Lc 1, 28-36
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0. TEXTO (leed el texto completo)
A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret a visitar a una joven virgen llamada María que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José…
El ángel entró donde ella estaba, y le dijo: «¡Te saludo, favorecida de Dios! El Señor está contigo». (…) Gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Hijo del Dios altísimo.” (…)
María dijo al ángel: ¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre?
El ángel le contestó: “(…) El poder del Dios altísimo se posará sobre ti como una nube. (…) Además, la que decían que no podía tener hijos está encinta desde hace seis meses. Para Dios no hay nada imposible”.
María contestó: “Soy la esclava del Señor. ¡Que Dios haga conmigo como me has dicho!”.
1. SITUACIÓN explicación breve del texto
Unas pinceladas para comprender mejor el texto. Por ejemplo, el nacimiento de una madre virgen, en una gruta, pastores adorando al niño, el anuncio por medio de una estrella, adoración de unos magos… incluso intento de matar al niño… son relatos comunes, en aquella época, para contar el nacimiento de personas importantes. Otro apunte, así como para el nacimiento de Juan el bautista, como el mayor nacido de mujer, Lucas toma el modelo de Isaac del Antiguo testamento, para el relato de la concepción de Jesús, toma el modelo de Adán, nacido directamente del mismo Dios, no uno entre los grandes, sino el único y que es el comienzo de una nueva humanidad.
La escena es en una casa sencilla, en Nazaret, pueblo que no es ni nombrado en el Antiguo testamento, y una persona sencilla. Si la comparamos con el anuncio del nacimiento de Juan, su padre sacerdote, recibe la noticia en el templo. La intervención de Dios rompe con el pasado grande, cultual del templo y sale a la Galilea de los gentiles. Y la llamada es a una virgen, alude a una persona fiel, frente a la postura infiel del pueblo en el antiguo testamento, comparado por los profetas como un pueblo adúltero.
Ser hijo significa, heredar la manera de ser del padre. Jesús es hijo de Dios directamente, quiere decir, tener por modelo a Dios. No puede tener padre humano. Por eso dice que el Espíritu del Señor se posará sobre ella, como una nube (es lo que conducía al Pueblo por el desierto). De ahí que lo que nacerá de ella será fruto del Espíritu Santo. Lo mismo que en Lc 4,16 ss “el Espíritu de Dios sobre mí”, que dice Jesús al comienzo de su misión. La presencia del Espíritu y la acción del Espíritu en María es espiritual y no biológica, como toda acción del Espíritu.
María recibe una misión: “concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús (es decir salvador).¿Cómo será esto?” Pregunta María. Es la misma pregunta de Nicodemo a Jesús, respecto a la acción del Espíritu en Jn 3: cómo puede ser eso. La respuesta que recibe es un dato objetivo de realidad, la situación de Isabel, está de seis meses la que llamaban estéril, para Dios no hay nada imposible. Y así la respuesta de María es, “estoy disponible, hágase en mí según tu palabra”
2. HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. ME HAGO PRESENTE: VER, OÍR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me sitúo escuchando a María reunida con los apóstoles y con Lucas, y yo con ellos, donde les cuenta el relato de su llamada: “Todo sucedió en mi casa de Nazaret. Fue una tarde, en un momento en que estaba sola en la casa, creo que tejiendo el hilo de lana que había conseguido cardar de las ovejas. De repente sin previo aviso, noté que algo me está sucediendo, algo que no es tan normal, pero que fue bien real… una presencia luminosa en mi vida, en forma de saludo, algo que viene de Dios, porque fue para bien: Agraciada…” Escucho a María, la verdad y sencillez con la que cuenta la situación… me tomo mi tiempo y saboreo el momento.
Sigue contando: “Recibí una palabra que recuerdo bien: “favorecida de Dios, El Señor está contigo” y una propuesta “tendrás un hijo y le pondrás por nombre Jesús, salvador del pueblo”. La verdad es que me cogió desprevenida… y me quedé sin saber qué hacer… ni siquiera acerté a formular una pregunta: ¿y cómo será eso?…” Noto a los apóstoles embebidos, sin perder palabra… y aprovecho a empaparme del momento, como si presente me hallase. Y pedir…
Continúa: “Al tiempo entendí un poco más esta llamada, creo que tenía que ver con la presencia del Espíritu en mí, como en los profetas del antiguo testamento… cubierta por la sombra de Dios, como la nube cubría y conducía al Pueblo por el desierto. Así comprendí que Jesús era sólo de Dios…” Nos siguió contando: “Además, con lo de mi prima Isabel, que estaba de seis meses, me ayudó a entender que para Dios no hay nada imposible, y que no me abandonaría… “ Los apóstoles no se pierden palabra y yo tampoco… voy procurando que sus palabras penetren en mí y pido estar en esa disposición de escuchar a Dios de ese modo.
4. JESÚS Y YO
María se dirige ahora a mí y me dice: “Dios es así conmigo y con todos, contigo también. Ese saludo para mí, también es para ti… escúchale… no será cuando tú quieras, pero será, permanece atento… te llevará un tiempo entender de qué va, pero al final le podrás poner nombre a lo que escuchas en lo hondo de ti…” Me tomo mi tiempo para saborear el ser agradecido, el saber que me puede suceder a mí… Agradezco mucho que María me recuerde que Dios me trata así.
Siguiendo en ese ambiente de confianza, le cuento a María mis miedos para llevar adelante mi misión: “¿seré capaz de llevar adelante esto? ¿Cómo será?… y si no acierto? ¿Y si a mitad lo dejo?”… Me escucha, eso sí, qué manera de escuchar… me siento como cuando de pequeño me sentía acogido por mi madre… y me dice: “fíate, la vida es una apuesta en la confianza… Dios estará siempre contigo, aunque haya veces que no entiendas o que todo te vaya mal”… no siempre todo lo que pasa se debe comprender en el primer momento”… Saboreo sus palabras de confianza.
Comentando el deseo de Dios sobre mí, María me recuerda: “has olvidado las veces que, en tu historia, han sucedido cosas incomprensibles para bien?”… Y me anima a que Dios entre en esta historia por medio de mí: “que seas las manos de Dios que acogen, porque el Señor no tienes manos… que seas los ojos de Dios para mirar compasivamente… que seas el corazón de Jesús, para que tantos sientan que alguien les quiere”… y lo pido y lo deseo de corazón… También rezo por tantos que nos dicen que recemos por ellos porque necesitan que les lleguen los ánimos desde algún lado…
5. Terminamos la oración con un COLOQUIO con Jesús
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado…, lo que parecía que iba para mí… aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos, de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Termino escribiendo lo vivido, para que ayude a fijarlo en mi vida.