El corrupto que busca

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Lc 19, 1-10

Imagen de Karolina Grabowska (Pexels)

 

0. TEXTO (leer los versículos enteros)

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador». Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, ahora mismo voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más». Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

1. SITUACIÓN

¿Cómo comportarnos con los que consideramos “malos y enriquecidos con su maldad” y tienen fama de tales (los Zaqueos del tiempo de Jesús)? Zaqueo era jefe de recaudadores de impuestos para los romanos; éstos mantenían un ejército de ocupación al mismo tiempo que empobrecían a la población… Por eso eran excluidos, nadie compartía mesa con ellos. Eran personas a la cuales evitar. Corruptos públicos.

Sin embargo, hay un dato que sorprende: Zaqueo no estaba contento con su vida. Buscaba y buscaba ver a Jesús… Cuando lo encuentra le sorprende que una persona religiosa no sólo no le rechace sino que se auto invite a su casa. Jesús se invita a comer y a hospedarse en su casa. Aguanta las críticas por ir a cenar a casa de un ladrón corrupto que lo recibe con alegría.

¿Qué sucedió en aquella casa?¿Qué conversación, qué descubrimientos, qué trato recibieron de parte de Jesús? ¿Cómo se sintió mirado Zaqueo? ¿Qué tipo de acogida y de perdón experimentó, qué cambio interior se produjo? El caso es que es capaz de hacer algo inaudito: «Señor, ahora mismo voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más». (Es posible que esta fuera la práctica de las personas adineradas que entran en la comunidad de Lucas).

Dios es así. Busca lo que estaba perdido: el hijo pródigo que estaba muerto y ha vuelto a la vida, la oveja perdida, y el mismo Zaqueo: «Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido». Donde la gente sólo veía un corrupto, Jesús ve un hijo de Abraham.

2. HACEMOS SILENCIO 

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo con Jesús y algunos discípulos/as que le acompañan en este caminar por Jericó, esa preciosa ciudad oasis donde gracias al calor y al agua, crecía de todo… Entra por la puerta de las murallas de la ciudad cien veces conquistada… Allí podían vivir los adinerados del tiempo… Jesús la atravesaba observando sus muchos rincones… Yo con ellos… Me tomo mi tiempo para contemplar la belleza, el ambiente, las diferencias sociales… Tomo conciencia.

En esto, observo una persona que quiere encontrarse con Jesús pero que, a causa de la multitud, no tiene modo de acercarse a él… Veo que se adelanta, se sube a un sicómoro en el camino por donde iba a pasar Jesús… Alguien me comenta: “Es un corrupto ladrón que cobra los impuestos para los romanos y que explota con su red de extorsión a la gente”… Zaqueo tiene su cliché muy difícil de quitar, una fama que quizás se ha ganado a pulso… ¿Cómo me siento?…

Llega un momento en que Jesús se para… y escucho : «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa»… Veo que el “ladrón” lo recibe con alegría… Me quedo descolocado, incluso defraudado… ¿Cómo puede ser posible que Jesús se mezcle con esos sinvergüenzas?… Me sumo al coro de los que murmuran porque se ha hospedado en casa de un vende patrias… Me tomo mi tiempo…

4. JESÚS Y YO. ME  SITÚO EN EL HOY. 

Jesús me dice que me acerque… Me pregunta: “¿Sabes por qué Zaqueo se nos ha adelantado? ¿Por qué ha subido a un sicómoro? ¿Por qué le he llamado por su nombre?”… Me quedo callado pero después tomo la palabra: “¿Sabes qué van a pensar de ti todos estos que conocen su historia?”… Jesús me mira… e intuyo que quiere que aprenda algo… Me tomo mi tiempo para volver a escuchar las preguntas que me ha hecho…

Al salir de la casa de Zaqueo con sus amigos hay un buen ambiente, salen encantados… Yo no me lo puedo creer… hasta que Zaqueo toma la palabra delante de todos en plan solemne, y dirigiéndose a Jesús le dice: «Señor, ahora mismo voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más»… Esto me supera… si no lo veo no lo creo… Saboreo el cambio de esta persona que toma esta decisión públicamente…

Se respira alegría, gozo… Esto no sucede más que muy raramente… Ahora sí que me acerco a Jesús entre arrepentido por lo que le he dicho y con una alegría enorme por lo que ha sucedido… Le escucho: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido»…. Y pienso en tantos clichés que tengo de personas aun sin conocerlas… Me tomo mi tiempo.

A solas con Jesús me pregunto en voz alta: “¿Qué ha podido suceder en el interior de esta persona para renunciar a su seguridad, a sus bienes”… Le cuento a Jesús que yo también tengo mis seguridades, mi salud, mi presencia, mi estatus, mi nombre… Me remite a que viva la oración de Ignacio: “Tomad Señor y recibid toda mi libertad…” Pido vivir en esa disponibilidad…

5. COLOQUIO

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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