.
Se ha hecho un silencio grande en la gente… Escucho a Jesús que toma la palabra: ”Vosotros sois la sal de la tierra”… quedan sobrecogidos por lo que Jesús espera de ellos, los insignificantes… Se escucha: “¿Crees que nosotros podemos ser los que den sabor a las relaciones de nuestra sociedad?”… Jesús contesta: “Sí, vosotros sois porque vivís y queréis vivir la misericordia de Dios en vuestro ambiente”… Siento que es así y pido aprender a valorar a las personas por lo que son, no por apariencias…
4. JESÚS Y YO. ME SITÚO EN EL HOY
Se ha creado un ambiente de cercanía y confianza… Le pregunto a Jesús: “¿También yo soy sal o estoy llamado a ser sal?… Y Jesús: “Eso es. Tú ya eres sal, aunque no te lo creas… sigue siendo sal”… Me tomo mi tiempo para creerme sus palabras e impregnarme del modo como me percibe a mí”… También me tomo mi tiempo en agradecer a algunas personas que me han hecho sentirme sal…
Jesús continua: “Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada sino para ser tirada y pisada por los hombres, no sirve más que para ser esparcida para arreglar los caminos”… Se escucha el deseo de las personas de que su vida sirva para algo, sobre todo para dar sabor a la existencia… ¿Cómo me siento?… Pido… Doy gracias…
Jesús concluye: “Vosotros sois la luz del mundo. No se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa“… Esta parábola hace surgir nuestros mejores deseos. Escucho a unos y otros: “Quiero seguir siendo luz… quiero ser como la cera que ardiendo ilumina”… “Quiero ser como la batería solar que da calor porque permanentemente se carga por el sol y descarga su energía para poner en funcionamiento la sociedad»… Igualmente pido ser energía del amor de Dios que se regala…
5. COLOQUIO
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…
Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.