Mt 10, 26 – 31
0. TEXTO (leer los versículos enteros)
«No les temáis. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. Lo que yo os digo en la oscuridad, repetidlo en pleno día; y lo que escuchéis al oído, proclamadlo desde lo alto de las casas. No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Temed más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena. ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. Vosotros tenéis contados todos vuestros cabellos. No temáis entonces, porque valéis más que muchos pájaros. Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres.»
1. SITUACIÓN
La comunidad de Mateo se encuentra con toda suerte de dificultades para testimoniar el evangelio. Es la comunidad de cristianos judíos que viven después de la caída de Jerusalén y el Templo en manos de los romanos, algo terrible para los judíos que acaban dispersados y sin patria. Y por otra parte, las autoridades romanas castigan al que se declare cristiano con pérdida de bienes, cárcel o incluso muerte. Es en esta situación, en sus asambleas, eucaristías, cuando recuerdan las palabras de Jesús acerca de las dificultades que vivirán al anunciar el evangelio.
La primera dificultad es el miedo. ¿Lo contario a tener miedo es tener valentía? Jesús no les propone tener valentía, sino tener confianza. La valentía de las propias fuerzas tiene corto recorrido. La confianza de sintonizar con la onda de Alguien que cuida de todos, “Incluso los cabellos de vuestra cabeza están contados…”, tiene más garantías de durar.
Por eso anunciad el evangelio sin miedo. Cuando nos entra temor, por ejemplo ante un auditorio hostil, o ante una situación en minoría, es frecuente que nuestras palabras se acomoden al que nos escucha para no ser ridiculizados, difamados ó excluidos. El miedo impide manifestar el mensaje del evangelio íntegro, sin guardarse lo que enfade a quien tenemos delante, sea poderoso, o sea un grupo de presión.
Y dentro de los miedos ¿a quién temer? “Temed más bien al que puede llevar cuerpo y alma, a la persona, al abismo” El que te quita el cuerpo: te someta a daños físicos, de extorsión, de difamación… puede fortalecer tus convicciones, tu fe. El problema es el que te quite el alma: los deseos de vivir en la onda de la fraternidad, en gratuidad, en autenticidad y hace que de ti se apodere la apatía, la desgana y el capricho. Estos tres compañeros de camino nos llevan a la muerte social y personal.
2. HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me sitúo en el texto, que es para que yo lo viva hoy. Me uno respetuosamente al grupo de Jesús y los Doce. Están en un lugar recogido a las afueras de un pueblecito de Galilea, donde encuentran cierta intimidad. Están en el momento de iniciar una actividad a favor de la fraternidad, en un entorno adverso, incierto, y se sienten como ovejas en medio de lobos… Me hago presente en esa situación. La siento como propia, también siento vértigo… Me tomo mi tiempo estando ahí…
Veo a Jesús, que en medio de esa situación no ha perdido la paz, y que trata de motivar a los Doce. Oigo cómo les habla: “No les tengáis miedo…”, cómo trabaja la confianza: “Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados… Dios cuida hasta de los pajarillos que no pintan nada… Estáis en buenas Manos, valéis más que muchos pajarillos”… Repito sus palabras a fin de hacerlas mías de corazón…
Yo también tengo el mismo miedo de los discípulos a salir para ser testigos… y al mismo tiempo la alegría de iniciar algo tan gratuito, que devuelve la dignidad perdida a los sin sitio, que toca los corazones de todos hasta sentir a los otros como de la familia… Y me preparo con los apóstoles para dar la cara por los sin rostro… para vivir a la intemperie sostenidos por las Manos del Dios de la Vida… Pido tener esos mismos sentimientos de confianza que tiene Jesús…
4. JESÚS Y YO
Hay un momento en que Jesús se dirige a mí: “No tengas miedo de ir a contracorriente del consumismo y de la indiferencia… No tengas miedo de perder tu estatus… No tengas miedo de no subir socialmente porque has elegido permanecer junto a los que han sido bajados y empobrecidos… No tengas miedo de estar cerca de los que nadie está…” Le pido hacer míos estos deseos…
Apoya su mano sobre mi hombro y noto como si mis miedos sanasen, es como si sintiera su fuerza para caminar por las calles y plazas de esta sociedad, para encontrarme con personas y grupos, tanto con los llenos de gratuidad, como los llenos de intereses… deseándoles, con mis palabras y mis acciones, que reciban ese Aliento Vital que les haga sentir vivos… Me tomo mi tiempo…
En confianza le pregunto a Jesús qué es perder el alma y me cuenta: “Es cuando alguien que tiene deseos de vivir y hacer vivir, a base de ser rechazado, calumniado, ridiculizado… abandona todas las ganas de vivir y hacer bien, se convierte en alguien que vegeta por la vida, vive como muerto viviente “sin chicha ni limonada”»… Le pido que nunca pierda el Espíritu, el Aliento de Vida, la esperanza…
5. COLOQUIO
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…
Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.