¿Qué hacemos con el mal?

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Mt 13, 24-43

Imagen de Rdn Stock Project (Pexels)

 

0. TEXTO (leer los versículos enteros)

«Jesús les contó esta otra parábola:

– El reino de los cielos puede compararse a un hombre que sembró buena semilla en su campo (…) Llegó un enemigo que sembró mala hierba entre el trigo y se fue (…) ‘¿Cómo es que ha salido mala hierba?’ ‘¿Quieres que vayamos a arrancar la mala hierba?’. ‘No, porque al arrancar la mala hierba podéis arrancar también el trigo’ (…) 

 Jesús les contó también esta parábola:

– El reino de los cielos se puede comparar a una semilla de mostaza que un hombre siembra en su campo (…) 

También les contó esta parábola:

– El reino de los cielos se puede comparar a la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina para que toda la masa fermente.»

1. SITUACIÓN 

Por medio de la primera parábola se trata de dar respuesta al problema del mal en el mundo: ¿Qué hacemos con el mal? ¿Por qué existe el mal en el mundo? Pero si Dios ha hecho todo bueno (Génesis), ¿no ha sembrado la buena semilla (en el corazón humano)? ¿De dónde proviene el mal? Ha sembrado cizaña un enemigo. El mal existe.

Jesús no busca explicación… constata la realidad. Pero el mal no está a la misma altura que el bien. Necesita del bien para hacerse ver. Sin el bien, sin el trigo, la cizaña sería irrelevante. En un periódico aparecía una viñeta preciosa y en ella una figura en forma de diablo que decía: “No seáis crédulos, el diablo no existe”.

Entonces… Qué hacemos, ¿arrancamos la cizaña? Recordemos que Jesús contaba estas parábolas posiblemente cuando el movimiento celote asumía la lucha armada contra el ejército de ocupación romano. Jesús opta por no arrancar, por no utilizar la violencia para eliminar de raíz a los que llamamos “malos”. No arranques la cizaña porque puedes arrancar el trigo. ¿Cuántas veces hemos oído hablar de los daños colaterales? Podríamos citar cientos de ejemplos. Nuestra vida va a ser una lucha continua con las situaciones de mal social que nos encienden, pero también con el mal que atraviesa nuestra persona. Aprendamos a asumir el mal en la sociedad y en mí, puesto que con él voy a convivir toda la vida.

Mateo es el que, al final de la parábola, en lenguaje judío introduce estos contrastes: blanco y negro, bien y mal, al granero y al fuego… ¿Os imagináis a una madre echando al fuego a su hijo? ¿Y a Dios? Este el modo propio de hablar de la cultura semita. Las otras dos parábolas son la fuerza de lo insignificante. Lo pequeño, lo oculto… es lo que sorprendentemente obra un crecimiento. Jesús utiliza dos parábolas, una para el mundo masculino: el que siembra (era el hombre) y otra para el femenino: la levadura (la que hacía el pan era la mujer).

2. HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me hago presente en el texto, uniéndome respetuosamente a Jesús, los doce, las mujeres y otros discípulos presentes en la orilla del lago… Veo a Jesús que se sube a una barca, yo cerca de él, y se sitúa en el momento de violencia que se está viviendo en la Galilea que le vio crecer: los impuestos del Imperio, la dureza de la religión con cientos de obligaciones imposibles de cumplir, la dificultad de alimentar a sus familias… Me tomo mi tiempo para hacerme con la situación…

Comienza a comentar una parábola adecuada a la situación: ¿Qué hacer con el mal? Escucho con calma y toda mi atención: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó.» El sembrador que sembró semilla buena en su campo…, en este caso es Jesús quien va sembrando la semilla en el corazón de los que le escuchan… Saboreo el deseo de Jesús…

Escucho la propuesta de Jesús: Aprender a convivir con el mal presente alrededor… veo que a muchos de los presentes les cuesta asumir que crezcan juntos el mal y el bien… Es decir, no emplear la violencia para arrancar el mal (y el malvado) de la tierra de los vivos… Saboreo la actitud de confianza de Jesús: “Espero que mi palabra acabe enraizándose en el corazón de los que me escuchan y que acabe dando frutos de no violencia activa, valiente y creativa”…  Me detengo en ese mensaje y pido que calen en mí estos deseos de Jesús.

4. JESÚS Y YO

En medio de esa situación descubro que Jesús va contando lo que desea para quienes le escuchan y también para mí: El pacifismo activo… “Tranquilo, el mal crece sobre el bien, necesita el bien para poder crecer”… Me tomo mi tiempo… Trato de hacer mío su mensaje… Pido que así sea en mi vida…

Recuerdo que el mal nace incluso sobre grandes deseos de bien. Repaso algunos ejemplos, incluso en la Iglesia: los inicios del Banco Vaticano por Pablo VI para ayudar a las misiones del mundo y ahora el Papa Francisco arreglando la corrupción de dicha Banca…El motivo de que el mal brote entre el bien que está en marcha tiene que ver con nuestra libertad y con nuestra limitación.

Le cuento a Jesús la dificultad que yo tengo de convivir con el mal, cómo me indigna y cómo siento ganas de arrancarlo a mi alrededor… Veo que me cuesta asumir el dejar crecer juntos el mal y el bien… Es decir, no emplear la violencia para arrancar el mal (y el malvado)… Le pido que me abra a esta comprensión mucho más humana, mucho más valiente y creativa que la violencia… Que vaya aprendiendo a mirar la realidad desde el cariño de Dios que no quiere la muerte del malvado, sino que se convierta y se salve, y no como en las películas de buenos y malos, donde se trata de acabar con éstos… Pido que calen en mí estos deseos de Jesús…

5. COLOQUIO

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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