Despierto con tu lámpara y tu aceite

Mt 25, 1-13

Imagen de Bhikku Amitha en Pixabay.

0. TEXTO

El reino de los cielos podrá entonces compararse a diez muchachas que, en una boda, tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco previsoras… Las previsoras llevaron frascos de aceite además de las lámparas. Como el novio tardaba en llegar, les entró sueño a todas y se durmieron. Cerca de medianoche se oyó gritar: “¡Ya viene el novio!” y las que habían sido previsoras entraron con él a la fiesta de la boda. Permaneced despiertos –añadió Jesús–, porque no sabéis el día ni la hora.

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Estamos en las enseñanzas últimas de Jesús. Sigue con el tema del reinado de Dios como una boda (lo que Dios desea para aquel pueblo, todos invitados, todos con sitio, todos de fiesta…). Recordamos las costumbres de las bodas de su tiempo. Después de un año de desposorios, se celebraba la boda. En la casa de la novia estaban sus amigas. Y todas con la novia, van a casa del novio. Este ritual comenzaba con la puesta del sol. Hacían falta, por tanto, lámparas para caminar de noche.

Vamos ahora al relato del evangelio. Lo realmente importante en el texto es la luz. Recordamos en Mt 5: “vosotros sois la luz del mundo”. La luz es lo que les permite entrar en la boda. Las lámparas de las necias se están apagando y lo que permite que tengan luz es el aceite. ¿qué es el aceite? Volvamos de nuevo a Mt 7, 24-27.  Habla de los necios, (lo mismo que las doncellas) como “aquellos que construyen sobre arena, es decir, escucha la Palabra y no la pone en práctica”. El aceite es la práctica de las buenas obras.

Al contrario de lo que sucede en las bodas, no tienen que ir a casa del novio, sino que el novio (Jesús, Dios) sale a buscarlos a la situación en que se encuentra aquel pueblo. También la comunidad de Mateo puede sentirse cansada de tanto esperar a que algo cambie, que Jesús (Novio) llegue y aquella sociedad de un giro radical, que lleguen los tiempos de la boda. ¿Su riesgo? Abandonar. Hacerse necios, no prudentes. Dejar de hacer el bien por cansancio.

¿Qué hacer? Primero, creer que de verdad el novio llega, que otros tiempos llegan… Segundo, colaborar para hacer que estos tiempos sean realidad. Es decir: «Velad porque no sabéis ni el día ni la hora». El cambio viene desde dentro, desde mi interior, porque creo que Dios está trabajando por nosotros, por mí, y yo colaboro para que esa realidad sea posible. Puedo hacer con otros, puedo hacer en equipo… pero mi aportación es fundamental. Nadie puede hacer las cosas por mí, ni en mi lugar, las prudentes en lugar de las necias. Yo no puedo hacer el bien en lugar de otra persona, yo solamente puedo aportar mi aceite.

Esto vale también para este tiempo de pandemia. Puede ser la ocasión de tirar la toalla, porque hay muchas novedades, los problemas se me acumulan, las indicaciones sanitarias me agobian… o bien puede ser la ocasión de repensar el trabajo, la vida, la oración, el descanso, la vida de familia, la comunidad cristiana a la que pertenezco, la atención a quienes están peor que yo, de conectar si no presencialmente, sí, al menos, comunicándome de otras formas con lugares y personas que lo necesiten…

2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en la escena, entro en ella, como si presente me hallase, cerca o lejos de Jesús y los Doce. Estamos en el recinto del templo y Jesús sigue enseñando… Me fijo, miro y observo la situación de aquellas gentes que escuchan a Jesús: mal alimentados, con poca ropa, viviendo al día, con la esperanza puesta en Dios. Es una situación que se repite y que no cambia a mejor. En todo caso, las cosas cambian, pero a peor. Me tomo mi tiempo para darme cuenta de lo difícil que lo tienen para mantener la esperanza… Huelo aquella situación, como para que se me meta en mi interior y cargue con ella…

