Misión

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Lc 1, 1-4; 4,16-21

Imagen de Kalhh (Pixabay)

 

0. TEXTO (leer la parábola entera)

Jesús volvió a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo, su fama se extendía por toda la tierra de alrededor. Enseñaba en la sinagoga de cada lugar y todos le alababan.

Jesús fue a Nazaret, al pueblo donde se había criado. Un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre, y se puso en pie para leer las Escrituras. Le dieron a leer el libro del profeta Isaías y al abrirlo encontró el lugar donde estaba escrito:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y a dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año de gracia del Señor.”

Luego Jesús cerró el libro, lo dio al ayudante de la sinagoga y se sentó. Todos los presentes le miraban atentamente. Él comenzó a hablar, diciendo:

– «Hoy mismo se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros».

1. SITUACIÓN (explicación breve del texto)

Lucas es el médico que se convirtió al cristianismo al entrar en relación con las comunidades de Pablo en Grecia. Es alguien de fuera del círculo del judaísmo. Por tanto, en su mentalidad pretende en un primer momento probar la fiabilidad de estos escritos, garantizados por testigos oculares y de confianza. Parece querer decir que no creemos en inventos, sino que partimos de hechos atestiguados.

Lucas sitúa a Jesús haciendo la presentación inaugural de su misión en el pueblo que le vio crecer: en Nazaret, en la sinagoga. Es una presentación profética. Jesús se siente cumplidor de las promesas de Isaías. Dice el texto: «Jesús desenrolla el volumen de Isaías hasta que da con el texto que quiere leerles». No es la lectura «que toca” ese día y además la acorta. No lee el párrafo “día de la venganza de nuestro Dios”, sólo lee las palabras de gracia. Esta es la novedad que introduce Jesús en su tiempo.

El proyecto de Jesús tiene dos partes: una de ellas de atención personal a los más desvalidos: pobres, presos, ciegos, oprimidos… la otra más de estructura social: “el año de gracia del Señor”. El año de gracia era una institución creada en Israel para evitar desigualdades. Consistía en que cada 49 años, 7 veces 7, se redistribuían las tierras para que nadie por inclemencias del tiempo o por mala gestión quedase en la miseria (está recogido en Lev 25).

2. HACEMOS SILENCIO (Ahora comenzamos propiamente la oración)

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE (revivo la escena): VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en la sinagoga de Nazaret con los primeros apóstoles, la gente del pueblo y la familia de Jesús… Vemos a las mujeres separadas de los hombres, en una zona adecentada para ellas en la sinagoga. Entre ellas está María, madre de Jesús… Escucho cómo el responsable de la sinagoga da comienzo a la oración del sábado… Estoy expectante por ser la primera vez que entro en la sinagoga… Me tomo mi tiempo para conectarme con lo que allí sucede… Saboreo la situación…

De pronto el responsable hace una señal para que alguien, Jesús en este caso (que ya va teniendo un nombre por Cafarnaúm), haga la lectura y le pasa el rollo del profeta Isaías… La gente está pendiente… Le oigo a Jesús leer con una viva entonación… “El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido”… Noto que se identifica con el texto, como si a Él le hubiera sucedido lo que está leyendo… ¿Cómo me siento? Disfruto del momento.

Se ha hecho un gran silencio en la sinagoga y sigo escuchando a Jesús: “Me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres, anunciar a los cautivos la libertad, a los ciegos la vista, la libertad a los oprimidos…” Los apóstoles escuchan ensimismados… Yo tampoco pierdo detalle. Todo eso les suena tan para ese tiempo, tan esperanzador para tantas personas sin futuro…

4. JESÚS Y YO.

Estoy sentado junto a Jesús y le sigo escuchando: “He venido para anunciar el año de gracia del Señor”… Recuerdo que se trata de un mundo con igualdad de oportunidades y un corazón convertido… Disfruto de estas palabras que son vida… Se huele en el ambiente un aroma de nuevos tiempos… Cuando me mira le cuento a Jesús lo importante que sería hoy hacer desaparecer las abismales diferencias que vivimos entre ricos y pobres que consagran una sociedad infeliz… Se me inflama el corazón en deseos de ponerlo en práctica… Me tomo mi tiempo…

Al sentarse todos los ojos están fijos en Él y nos dice: “Hoy se ha cumplido esta escritura que acabáis de oír”… Pienso en tantos hombres y mujeres que, gracias a Él, entrarán en esta onda… Que van a comenzar a tener vida las mujeres maltratadas, las personas presas, quienes no ven futuro ni presente, los que tienen que salir de su tierra… Tantos que viven rotos… Siento como si eso fuera para mí hoy… Pido sensibilidad para ir haciendo mías esas situaciones…

Hoy se ha cumplido esta Escritura… Le cuento a Jesús que muchos en esta sociedad gozarían con este anuncio, numerosas personas de buena voluntad, miembros de mi familia, algunos amigos, voluntarios y voluntarias, gente que se apuntaría a un futuro con esperanza… Tantas cansadas de echar a perder su vida… Le pido que tenga el valor de poder entusiasmarlas…

5. COLOQUIO.

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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