Mt 5, 1-12

0. TEXTO
Felices los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Felices los mansos, porque heredarán la tierra.
Felices los que lloran, porque ellos serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciado.
Felices los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Felices los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Felices los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
1. SITUACIÓN explicación breve del texto
Para Mateo, Jesús es el nuevo Moisés y, como Él, proclama su mensaje central en la Montaña, como lo hizo Moisés al proclamar los diez mandamientos, con las tablas de la ley. El texto cuenta que Jesús llega allí acompañado de aquellas personas que le seguían y quedaban curadas de sus enfermedades. Eranenfermedades físicas y psíquicas: ciegos, paralíticos, lunáticos, endemoniados… (Mt 4, 24) Esos son sus interlocutores, el nuevo pueblo.
Al ver a estas personas que le siguen y lo que están viviendo, el texto dice que son multitud, personas que han sido despojadas de sus posesiones, empobrecidos, que pasan hambre y sufren. Incluso se les ha hecho creer por las autoridades de su tiempo que Dios no les quiere, despojándoles también del amor de Dios. Jesús pone sus vidas en manos de Dios. Hoy diríamos que, como no hay dios que se haga cargo de ellos, el mismo Dios les toma a su cargo.
Jesús les declara dichosos, poneos en las manos de Dios porque Dios les ofrece sus Manos. Así les conecta con su Vida, descubren que son alguien para Dios, que Dios cuenta con ellos. Cuenta Dios con su sufrimiento, vejaciones y desprecios para hacer posible el mundo nuevo. Precisamente porque han sufrido todo eso pueden preocuparse de hacer un mundo en que no pase nada de eso, el reino que Dios soñó y que Jesús puso en marcha
El mensaje comienza así: dichosos los pobres de espíritu, los disponibles de sus personas y de sus bienes, porque sitúan su corazón en Dios. Desde esta primera bienaventuranza se van comprendiendo todas las demás: desde la disponibilidad de su persona y de sus bienes, los desposeídos, los que sufren, los limpios de corazón… ponen el centro de su vida en Dios. Sería en el lenguaje de San Ignacio su oración final: “tomad Señor y recibid toda mi libertad…”
El evangelista hace llegar estas bienavneturanzas hasta nosotros para que también participemos de ellas y podamos hacerlas nuestras y vivir esa nueva vida. Es lo que quiere decir Fratelli Tutti cuando expresa que “a partir del amor social, es posible avanzar hacia una civilización del amor”. Quien pone en el centro de su corazón el amor de entrega, pone en el centro de la actividad social que realiza: la dignidad de los pueblos un mundo y por lo tanto un mundo donde todos tengamos sitio y donde podamos vivir en la casa común (sostenibilidad el planeta) sin explotarlo, ni sobreexplotarlo.
Y a la inversa, quien pone en el centro de su corazón la ganancia y sus intereses, pone en el centro de su actividad social, el enriquecimiento a toda costa y así todo es posible: corrupción, mercados financieros sin cortapisas, paraísos fiscales, comercio de armas, trata de personas… Los que hacen tales cosas, no han reconocido la soberanía de Dios, el Reinado de Dios en sus vidas. No les interesa que Dios habite en ellos ni en esta historia, ni que el Amor la llene de su presencia. Pero como todos estamos interconectados podemos recordar aquellas palabras de Juan Pablo II “hay pobres más pobres a costa de ricos más ricos”. Si desaparece una situación, desaparecerá la otra. A esta situación de un mudo nuevo, nos lleva la práctica de las bienaventuranzas, una práctica noviolenta… conectada al cariño de Dios.
2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me sitúo en la escena, imagino a Jesús mirando a la gente que le ha seguido y ha subido al monte para estar con él. Muchas de esas personas son tratadas con desprecio; consideradas una carga para la sociedad por no tener salud, por no tener trabajo, por ser pobres, por haber nacido en otros territorios, por comprometer sus vidas con causas justas y defender a los últimos…
En Jesús, desde pequeño, se fue gestando una mirada alternativa que sabía ver en la hondura de toda clase de pobreza humana, una bienaventuranza para la sociedad entera, una fuente de vida, un camino al Reino.
Allí, todos sentados, Jesús escucha a todos y se compadece de sus agobios y luchas, de sus lamentos, de los abusos y de las injusticias que sufren. Después de contemplar y escuchar a las personas, también a mí, habla con palabras que reconfortan y abren la puerta a la esperanza, al horizonte de una vida nueva… al Reino de Dios.
4.Para profundizar…
“En las bienaventuranzas se dibuja el rostro del Maestro que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas. La palabra feliz o bienaventurado pasa a ser sinónimo de santo, lo que quiere decir que la persona que es fiel a Dios y vive su Palabra, alcanza en la entrega de sí, la verdadera alegría. Este mensaje de Jesús nos atrae, pero el mundo nos lleva hacia otro estilo de vida. Sólo podremos vivirlas si dejamos que el Espíritu nos invada con toda su potencia y nos libere de la debilidad del egoísmo, de la comodidad, del orgullo”.
De la exhortación apostólica Gaudete et exsultate, 63-65, del Papa Francisco sobre el llamado a la santidad en el mundo actual, 2018.
En esta ocasión, os invitamos a profundizar de la mano del Papa Francisco con la lectura del apartado «A contracorriente» (GE 65-94) del tercer capítulo de la Encíclica Gaudete et exsultate dedicado a las Bienaventuranzas.
5. COLOQUIO. Resumen de lo vivido en la oración: un texto, una palabra, una imagen… lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, aquello con lo que me identifico… Le pido, le doy gracias…