¿Asumimos el reto de darnos?

El 10 diciembre de 2020, el grupo Oikos se reunió de nuevo para compartir reflexiones y reacciones a la conferencia online «La espiritualidad ignaciana y el cuidado de la casa común» presentada por José Ignacio García SJ en el marco del encuentro online de Provincia sobre ecología celebrado el pasado mes de octubre.

La Espiritualidad Ignaciana puede parecer poco ecológica de primeras. Pero hay una primera apreciación que es importnate hacer cuando San Ignacio habla del Principio y Fundamento: la cuestión de fondo que el invita a abordar tiene que ver más con el buscar ser libre que sobre el utilizar las cosas en sí. Tendemos a aferrarnos a las cosas en vez de hacernos «indiferentes», libres frente a ellas. Hay una clave de la espiritualidad ignaciana que nos invita a que nada de lo que hacemos uso nos quite libertad. Debemos mantener siempre la relación de las cosas como medio y no convertirlas en un fin. Si miramos al fin, reducimos el riesgo de caer en el utilitarismo.

El examen ignaciano es una herramienta importante que nos sitúa adecuandamente frente a la Creación empezando con la acción de dar gracias por los bienes recibidos y continúa pidiendo luz para mirar el mundo y nuestra vida como Dios la mira, con una bondad intrínseca y sin condiciones. Trabajaremos en el futuro sobre el examen en clave ecológica.

¿Cuál es el principal reto para nuestra espiritualidad? Habría dos posturas: la que busca incorporar la comprensión ecológica de forma integral a la espitualidad o la que se limita a añadir el tema sin integrarlo dentro de la espiritualidad ya practicada. Consideramos que ambas vertientes tienen sentido y pueden combinarse. Nuestra espiritualidad no tiene por qué hacerse ecocéntrica, si bien podemos considerar a la ecología como elemento necesario, esta no tiene porqué desplazar del centro a la persona. Al fin y al cabo, la ecología no es solo por la misma ecología, sino por la humanidad que la habita. Debemos incorporar a nuestro compromiso creyente la cuestión ecológica. Pero necesitmos medios para que se produzca una conversión en clave ecológica. Todo está relacionado. El examen es una herramienta que nos sirve para ir viendo la manera de integrar en nuestra espiritualidad la mirada ecológica. Todas las personas creyentes necesitamos hacer, en mayor o menor medida, una conversión en clave ecológica.

Debemos hacer una revisión de cómo nos relacionamos con las cosas y con las personas. Si no vivimos en un entorno ecológico amable, habitable, bueno, no podemos desarrollarnos plenamente. No solo es cuestión de perder belleza paisajística, ni siquiera biodiversidad, sino darnos cuenta de cómo afecta a la integridad de nuestras vidas la degradación medioambiental.

El vídeo nos dice que Dios siempre está dándose en la realidad pero las personas podemos darnos o no. El reto ambiental abruma pero debemos asumir en mayor o menor medida nuestra responsabilidad y complicidad con el pecado estructural del maltrato a la Creación. ¿En qué medida somos partícipes de la cultura consumista? ¿Qué grado de culpabilidad asumo? Es de vital importancia que descubramos el alcance de nuestras acciones individuales y colectivas y, al saberlo preguntarnos: ¿qué compromiso estoy dispuesto a asumir? Nos podemos perder en lo «macro» y autoengañarnos diciéndonos que la acción individual de una sola persona es insignificante. Es verdad que hay cuestiones sobre las que no tenemos elección como individuos pero también las hay sobre las que sí: en nuestro modo de consumir, de movernos, de vivir y convivir. Podemos elegir darnos. Queremos elegir darnos.

Terminamos con una oración: la plegaria de la serenidad.

Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar
y sabiduría para entender la diferencia.

Viviendo día a día;disfrutando de cada momento;
sobrellevando las privaciones como un camino hacia la paz;
aceptando este mundo impuro tal cual es
y no como yo creo que debería ser,
tal y como hizo Jesús en la tierra:
así, confiando en que obrarás siempre el bien;
así, entregándome a Tu voluntad,
podré ser razonablemente feliz en esta vida
y alcanzar la felicidad suprema a Tu lado en la próxima.

Amén.

keyboard_arrow_up