Mt 10, 37-42

0. TEXTO (leer los versículos enteros)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«- El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará.
El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.»
1. SITUACIÓN
Seguimos en el discurso de la misión de la comunidad de Mateo. Recordemos que los cristianos eran un grupo declarado ilegal, y por tanto, reconocerse cristiano podía suponer perder todos los bienes, ser encarcelado o incluso ser ejecutado. Esto conecta con la vida de Jesús, que mantiene las esperanzas del pueblo iniciadas por Juan el Bautista, ejecutado por los romanos y sospechoso para las autoridades judías por profeta.
Jesús en el evangelio de hoy trata de arraigar las motivaciones de sus seguidores. Les sitúa ante los riesgos que afectivamente más les puede costar asumir, en concreto tres:
Primero: Los lazos familiares. Las familias eran clanes y la posibilidad de sobrevivir en aquella sociedad era formar parte del clan familiar. Seguir a Jesús es dar prioridad al evangelio y su causa, por encima de la familia. “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí…” (Esto lo vivieron los levitas en un momento de su historia, Dt 33).
Segundo: La propia vida. “El que trate de salvar su vida la perderá. El que la pierda por mí la salvará”. Es decir, el que la viva para sus intereses, egoístamente, la perderá, pero quien la viva desde el Amor servicial, la salvará para sí y para otros. Además, Jesús les recuerda que el modo como se castigaba la insumisión al poder establecido, en concreto a Roma, era con la cruz. Por eso Jesús les dice: “El que no toma su cruz y me sigue no puede ser discípulo mío”.
Y tercer riesgo: Quien recibiera en su casa a algún cristiano perseguido acogía a alguien de un grupo ilegal. Se podía convertir en colaborador, colaboracionista de un grupo proscrito y por tanto objeto de represalias por los romanos. De ahí que: “Quien os reciba a vosotros, a mí me recibe…” Y especifica la acogida: “Quien reciba a un profeta, a un justo, al más pequeño de mis discípulos, no quedará sin recompensa”.
2. HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me sitúo en el texto. Me uno respetuosamente al grupo de Jesús y los Doce en ese lugar a la salida del pueblo. Están en una situación adversa… Veo cómo Jesús trata de afianzar las motivaciones de los Doce: “Si perdéis la vida por esta causa y por mí, la ganaréis”… Estoy con los Doce, escuchando estas palabras con miedo pero con deseo de vivir conectados con Jesús para poder llevar a cabo su misión, con sus riesgos… Ya que de todos modos la perderemos, por lo menos que la perdamos humanizándonos y humanizando… Voy haciendo mías estas palabras para poderlas vivir…
Escucho a Jesús diciéndoles a los Doce, «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí”… Miro las actitudes de disponibilidad total de Jesús. Si predica esto, es porque ya lo está viviendo. Ha tomado distancia de su familia y ha comenzado una nueva familia con los Doce y algunas mujeres que le acompañan… en el deseo de hacer posible la familia humana que supera el clan y el pueblo… Descubro que me elige a mí para hacer lo mismo… Me quedo en silencio asumiéndolo…
También le escucho: “El que trate de salvar su vida la perderá. El que la pierda por mí la salvará”… Empiezo a entender que es preferible vivir arriesgando por el bien y la justicia y ser considerado ilegal, que plegarse a la injusticia dentro de la legalidad… Es decir, ya que de todos modos vamos a morir, mejor vivir para hacer el bien a quien más lo necesita que vivir para mi capricho y mis intereses… Le pido a Jesús vivir unido a Él y tener fuerza para ello…
4. JESÚS Y YO
En un momento descubro que también Jesús se dirige a mí con todo cariño para advertirme de los riesgos de seguirle… Recuerdo cuando quisieron hacer una ley que declarase colaboracionistas a los que acogían a los inmigrantes por ser sin papeles… Cuando han juzgado a capitanas de barcos de ONGs que salvaban a migrantes de los naufragios en el Mediterráneo y les acusaban de traficar con personas… Le escucho: “El que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí”… Le pido vivir conectado con Él para estar a la altura de salvar la vida de los pobres…
Jesús me sigue mirando y me anima a dar la cara por aquellos que nadie la da, por las mujeres víctimas de la Trata, por los refugiados, por los considerados ilegales… “¿Te acuerdas -me dice- de las apuestas hechas en estas tierras, en nuestra sociedad, para que admitiesen a las personas con VIH en Centros de barrios?… y ahora la dificultad de alquilar pisos a inmigrantes…» Le pido elegir la justicia y dignidad de las personas por encima de prejuicios… Me tomo mi tiempo…
Sigo pidiéndole a Jesús vivir unido a Él, como los sarmientos a la Vid, para que sea capaz de sentir a tantas y a tantos como Él siente: A los que llegan a estas fronteras desde los infiernos de la guerra y el hambre… Que yo haga con ellos lo que me gustaría que hiciesen conmigo… Que me ponga en marcha: “Con un vaso de agua”, con bienes, con espacios de acogida, con mi cercanía, mi voluntariado, … Lo deseo de corazón… Sigo escuchando y hablando con este Jesús que me adelanta en humanidad… y me anima a asumir los riesgos de la misión por la fraternidad… Me tomo mi tiempo…
5. COLOQUIO
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…
Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.