Conversión

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Lc 13, 1-9

Imagen de Netavisen_sameksistens_dk (Pixabay)

 

0. TEXTO (leer la parábola entera)

Por aquel mismo tiempo fueron algunas gentes a ver a Jesús, y le contaron lo que Pilato había hecho: Sus soldados mataron a unos galileos cuando estaban ofreciendo sacrificios y la sangre de esos galileos se mezcló con la sangre de los animales que sacrificaban.

 Jesús les dijo:

– “¿Pensáis que aquellos galileos murieron así por ser más pecadores que los demás galileos? Os digo que no y que si vosotros no os volvéis a Dios, también moriréis.» (…) 

 Jesús les contó esta parábola:

– “Un hombre había plantado una higuera en su viña, pero cuando fue a ver si tenía higos no encontró ninguno. Así que dijo al hombre que cuidaba la viña: ‘Mira, hace tres años que vengo a esta higuera en busca de fruto, pero nunca lo encuentro. Córtala. ¿Para qué ha de ocupar terreno inútilmente?’ Pero el que cuidaba la viña le contestó: ‘Señor, déjala todavía este año. Cavaré la tierra a su alrededor y le echaré abono. Con eso, tal vez dé fruto; y si no, ya la cortarás.’»

1. SITUACIÓN (explicación breve del texto)

¿De verdad Dios castiga? “Si no os convertís todos pereceréis”. ¿Es una amenaza o es la posibilidad de cambiar de dirección una vida que camina al precipicio? De Dios no tenemos que esperar ningún premio ya que Él permanente se nos está dando del todo. Por tanto, no cabe en él tampoco ningún castigo. Decimos que Dios castiga porque esa es nuestra forma de hablar, porque nosotros lo hacemos así y creemos que Dios es como nosotros.

¿Es el mal consecuencia de un pecado? A modo de ejemplo recordemos la respuesta de Jesús cuando le presentaron un ciego de nacimiento y le preguntaron quién pecó, si él o sus padres, para que naciese así. Y Jesús les contestó que ni él ni sus padres, sino que nació ciego para que se manifestasen en él las obras de Dios. Ese es el sentido de la actividad de Jesús sobre las personas, que queden sanadas.

Pero es importante colaborar con Dios y para eso nos cuenta una parábola, la higuera plantada en la viña que es el pueblo de Israel. En ella menciona el número tres, que es el símbolo de plenitud. Es como si nos dijera: «Os he dado todo el tiempo… y todavía un año más. Pero dad fruto por favor. Haced posible la fraternidad humana y en este momento de guerra, solidarizaros con las víctimas, desead un alto el fuego, facilitad corredores humanitarios y denunciad a quien asesina».

2. HACEMOS SILENCIO (Ahora comenzamos propiamente la oración)

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE (revivo la escena): VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Notamos a Jesús sorprendido por algunas personas que le vienen a contar un situación vivida… Los doce le acompañan… Yo me sumo al grupo y escucho, respiro profundamente… Me sitúo como si presente me hallara… Acompaño… Vienen buscando una explicación a esa situación o motivos de esperanza ante un acontecimiento muy doloroso… Me tomo mi tiempo.

Los apóstoles me cuentan: “El pueblo de Israel está bajo control romano y en connivencia con las autoridades del tiempo… Hay en la población odio hacia los invasores”… Es entonces cuando llegan a contarle a Jesús otro asesinato y una profanación… Les escucho: “Cuando preparaban los sacrificios para sus dioses los romanos mandaron matar algunos judíos y mezclaron su sangre con la de los animales”… Pido a Dios no dejarme llevar por la crueldad humana… ¿Cómo me siento?…

Noto que Jesús toma aire… Casi se le saltan las lágrimas… Suspira. ”¿Cómo se puede profanar la vida de una persona asesinándola y mezclando su sangre, su vida, con la sangre de los animales?”… Los apóstoles continúan: «¿Es qué somos para ellos animales llevados al sacrificio?… En nuestro pueblo no se ofrecen sacrificios humanos… El ángel de Dios no permitió a nuestro padre Abraham extender el cuchillo para sacrificar a su hijo… sin embargo ¿Estos? Son unos asesinos”… Jesús escucha… ¿Qué me hace sentir?

4. JESÚS Y YO.

Escucho a los apóstoles: “¿Qué han hecho, que pecado han cometido esos galileos para que Dios les castigue así?… Entonces Jesús, visiblemente emocionado, toma la palabra: “¿Pensáis que aquellos galileos murieron así por ser más pecadores que los demás galileos? Os digo que no, y que si vosotros no os volvéis a Dios, también moriréis”… Continua: “Hacer frente a esta situación lleva a un cambio de vida. Si no vivís conectados a Dios, si no dejáis que el amor y el Espíritu de Dios empape vuestras vidas, pereceréis vosotros también. Os podrá la rabia y el odio, no el amor»… Escucho…

Sigo atendiendo a Jesús: “Este pueblo es como una higuera plantada en la viña del Pueblo del Señor… Lleva tres años sin dar fruto”… Se dirige a mí y me dice: “Mira la necesidad de solidaridad que se avecina”… Voy mirando si mis preocupaciones principales tiene que ver con dar vida… Con estar cerca de los que no pueden llegar a fin de mes porque no tienen papeles, ni pueden alquilar una casa por el color de su piel, o de los dejados de lado en mi trabajo o en mi ambiente… Me tomo mi tiempo para interiorizar…

Le pregunto a Jesús: “¿Por qué permite Dios que pasen estas cosas? ¿Qué hace para que desaparezca la maldad de los corazones?”… Jesús pacientemente me dice: “Dios sí hace algo, te ha hecho a ti… Tú, si vas unido a nuestro Abbá de toda confianza, serás sus manos, sus ojos y su corazón… Serás  su creatividad en este mundo a veces cruel que te ha tocado vivir”… Saboreo este momento para que no se me olvide…

Jesús me sigue diciendo: «Dios te da otra oportunidad, además de todas las que te ha dado: Cava, penetra hasta dentro a la profundidad de tu vida, no vivas surfeando con tu móvil todo el día, párate, toma tu tiempo… Mira hacia dónde vas, qué estás haciendo con tu vida… Ancla tu vida al evangelio. Pregúntate siempre antes de hacer: ¿Esto es lo que quiere Dios de mí?… Ejercítate, abre la biblia por una página cualquiera, lee el texto que te ha salido y escucha si tiene algo para ti».

5. COLOQUIO.

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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