Responde a la confianza

Mt 25, 14-20

0. TEXTO

El reino de los cielos es como un hombre que, a punto de viajar a otro país, llamó a sus criados y los dejó al cargo de sus negocios. A uno le entregó cinco mil monedas, a otro dos mil y a otro mil: a cada cual conforme a su capacidad. Luego emprendió el viaje. El criado que recibió las cinco mil monedas negoció con el dinero y ganó otras cinco mil. Del mismo modo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil. Pero el que recibió mil, fue y escondió el dinero de su señor en un hoyo que cavó en la tierra… A los dos primeros les dijo: «Muy bien, eres un criado bueno y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo’». El último dijo: «escondí tu dinero en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo». El amo le contestó: «Tú eres un criado malo y holgazán…»

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Jesús sigue enseñando en las inmediaciones del templo. Comparando el reinado de Dios con un “hombre que al irse de viaje deja su fortuna en manos de sus criados”. Pues bien, lo mismo hace Jesús, que va a partir. Deja sus bienes, las llaves del Reino, o sea la posibilidad de hacer de esta historia una fiesta de bodas, en manos de sus amigos, de los Doce y de los discípulos. Qué confianza…

A cada uno le entrega, según su capacidad, cinco talentos, dos talentos y un talento. Supongamos 50, 20 y 10 millones de Euros. Los deja a cargo de todos sus bienes. Le puede salir bien o mal. No hay ningún papel firmado, sólo la confianza de que negociarán. El negocio de Jesús es el Reino. “Venga a nosotros tu Reino” rezamos en el Padrenuestro. Haced la fraternidad que podáis. Estamos en el contexto de no abandonarse, no ser perezosos ni cobardes, sino “velad”, dad lo más que podáis de vosotros, empleaos a fondo por que llegue el Reino, la fraternidad humana…

Negociando cada uno hace lo que puede, arriesgan en la confianza recibida y son capaces de sacar el doble de lo recibido. ¿Les paga por sus méritos, por lo que han producido? No, sino porque han respondido a la confianza depositada en ellos. Sin embargo, hay uno que guarda el dinero recibido bajo tierra. Se olvida de la confianza que han depositado en él y de lo que le han dado y se dedica a hacer su vida y busca una justificación a su irresponsabilidad. “Te tenía miedo”.

Pero es que no ha hecho nada, ni siquiera se ha molestado en dejarlo en el banco para que de intereses, se ha desinteresado por completo del asunto. Ha enterrado en tierra sus posibilidades de hacer algo por la fraternidad humana. Le han dado una gran responsabilidad, gestionar un montón de relaciones fraternas. Se ha desentendido de ello y ha hecho su vida durante todo ese tiempo. Se olvida de hacer un mundo para todas las personas. El que no hace nada malo. Alguien recordaba “No temo a los malos que hacen el mal, temo a los buenos que no hacen nada para evitarlo”.

Quien se apunte a colaborar en la fraternidad, que crea que Dios le confía un talento y no se lo cree, que avise para que no se cuente con él para este negocio de hacer el bien. Si quiere hacer su vida, que lo diga antes y que no se apunte, por ejemplo, a la Iglesia.

¿Lo del llanto y rechinar de dientes? Es muy de Mateo. Lo que quiere decir: se queda fuera de la felicidad del reino (bienaventuranzas), se hace inútil para sí mismo y para los demás.

2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en la escena, entro en ella, como si presente me hallase, me sitúo junto a Jesús o un poco más lejos. Seguimos en el recinto del templo. Miro y observo la situación de aquellas gentes que escuchan a Jesús. Son los empobrecidos. En un mundo donde la vulnerabilidad se hereda… los empobrecidos son los que no tienen más protector que Dios… Jesús intenta hacer un sitio para ellos (el Reino de Dios) en una sociedad donde quedan excluidos. Busca que sean hermanos y no parias. Procuro empaparme del aire de dignidad que allí se respira… y pido…

Escucho a Jesús, rodeado de los Doce y de tantos otros: “El reino de los cielos se parece a alguien que deja todos sus bienes en manos de sus criados… a uno le da cinco talentos de plata, a otro dos y a otro uno” (lo que tenía). Puedo seguir escuchando a Jesús: “Así es Dios. Os confía a vosotros su Reino. Vosotros estáis llamados a hacerlo realidad… sois sus manos y su corazón”… Lo saboreo y me emociono al escuchar a Jesús que confía en que Dios trabaja siempre, también en tiempos «sin futuro»… Me tomo mi tiempo para saborear la situación. Pido conocimiento interno de Jesús y deseo de esa esperanza que no se agota …

Jesús sigue: “Negociad, trabajad por el Reino, sed como los dos primeros, que arriesgaron en la confianza…» Podían no haber acertado, pero dieron fruto… A Dios no le preocupa cuánto produces, cuánta fraternidad consigues, sino tu empeño y tu entrega total a la causa… Saboreo la verdad del planteamiento… Le pido la generosidad de responder con generosidad…

Miro el panorama de los que le escuchan, sigo arropado por los Doce. No pierden palabra. Jesús cuenta la historia del que recibió un talento. Llega y, después de desenterrar el talento, se lo entrega. Ahí lo tuyo… Jesús me pregunta: “¿Qué has hecho en todo este tiempo? ¿En qué has empleado tu vida? ¿Cómo no has hecho nada por que llegue el Reino, la fraternidad? Yo confié en ti…” Me tomo mi tiempo para darme cuenta de las veces que no respondo a la confianza recibida…

4. JESÚS Y YO

Me sitúo con Jesús enseñando, rodeado de los cansados y agobiados por el peso de la vida , del vivir al día… Me mira como diciendo: con ellos es con quienes cuento. ¿También contigo? Y me coge un poco a contrapié… Le contesto que por supuesto que sí. Y le sigo escuchando: «A ti te confío estos talentos, hazlos fructificar…» Voy mirando lo que pone en mis manos: qué medios, qué cualidades (sinceridad, bondad…), qué oportunidades (de estudios…). Me tomo mi tiempo para agradecer tantas posibilidades recibidas…

Jesús sigue diciéndome: “negocia, trabaja por el Reino, no tengas miedo de arriesgar en la confianza, ni de fracasar…» Que pases por el mundo haciendo el bien, aunque no haya quien lo aprecie… Le pido que me lo crea y me tomo un tiempo para darme cuenta de que eso va para mí… Me mira con la sinceridad de quien me anima a asumir su ausencia del lugar de los vivos… Le rezo: Señor no tienes manos… Señor no tienes ojos… Señor…

Escucho a Jesús, que me dice: «Tal y como se está poniendo la situación con la pandemia, se van a necesitar manos para acompañar a los sin techo, a los sin trabajo, sin salud, sin relaciones… Va a ser importante arrimar el hombro, aunque sea para ‘salir’ menos y así hacer más por los demás”. Acojo de corazón… y trabajo el deseo de ponerlo en práctica, dejo que esta situación me empape.

Le pido aprender a crecerme cuando parece que todo son dificultades, aprender a orar responsabilizándome de la realidad, aprender que Dios sigue trabajando siempre también cuando yo estoy desanimado, incluso cuando la sociedad se siente desolada… Pido aprender a confiar en toda situación, por complicada e incomprensible que sea e incluso peligrosa para mi futuro, mis bienes, mi persona… Saboreo la situación, porque me levanta el ánimo… Pido tener sus mismos sentimientos… le escucho decir “confía”.

5. COLOQUIO

Resumen de lo vivido en la oración: un texto, una palabra, una imagen… lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, aquello con lo que me identifico… Le pido, le doy gracias…

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