De descartado a seguidor: CIEGO DE JERICÓ

Mc 10, 46-52

Imagen de Izzy Park en Unsplash

0. TEXTO (leed el texto entero)

Llegaron a Jericó. Y cuando ya salía Jesús de la ciudad seguido de sus discípulos y de mucha gente, un mendigo ciego llamado Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino. Al oir que era Jesús de Nazaret, el ciego comenzó a gritar:

– ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!

Muchos le reprendían para que se callara, (…). Jesús se detuvo y dijo:

– Llamadle. (…)

El ciego arrojó su capa, y dando un salto se acercó a Jesús, que le preguntó:

– ¿Qué quieres que haga por ti?

El ciego le contestó:

– Maestro, quiero recobrar la vista.  

Jesús le dijo:

– Anda, tu fe te ha salvado.

En aquel mismo instante el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús por el camino.

1. UN COMENTARIO DEL TEXTO

Situamos el texto en el evangelio, y en concreto en continuidad con los capítulos 9 y 10, donde Jesús ha ido alejándose de las multitudes y centrándose en la formación de los Doce, porque presiente que la cosa no va acabar bien: los fariseos no han conectado con él, las autoridades religiosas le han sentido como un peligro y el pueblo le ha dejado, aunque le admira. La formación de los Doce, tiene que ver con capacitarles para darlo todo en el momento de la verdad. Se trata de trabajar tres estructuras antropológicas claves de todo ser humano: El poder (quién es el mayor), la riqueza (rico que se acerca a Jesús) y la sexualidad (la escena del matrimonio).

Esto es algo común a todos los seres humanos. Contaban en una entrevista que hicieron a una comuna hippie, del mundo de 1968, donde les preguntaron cuáles eran los problemas que tenían para vivir en esa comunidad. Les contestaron que tres:

– Hombres y mujeres: ¿todxs con todxs? => Sexualidad

– Cómo tomamos las decisiones: ¿Quién manda? => Poder

– ¿Cómo repartimos los bienes de la caja común?¿cómo atendemos a las necesidades de todos que son distintas? => Dinero

Curiosamente, estos tres aspectos coinciden con los que, en cristiano, llamamos los votos: pobreza, castidad y obediencia. Estos tres aspectos son vividos también por todos los cristianos. Quien no se vaya liberando de las ansias de posición, de dinero, del hedonismo y del poder… no tiene evangelizadas las dimensiones claves. Y cuando toque elegir entre Dios y el dinero, lo segundo, será lo primero. Y lo mismo en los otros dos aspectos. Pues bien, el ciego de Jericó es el prototipo de persona que pasa de la ceguera a ver, al ir evangelizando estas tres dimensiones. Pasa de estar tirado junto al camino pidiendo limosna a seguir a Jesús por el camino de la vida.

2. HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente: ver, oír, gustar…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo con Jesús, en Jericó, cerca de la puerta de salida de la ciudad, con mucha gente que sigue pensando que el futuro va a ser prometedor… Pedro me cuenta: “estamos en esta preciosa ciudad, mil veces conquistada por su riqueza, por el agua, un oasis en una zona semidesértica”… En ese lugar idílico, nos topamos con un ciego sin poder ver la belleza… Voy haciendo el contraste: precioso sitio y persona doliente… ¿Cómo me siento?… Me tomo mi tiempo…

Escucho, sorprendentemente, que alguien comienza a gritar: “Jesús, hijo de David, ten compasión de mí”… Jesús es llamado hijo de David, igual a Salomón, a quien se atribuía poder de curar… Estoy con los discípulos, es el ciego, la gente le manda callar… Era alguien que no tenía ni derecho a salir de donde estaba, porque Dios le ha castigado… ¿Cómo vivo esta situación de deseo de salir adelante en la vida y de rechazo social para poder hacerlo?… Me detengo y respiro profundamente…

Noto que Jesús escucha sus gritos… Como Yahveh, en Egipto, escucha los gritos de su pueblo… Y se detiene y le dice a la gente: “Llamadle…” La misma gente, al llamarle Jesús, cambia de actitud… Y Juan me cuenta: “Mira, has visto, de un brinco arroja su manto, que es su fuente de sustento, donde le echan las monedas y él las recoge… Quiere salir de vivir tirado”… Saboreo la escena de una persona que quiere salir de donde está hundida… Me tomo mi tiempo…

4. JESÚS Y YO

Jesús, que mira a su alrededor como buscando complicidad con su actitud de acoger al tirado en la puerta de la ciudad… topa con mi mirada… me anima a acercarme a él. Allí estoy, cuando veo llegar al ciego Bartimeo por medio de la multitud que le abre paso. Y ahí está, junto a Jesús, que le dice: “¿Qué quieres que haga por ti?”… Al ciego se le ilumina la cara: “Señor, que vea”… Me tomo mi tiempo para saborear este diálogo donde Bartimeo se juega el seguir tirado en la vida o el acertar con el camino que lleva a la Vida.

Me atrevo a comentar con Jesús: “ojalá tuviese yo la fuerza del ciego para salir de las situaciones que me tienen como atado… Es capaz, incluso, de abandonar el instrumento con el que se gana su vida, de arriesgar su trabajo. Incluso es capaz de gritar cuando todos están en su contra”… Le pido a Jesús que me de cuenta de tantas cosas que me impiden seguirle de verdad: como mis deseos de ser importante, de tener, de vivir para disfrutar, mis miedos al qué dirán… Para ser libre y vivir para los demás, sin mirar a mis intereses, empezando con los cercanos… Se lo pido de corazón…

Sigo con Jesús y el ciego… El cual siente, por primera vez, que alguien ha creído en él, siempre era rechazado… Todos decían que era el responsable de su desgracia: “algo habrá hecho”… Pero esta vez se encuentra con alguien que no le ha creído culpable de su situación, que ha confiado en él: “tu fe te ha salvado”… Noto que el tirado comienza a ver, comienza a ser… y descubro que Jesús me acepta como a él, incondicionalmente, cuando a veces yo me desecho a mí mismo… Noto que esa aceptación me empuja a sentirme más libre… y disfruto de ir descubriendo la confianza de Jesús en mí… y de la fuerza que me da para ir por el camino de la vida con más libertad…

5. Vamos terminando la oración con un COLOQUIO con Jesús

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos; de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … Suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Y termino escribiendo lo vivido, para que me ayude a fijarlo en mi vida.

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