Miro entonces a Jesús, que parece que en aquella situación se inspira y les cuenta esta parábola para mantener la esperanza. Le escucho: «El reino de los cielos se parece a diez doncellas… que salieron a recibir al novio». Llegan tiempos de boda, hay futuro y un futuro mejor. Me fijo en la gente, que sintoniza con Jesús y se les llena el corazón de esperanza… Él es la luz en aquella situación de oscuridad. Saboreo la situación y pido Conocimiento interno de Jesús y deseo esa esperanza que no se agota…

Estando con Jesús, escucho cuando les cuenta que las doncellas necias se han cansado de hacer el bien… Muchos de sus oyentes se sienten identificados. Miro también a los Doce y descubro situaciones semejantes que les suceden y me suceden… Pido no caer en el desánimo y confiar en que Dios sigue vivo y trabajando por nosotros, por mí, todos los días… Agradezco que Jesús no se ande con paños calientes y sitúe el problema en su sitio… Saboreo la verdad del planteamiento.

Me sitúo en el final de la escena: permaneced despiertos, velad… no seáis como las necias, que se han cansado de hacer el bien porque el novio tarda. Dios no está ausente… Miro a la gente que parece que pasa de estar encogida a tomar fuerzas para caminar… Me tomo mi tiempo y degusto tanto la situación de ánimos de las personas que le escuchan como las palabras y la vitalidad de Jesús, que hace resurgir la esperanza porque Él se lo cree, lo vive y lo contagia… y permite que la vida, la luz, la candela de cada uno siga haciendo lo bueno… Me tomo mi tiempo…

4. JESÚS Y YO

Sigo en la escena del recinto del templo y Jesús enseñando rodeado de tantas gentes que le escuchan. Son los cansados y agobiados por el peso de la vida dura, del vivir al día y de la manera de comprender la vida desde un dios duro, exigente… de quien imploran misericordia… Jesús se siente de los suyos, me anima a que me coloque junto a sí y me sienta como a uno más de ellos… Miro sus rostros, sus manos curtidas, su deseo de algo nuevo, hasta noto un olor especial… oler a pobre… Me tomo mi tiempo para asimilar… Me pregunta cuán cerca o lejos estoy en mi vida de ellos. ¿conoces a alguna persona que viva situaciones así y le conozcas por su nombre? ¿En qué nivel social vives? Gustar y sentir la situación. Le pido su sensibilidad para que haga mía estas situaciones…

Jesús me mira cuando cuenta la parábola de las diez doncellas… Me dice que Dios está deseando que la humanidad viva tiempos de boda, nos convoca a la boda de su Hijo. Se dirige a mí animándome a que yo sea uno de los que viva así el tiempo presente… Le agradezco, pero le cuento que no estamos para bodas, que la pandemia está impidiendo las relaciones, los abrazos, lo presencial, que la enfermedad es una lotería, que vamos por el millón de contagios, de ellos muchos muertos. Estamos más de funeral… Le pido que no me deje llevar por el desánimo, ni me centre en mis intereses.

De nuevo me mira y me dice: toma tu candela, sé luz del mundo, lleva contigo tu aceite, no dejes de estar cerca de los que más necesitan, sin techo, sin trabajo, sin salud, sin relaciones, sin nadie que les diga una palabra de aliento, como si incluso Dios no les hiciera caso…  Me tomo mi tiempo para estar cerca y aprender de ellos cómo viven esta situación, cómo mantienen la esperanza… Le pido aprender de los que en situaciones más complicadas que la mía no pierden la confianza… dejo que esta situación me empape.

Cerca de Jesús sigo aprendiendo de su confianza inquebrantable en Dios. Me anima a hacer una oración que se responsabilice con la realidad, para que nuestra acción sea más resistente al desaliento, con más capacidad de encajar las dificultades, poniéndonos más en el lugar del otro… Disfruto la situación porque me levanta el ánimo… y trato de descubrir cuál es el paso siguiente a dar en mi vida tras esta oración… le pido tener sus mismos sentimientos… le escucho: sigue en vela…

5. COLOQUIO. Resumen de lo vivido en la oración: un texto, una palabra, una imagen… lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, aquello con lo que me identifico… Le pido, le doy gracias…

keyboard_arrow_up