Puestos a prueba

Mc 1, 12-15

 

0. TEXTO 

Después de esto, el Espíritu llevó a Jesús al desierto. Allí vivió durante cuarenta días entre las fieras, y fue puesto a prueba por Satanás; y los ángeles le servían.

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Jesús lleno del Espíritu. El Espíritu conduce o empuja a Jesús desde su interior. Jesús se pone totalmente a disposición de Dios, como un cuenco enteramente dispuesto a recibir a Dios. Es allí donde Dios encuentra el espacio para situarse plenamente en la persona y para plenificarla. (Recordar los vacíos de las figuras del santuario Aranzazu que significan esto mismo). Jesús lleno del Espíritu es conducido al desierto. Allí es tentado-puesto a prueba por Satanás. A lo largo de la vida el Maligno estará presente en el evangelio de Marcos en forma de personas y situaciones diversas que después contemplaremos. De hecho queda recogido en el Padrenuestro: no nos dejes caer en tentación

Nuestra vida es una lucha interior con nosotros mismos. Ganhdi solía decir que la lucha más difícil era la lucha con uno mismo. La lucha por ser auténtico diríamos hoy. Esta lucha, como en tiempos de Jesús, es entre el bien y el mal que me habitan. Ambos luchan, pero es importante caer en la cuenta de que el mal se aprovecha del bien. Lo original es que somos imagen y semejanza de Dios. Con nuestra finitud y libertad, por ambas se cuela el mal.

Por eso es importante distinguir esos dos Espíritus en las situaciones concretas de nuestra vida. Es lo que llamamos el discernimiento de Espíritus. Es bueno distinguir cuándo los pensamientos y sentimientos me impulsan a la autenticidad y cuándo no, o cuándo me engañan. Por eso san Ignacio solía pedir a Dios: “Que tu santa voluntad sintamos y fielmente la cumplamos”. A medida que vamos teniendo más trato, más afinidad, más sintonía con Jesús, tanto más iremos en su Espíritu. Esa es nuestra brújula, el sentido de nuestra fe, ir en sintonía con los sentimientos de Jesús. Nuestra brújula no es leyes ni dogmas. Éstos son mojones en el camino. Pero Jesús, lleno del Espíritu, también fue tentado, probado. Y su brújula era la sintonía con el Espíritu de Dios-Abba.

El desierto es el lugar de la prueba, de la purificación de nuestra persona. ¿Y si tomamos esta cuaresma como desierto, como lugar de prueba?, ¿y si aprovechamos esta cuaresma para ganar en libertad de lo que nos ata? Averiguo a qué estoy atado: a mi posición social, a los ahorros del banco, al qué dirán, a mi imagen, a reconocimientos, a la envidia, a la comodidad, a los placeres, al bien comer, al consumismo, a algún programa de televisión, etc, y trato de probarme durante 40 días (cuaresma que recuerda: 40 años de desierto, 40 días Elías en el Horeb, 40 días de diluvio, 40 días Moisés en la montaña…). Allí donde el pueblo de Israel no pudo ser fiel a Dios, Jesús lo fue.

¿Y si planteásemos una cuaresma social-laical? Xavier Casanovas escribía hace un tiempo: «Creo que nos convendría mucho una versión laica de la Cuaresma. Así como la administración promueve y celebra el carnaval o las fallas, también podría promover un tiempo en el que, como sociedad, de forma compartida y consensuada, recordemos nuestra finitud y la de nuestro planeta. Si no, el exceso de positividad, nuestras vidas aceleradas, la pulsión consumista, el compartir y celebrar solo el ruido y el exceso, pero nunca la pausa o el silencio, convertirán nuestras sociedades en rehenes de la felicidad impuesta por una fiesta sin sentido».

2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Desde Jesús resucitado y con Él vamos a hacer una contemplación que nos ayude a descubrir los momentos en que sintió la tentación en su vida pública: (Mc 1) desierto; (Mc 8, 11-12) señal del cielo; (Mc 8, 31-33) aparta de mí Satanás; (Mc 12, 14-15) denario del César; (Mc 15, 31-32) que baje de la cruz.

Me sitúo en presencia de Jesús, con Él personalmente, una presencia indudable, que noto cercana en mi interior pero difícil de describir. Nos vale con situarnos ante esa presencia. Me sitúo también con otras personas, las de mi comunidad, las de mi casa, alguna persona amiga, alguien que necesita paz… o alguien que quisiera que escuchase estas pruebas-tentaciones en primera persona. Jesús nos recuerda: “Yo siempre estoy con vosotros, hasta el fin de los tiempos”. Ahora tomamos conciencia de su presencia… Nos recibe, nos acoge a nosotros que estamos en camino de vivir nuestra vida con deseos de autenticidad… Nos sentimos aceptados, acogidos, perdonados… por Dios, por Jesús… ¿Cómo me encuentro?… saboreo el estar… y me tomo mi tiempo…

Me sale de dentro desear vivir como Él las pruebas que me trae cada día. Me sorprende con una pregunta: ¿A qué te sientes atado, especialmente atraído, apegado?: a tu posición social, a la seguridad de los ahorros, al qué dirán, a la imagen que tienes de ti, a ser reconocido… ¿Estás apegado a la envidia, a la comodidad, a los placeres, al consumismo, incluso a algún programa de televisión?… Le escucho con atención y voy descubriendo entre ellos aquel apego que más me hace perder la libertad, aquello ante lo que no soy libre… ¿Cómo me siento? Le pido capacidad de darme cuenta de aquello que más me hace perder mi libertad… y fuerza para superarlo…

