La familia, lugar de crecer

Lc 2, 22-40

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0. TEXTO (leed el texto completo)

Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor». También debían ofrecer en sacrificio «un par de tórtolas o de pichones de paloma», como ordena la Ley del Señor.

(…) Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Es el momento de cumplir con las costumbres y ritos de iniciación de aquel pueblo, recogidas por ley. En concreto, en lo referente a la purificación de la mujer tras dar a luz y la presentación en el Templo. Debían dejar a los primogénitos de cada familia para el servicio del Templo. Pero se le podía rescatar. Los padres de Jesús lo rescatan, con la ofrenda de los pobres, dos pichones. Hoy tenemos otros ritos: presentar el libro de familia en el juzgado, ponerse las vacunas, etc. y en nuestra tradición cristiana, bautizarse.

Las familias del tiempo de Jesús, eran familias extensas. Cuando el evangelio dice que José recibió a María en su casa, quiere decir que María pasó de vivir en la familia de su padre a vivir en la familia de José, con sus padres, hermanos, tíos y sobrinos de José. Tendrían su espacio, pero dentro del clan familiar. Y el marco familiar era el primer campo de entrenamiento de cada persona que nacía en él. “El niño crecía en estatura, en edad y en gracia…”. Ahí aprende Jesús a vivir valores y prácticas, a recibir la tradición de los mayores, a escuchar, aprende el oficio paterno, aprende a rezar… ahí es donde aprende a relacionarse con los demás, a superar conflictos, a perdonar, a perdonarse y pedir perdón.

El evangelio no aporta un modelo universal de familia, sino parte de como vive la familia en su tiempo. Cuando el cristianismo se extendió por el imperio romano, adoptó el modelo de familia romano, que en su momento tenía muchas ventajas sobre el anterior, sobre todo legalmente. Y ese criterio nos sirve para vivir nuestro hoy. Lo mismo que hoy van surgiendo diversos modelos de familia, lo importante es no eliminar ninguno, sino procurar acompañar y humanizar partiendo de lo que hay. La familia fue el espacio que le permitió a Jesús comprender a las personas de aquel pueblo, con qué ánimos se levantaban cada mañana sus paisanos, qué les motivaba a vivir,… y al tiempo, asimilar todas las costumbres y la cultura de su tiempo y por tanto, también, la experiencia de Dios de aquel momento.

2. HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE: VER, OÍR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Hoy aprovecho para hablar con María de la infancia de Jesús… Sentados junto al fuego del hogar y haciendo la comida, comienza a contarme cuando subieron de Belén, a circuncidar a Jesús, para cumplir las costumbres de su pueblo… Se acuerda de muchos detalles: “llegamos al Templo de Jerusalén, aquella construcción impresionante… lo hicimos en burrito con José… hasta que encontramos el lugar para las purificaciones y el de la presentación de los primogénitos y dónde pagar el rescate”… saboreo cada palabra para no perder detalle de los orígenes de Jesús…

Me sigue contando: “al poco tiempo volvimos a Nazaret, tras un largo viaje de tres días, con tantos otros que volvían a sus pueblos… y comenzó la vida de todos los días… José salió a buscar trabajo y al poco vino de nuevo con una persona que necesitaba un apero de labranza… ese era un trabajo de dos días… había para comer dos días”… Además, me sigue contando: “disfruté mucho con la crianza de Jesús… en general con la familia de José donde me querían… eso sí, con las cosas de todas las familias…” Hago memoria de la mí familia, de las fotos que me hicieron de pequeño…Escuchando a María, pido agradecer la vida regalada y la vida de quienes me criaron…

María me cuenta: ”Jesús creció rápido, antes de que me diera cuenta, ya tenía seis años y algún día, con los demás niños del pueblo, iban a aprender a leer a la sinagoga… Pasaban el día en el campo, cuidando las ovejas y llevándolas, entre varios, a pastos no lejos del pueblo… A ratos, les pedíamos que nos acompañasen, a las mujeres, a traer agua… En el tiempo de la cosecha, acompañaban a los adultos, aunque sólo miraban…” Tras escuchar, agradezco la familia recibida, los hijos que criamos, o la misión de cuidar los hijos de los demás, en nuestra comunidad, o la actividad que realizo…

4. JESÚS Y YO

María prosigue con su relato y yo le escucho ensimismado saboreando sus palabras: “de vez en cuando, José le pedía a Jesús que le acompañase. Ese era un momento en que se le veía feliz de ir aprendiendo y de que su padre contase con él”… tan pequeños empezaban a aprender con sus padres… Y continua: “volvían al final del día y cuando se sentaban a la mesa, con el resto de la familia, el abuelo de la familia se ponía de pie y todos con él, bajaban la cabeza en señal de respeto. Bendecía la mesa donde primero comían los mayores… después los niños y luego las mujeres…» Sigo escuchando con fruición… Recuerdo hoy, todo el periodo de formación, hasta los 16 años, lo elemental de nuestros jóvenes… que sociedad tan distinta tenemos… y aprendo…

María tiene ganas de situarme para saborear lo vivido por Jesús: “los niños, me dice, contaban poco… había mucha mortandad infantil… Sólo a los 12 años, cuando podían empezar a aportar algo en casa, eran considerados alguien. Era el paso de la infancia a la adultez… Sin embargo, no les faltaba ni el cariño, ni la comida, ni los cuidados cuando enfermaban”… Me voy imaginando que sólo salían adelante los que tenían buena salud o los que resistían las enfermedades… y me sitúo, hoy, en los servicios de Salud hoy… qué diferencia…

Continúa: “Jesús era muy observador… Me daba cuenta de que se iba haciendo mayor por las preguntas que hacía a José… A mí también, pero con quien se identificaba y a quien quería parecerse era a su padre… Además, José era una persona con autoridad, en los conflictos, cuando había algún problema en la familia … Yo por las noches le iba enseñando las oraciones y los salmos que aprendíamos en la sinagoga, los sábados”… Y recuerdo los mejores momentos de mi infancia y doy gracias por ellos…

5. Terminamos la oración con un COLOQUIO con Jesús

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado…, lo que parecía que iba para mí… aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos, de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Termino escribiendo lo vivido, para que ayude a fijarlo en mi vida.

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