En la dificultad… llega la salvación

Mc 13, 24-32

Imagen de Rafael Urdaneta Rojas en Pixabay

0. TEXTO 

“Pero en aquellos días, pasado el tiempo de sufrimiento, el sol se oscurecerá, la luna dejará de dar su luz, las estrellas caerán del cielo y las fuerzas celestiales vacilarán. Entonces, verán al Hijo del hombre venir en las nubes con gran poder y gloria. Él enviará a sus ángeles y reunirá a sus escogidos de los cuatro puntos cardinales, desde el último rincón de la tierra hasta el último rincón del cielo.

Aprended esta enseñanza de la higuera: cuando sus ramas se ponen tiernas y empiezan a brotar las hojas, comprendéis que el verano está cerca. De la misma manera, cuando veáis que suceden esas cosas, sabed que el Hijo del hombre ya está a la puerta. Os aseguro que todo ello sucederá antes que haya muerto la gente de este tiempo. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni aun los ángeles del cielo, ni el Hijo. Solamente lo sabe el Padre.»

1. UN COMENTARIO DEL TEXTO

El evangelio de Marcos se escribe en una situación dura para los primeros cristianos. Tras la muerte de Estéban y Santiago, los discípulos se dispersan por Samaría, llegan a Antioquía y Roma, donde sufren la persecución del Imperio en tiempos de Nerón, además son expulsados de la sinagoga de los judíos, porque son considerados herejes por estos. Parece que entre unos y otros van a eliminar a este pequeño grupo recién nacido… ¿cómo mantener la esperanza?

En ese momento, desde su difícil situación “pasado el tiempo del sufrimiento” recurren a lo que Jesús dijo e hizo en situaciones parecidas. Cuando parecía que todo estaba perdido recuerdan: “llegará el Hijo del Hombre, con gran poder y gloria… enviará a sus mensajeros desde los cuatro puntos cardinales de todos los rincones del mundo, para recoger a los que se salven, a los elegidos”.

Vivamos pues, también hoy, en esperanza, ante estas actuales catástrofes humanas y climáticas, pues “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán: Dios viene a salvar”. Además, en cuanto al día y la hora final, nadie lo sabe, “ni aun los ángeles del cielo, ni el Hijo. Solamente lo sabe el Padre”. Por tanto, vivamos el presente con esperanza.

2. HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente: ver, oír, gustar…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Comienzo la contemplación situándome con Jesús y los doce, como si presente me hallase, en el Templo de Jerusalén, esa construcción que les sobrecoge a los apóstoles… En un momento en el que todo parece que se desmorona, en el que las fuerzas de dominación romanas oprimen y las fuerzas religiosas hegemónicas cargan pesados fardos sobre las conciencias… Entonces escucho a Jesús: “en aquellos días el sol se oscurecerá, las estrellas caerán del cielo y las fuerzas celestiales vacilarán”… Tomo mi tiempo para escuchar y no tener miedo a asumir la dureza de la situación…

Cuando peor pinta la situación, el discurso de Jesús se torna esperanzador: “entonces verán llegar al Hijo del Hombre”… y si vuelven a suceder cosas parecidas a estas que ahora vivís, Jesús como Hijo del Hombre, vendrá a salvar, no se olvidará de nosotros… “enviará a los ángeles para recoger de los cuatro puntos cardinales a todos los elegidos”… Me sitúo cerca de Jesús para recuperar la esperanza… y saboreo el momento… ¿cómo me siento?…

Sigo escuchando a Jesús, en unión con los Doce, hablar de esperanza: “Cuando las yemas están verdes, llega el verano… del mismo modo, cuando pasen estas cosas terribles está cerca la salvación”… No sólo no acabarán con vosotros, sino que está la salvación en marcha… Dios siempre sigue salvando… Me tomo mi tiempo… Saboreo que Dios no abandona la obra de sus manos…

4. JESÚS Y YO

Jesús va posando la mirada sobre quienes le escuchan y también sobre mí, para recordarme que esta salvación está en marcha… También en esta generación… Le pregunto: “¿y esto sucede en este tiempo, cuando en nuestra tierra las Iglesias se vacían, los cristianos disminuimos… incluso hay una lucha interna (entre el cumplimiento y lo legal frente a vivencial y experiencial) y cuando las guerras están muy crudas y el cambio climático parece irreversible?»… Espero la respuesta…

Jesús me anima a vivir las situaciones complicadas de la vida como tiempo de salvación… Cuando para mi suelen ser tiempos de desánimo y de tirar la toalla, me dice: “Dios siempre está salvando” … Y me recuerda “al comienzo de los tiempos, Dios creó todo bueno…y al final quiere salvar todo lo bueno que creó”. Lo repito para mí para que me vaya calando… y pido vivirlo así… Me tomo mi tiempo para asimilarlo.

Continúa: “En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni aun los ángeles del cielo, ni el Hijo. Solamente lo sabe el Padre”… Comienzo a librarme de tantos relatos apocalípticos, tantas noticias negativas que me paralizan, me sitúan frente a una pared delante de la cual nada puedo hacer, sino cruzarme de brazos… Me anima: “sigue poniendo la confianza en Dios que está permanentemente salvando… únete a su salvación en forma de pequeñas acciones: cuidados de la naturaleza y de solidaridad con las personas”… Saboreo la esperanza… Doy gracias…

5. Vamos terminando la oración con un COLOQUIO con Jesús

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos; de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … Suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Y termino escribiendo lo vivido, para que me ayude a fijarlo en mi vida.

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