Estoy con Él, cuando me invita a recorrer y a vivir algunos de los momentos en que se sintió tentado. Me cuenta que pasó un tiempo de desierto donde se sintió sometido a prueba. Y dice: “Recordad que tenéis vuestro particular desierto, de soledad, de conflictos internos, de dificultad y luchas… donde parece que os quedáis solos, sin apoyos, a oscuras. Os van llegando los miedos en forma de pensamientos de este estilo: ya sabes dónde te vas a meter, si nadie te lo va a agradecer, total para pasar inadvertido…» Me tomo mi tiempo… Luego me dice: en esas situaciones “busca en tu interior las experiencias que te dan confianza. Dios siempre está, aunque no le notes, el sol está, aunque haya nubes”… ¿Cómo me siento?… Le pido a Él la capacidad de afrontar mis miedos y mis conflictos… y pido que lo sepa hacer sin miedo…

Jesús me sigue contando: después del signo de los panes… “salieron los fariseos y se pusieron a discutir conmigo, pidiéndome, para tentarme, una señal del cielo. Y yo les dije que no hay ningún signo”… Me quedo un poco sin saber por qué les dice eso…  adivina mi interrogante y me dice: “con las personas que para hacer el camino tienen que tener todo atado y bien atado, seguridades y certezas, es decir un signo indudable del cielo, es imposible caminar porque no asumen el riesgo de la aventura del Reino… a cada paso nos obligarían a pararnos… cuando lo nuestro es aprender entre tinieblas”… Empiezo a entender la tentación de la seguridad… Le pido vivir en la confianza de que Dios nos guía, que trabaja por nosotros en todas las cosas… y me tomo mi tiempo para saborear la confianza en el caminar…

4. JESÚS Y YO

Sigo escuchando a Jesús, juntamente con aquellas personas con quienes me he acercado. Jesús se fija en mí y me anima a vivir los conflictos y las dudas, sin tirar la toalla, sin asustarme, sin perder los papeles… sin salirme del camino… me sitúa en la escena, cuando les dice que llegaran vejaciones y rechazos por parte de las autoridades y Pedro le dice que Dios no lo quiera. “Pedro, nos dice Jesús, soñaba con el éxito, con que todo iba a ir sobre alfombra de terciopelo. El fracaso y el rechazo no entraban en sus planes. Tuve que decirle: Pedro detrás de mí. Que eres un estorbo en mi camino. Si quieres venir conmigo, sígueme”… Le pido que me vaya librando del apego al triunfo, al éxito, al que todo vaya bien, que me vaya librando del miedo a los rechazos, y a los sufrimientos… ¿Cómo me deja esta manera de hacer de Jesús?… Sigo pidiendo… hago silencio… me tomo mi tiempo.

Estoy en sintonía, conectado a la persona de Jesús. Ahora me mira con esa bondad y esa verdad tan propias de Él. Nos recuerda otro momento importante, allí en la explanada del templo, cuando los fariseos con sus escribas se acercaron a preguntarle por el tributo al César. “Tomé la palabra y les dije: hipócritas, por qué me tentáis, como si pagar el tributo o no fuese la práctica determinante de estar en la verdad de Dios, si uno es de Dios o no”. Entonces comprendí un poco más que para Jesús el Reinado de Dios llega por la transformación del corazón y no por la toma de postura ante una práctica concreta. Procuro visualizar la escena y su mensaje para aprender a librarme de los clichés que se llevan de progre, carca, izquierdas, derechas… a ver la autenticidad de las personas y no las apariencias… Lo saboreo en mi  interior para que cale en mi corazón… y lo pido.

Jesús me cuenta, nos cuenta, su final en la cruz. Recuerdo cuando lo perdió todo, los amigos de misión, se quedó sólo, incluso uno le traicionó. Perdió su reconocimiento social, cuando uno muere crucificado es como maldito, porque Dios no puede querer a uno que muere así. Perdió su misión, aquello por lo que había luchado toda la vida. Perdió la vida… Y le pregunté ¿Cómo no tiraste la toalla y te hundiste en esa situación?, ¿cómo llegaste hasta el final? Y me dijo: “La confianza, la fidelidad… sin comprender… ya sabrá Dios por dónde salir”… Pido esperanza frente a toda dificultad… y no soluciones en el momento: “Que baje de la cruz y entonces creeremos”… Pido guardar en mi interior sus palabras y su fidelidad… me tomo mi tiempo

En presencia de Jesús, y pensando que 40 días pueden ayudar a asumir y enfrentar las pruebas de la libertad, me animo a sugerirle a Jesús algunas pistas que nos descoloquen y pongan en juego nuestra libertad y nuestros apegos. Le cuento: sabiendo las limitaciones del Covid ¿Y si iniciamos en algunas parroquias un espacio de silencio, oración (parroquias abiertas para orar); incluso un espacio de silencio acompañado en Casas de cultura; un día de sueldo para necesidades socioambientales; un ayuno con otras religiones el día de viernes santo… Me mira con cariño… ¿A qué me anima su mirada?, ¿cómo me deja? Le pido creatividad y fortaleza para iniciar una cuaresma vital para ganar en libertad…

5. COLOQUIO

Con Jesús. Lo hago en forma de resumen de lo vivido en la oración. Le cuento lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, un texto, una palabra, una imagen… Le pido, le doy gracias…

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