El mandamiento primero

Mc 12, 28b-34

Imagen de Zac Durant en unsplash

0. TEXTO (leed el texto entero)

Uno de los maestros de la ley, que les había oído discutir, se acercó a él y le preguntó:

– ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?

Jesús le contestó:

– El primer mandamiento de todos es: ‘Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’ Y el segundo es: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’ Ningún mandamiento es más importante que estos.

(…)

1. UN COMENTARIO DEL TEXTO

El texto sitúa a Jesús en Jerusalén. Allí ha de decir su palabra y realizar su obra, en el Centro religioso. Y en concreto, quiere decir que Dios es Abbá, Alguien de plena confianza y no alguien que da miedo. Que se parece mucho más a un padre-madre de familia que a un juez, que, por tanto, busca hacer del pueblo algo que se parezca a una familia y no a una meritocracia de competidores que muestren quién es el mejor, bajo una autoridad religiosa que todo lo controla. Este es el tema central de las discusiones que tiene con todas la autoridades religiosas, maestros de la ley y grupos de poder.

En concreto, Jesús, como otras veces lo ha hecho, une dos textos de la Escritura que, antes, a nadie se le había ocurrido poner en relación, pero Él, gracias a su experiencia de Dios Abbá, lo hace: Dt 6, 4-5 es el Escucha Israel “Shemá”, amarás a Dios… (esto era absoluto) y Lv 19,18 que hablaba del amor al prójimo (era relativo). Pues bien, Jesús va poniéndolos al mismo nivel y haciendo de los dos mandamientos uno. Algo totalmente novedoso e inédito en aquel Pueblo.

Y en Juan un paso más: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Es decir, Dios no es sólo un ser al que puedo amar sino el Amor con el que debo amar. Este amor sería como la Energía, el Espíritu que mantiene unidos a todos los seres, a todo lo existente, a todo lo creado. Por eso, quien vive desde el amor vive unido al Todo: “amarte a ti Señor en todas las cosas y a todas en Ti”. Se siente uno con todo, con la alegría y el sufrimiento, con lo mejor y lo peor, con la naturaleza serena y la salvaje, con la paz y los conflictos, con hombres y mujeres,… y, por tanto, desea la salvación de Todo, que Dios sea Todo en todos.

2. HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente: ver, oír, gustar…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en la escena, como si presente me hallase, con Jesús y los Doce. Pedro me muestra: “mira la zona del Templo donde los maestros reúnen a sus discípulos y les enseñan y debaten otros asuntos importantes”… Me fijo en algunos de estos maestros y grupos con los que Jesús ya había polemizado: escribas, fariseos, saduceos y hasta ahora salió airoso… Disfruto de ese escenario donde se debate cómo acertar en la vida… y también cómo ganar prestigio… Saboreo el momento…

En ese ambiente de interpretación, miro cómo un maestro de la ley inquieto, le pregunta por lo más importante de la ley: ”¿Cuál es el primero y principal de todos los mandamientos?”… Es que entre ellos estaban los que decían que había que cumplir toda la ley por igual, cualquier mandato (eran 613 preceptos) y otros que querían poner un orden de prioridad en estas prescripciones… Escucho con atención a una persona razonable dentro del esquema legal… ¿Cómo me siento?… Escucho con atención…

Todos tienen los ojos puestos en Jesús, el campesino de Nazaret en Jerusalén, situado en relación con los estudiosos del tiempo… y comenta: “El primer mandamiento de todos es: ‘Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Citando a Dt 6… y todos asienten… Los Doce no pierden palabra del discurso… y yo con ellos… Disfruto del momento de gloria del Maestro… Me tomo mi tiempo.

4. JESÚS Y YO

Me fijo en Jesús que posa su mirada sobre el grupo y también sobre mí y con voz firme continúa: “Y el segundo es: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’. Ningún mandamiento es más importante que estos”… Me quedo impresionado… No habíamos visto que nadie hubiese relacionado estas dos citas, ni nadie pusiese a la misma altura estos dos mandamientos… Saboreo este momento donde el ser humano tiene derecho al mismo amor que se tributa a Dios… Disfruto de la novedad tan desconcertante…

Me quedo cerca de Jesús, admirado del cambio que esto supone y aprovecho para preguntarle por las consecuencias de vivir así la ley: Y me dice: “El ser humano es lo más sagrado… Todo ser humano tiene derecho a ser amado con el mismo amor que amas a Dios, tu amigo y tu enemigo, el presentable y el andrajoso, el sano y el enfermo, la mujer encorvada y la apuesta»… Me quedo en silencio saboreando sus palabras.

De nuevo le pregunto: “¿y qué hacer con amarme a mí mismo”? Y le escucho: “Este mandamiento es como un triángulo en cuyos vértices están Dios, los prójimos y yo… Nosotros, la Trinidad, vivimos nuestro amor a nosotros mismos, nuestro amor a las personas y nuestro amor a tí, con la misma calidad”… Así descubro que estoy llamado a hacerlo yo… Paso revista al modo como me trato a mí mismo, las veces que no me perdono, lo duro que soy, las cuentas que me llevo… Y escucho a Jesús: “Pero yo sí te perdono y te acepto como eres”… Saboreo su perdón… Me tomo mi tiempo…

5. Vamos terminando la oración con un COLOQUIO con Jesús

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos; de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … Suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Y termino escribiendo lo vivido, para que me ayude a fijarlo en mi vida.

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