Transfiguración

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Lc 9, 28b-36

Imagen de StockSnap (Pixabay)

 

0. TEXTO (leer la parábola entera)

Jesús subió a un monte a orar acompañado de Pedro, Santiago y Juan. Mientras oraba cambió el aspecto de su rostro y sus ropas se volvieron muy blancas y brillantes. Aparecieron dos hombres conversando con él: Eran Moisés y Elías, que estaban rodeados de un resplandor glorioso y hablaban de la partida de Jesús de este mundo, que iba a tener lugar en Jerusalén. Aunque Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, permanecieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. Cuando aquellos hombres se separaban ya de Jesús, Pedro le dijo:

– «Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

Pero Pedro no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los envolvió en sombra; y al verse dentro de la nube, tuvieron miedo. Entonces de la nube salió una voz que dijo:

– “Este es mi Hijo, mi elegido. Escuchadle”.

Después que calló la voz, vieron que Jesús estaba solo. Ellos guardaron esto en secreto, y por entonces no contaron a nadie lo que habían visto.

1. SITUACIÓN (explicación breve del texto)

En el presente texto aparecen bastantes símbolos: El monte que recuerda al Sinaí, la nube como presencia de Dios, Moisés (con Él comienza la religión judía) y Elías (en el siglo IX a.C. es quien salva la religión judía cuando parece que va a sucumbir en relación con las religiones cananeas), Jesús cuyo rostro resplandeciente recuerda al resucitado… La escena es muy semejante a la del bautismo con casi las mismas palabras. Cambia el “Escuchadle”. Veamos el por qué:

El relato está situado en un momento en que va a comenzar la subida a Jerusalén y con ello la pasión. Jesús ha hablado de ello a los Doce. Por tanto estamos en un contexto de misión que fracasa, que acaba mal. Es una experiencia que sucede con los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, para que crean. Es decir, para que crean que seguir a Jesús aunque fracase es cosa de Dios, de ahí “Escuchadle”. Recordemos: El optimista es quien cree que las cosas van a salir bien. El esperanzado cree que salgan bien o mal, las cosas tiene sentido.

Este texto sucede “cuando Jesús oraba”. En el evangelio de Lucas es frecuente ver a Jesús en oración y más cuando toma decisiones importantes. Es el modo que Jesús tiene de ponerse a escuchar a su Dios Abbá, ese Alguien de total confianza, conectar con Él y con sus deseos para con Él. Les recuerda que en medio del fracaso se lleva a cabo la salvación de Dios. Como me decía un amigo: «De fracaso en fracaso hasta el triunfo final.»

2. HACEMOS SILENCIO (Ahora comenzamos propiamente la oración)

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE (revivo la escena): VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Comienzo la contemplación situándome, como si presente me hallase, en un Monte alto, el Tabor, en un pequeño rellano junto a la cumbre. Se sientan tranquilamente fatigados del camino Jesús, Pedro, Santiago y Juan… Yo con todo respeto me hago sitio entre ellos… Jesús se levanta y avanza unos pocos pasos para rezar… Los tres apóstoles, le piden vivir la vida en oración como Él, porque de su oración brota esa vida que contagia bondad y verdad… Les invita a que le acompañen y yo me sitúo junto a ellos con el mismo deseo… Agradezco ese momento de intimidad…

De repente sucede algo que les sobrecoge, algo donde se sienten introducidos, envueltos como en una nube, en una presencia pacificadora… Es algo así como un sueño real: Jesús, junto con Moisés, la Ley y los profetas, y Elías, la plenitud para un judío del tiempo… Yo también me sitúo por allí cerca… Pedro comienza a decir lo de las tres tiendas… Pero ¡qué importante es callar en la contemplación!  No sabía lo que decía… Miro, saboreo la situación… Aprendo a estar… A estar estando… A saber escuchar… Mirar en contemplación… Cómo me siento…

Oímos una voz de fondo: “Este es mi Hijo amado, escuchadle”… Los tres saben que están viviendo un regalo del cielo… Veo que lo agradecen de corazón… También yo aprovecho para repetir en mi interior: “Este es el Hijo amado, escúchale”… A fin de recordar lo vivido sin perder detalle… ¿Cómo me quedo?… Pido que esta experiencia nunca se me olvide… La saboreo a fin de asimilarla mejor…

4. JESÚS Y YO.

La experiencia termina y vuelven a la situación anterior… Levantan la vista y cuando lo hacen todo sigue en su sitio, sólo Jesús está con ellos como antes. Ha sido una experiencia interior… Hay un silencio intenso, están todavía sin poder articular palabra… Les oigo comentando… No saben cómo poner nombre a lo vivido… Siguen en paz y con un poso de alegría profunda… Aprendo a reconocer la gratuidad de Dios y su modo de expresarse… Le saco gusto, lo voy recordando de nuevo de modo que cale en mi interior… Me tomo mi tiempo.

Jesús ahora me dirige la palabra para que pueda comprender mejor lo sucedido. Me recuerda lo que les decía a Pedro y los doce: “El hijo del hombre tiene que ser reprobado por el sanedrín, sumos sacerdotes y doctores de la ley, sufrir la muerte y resucitar…” Prosigue recordándome lo central de la experiencia: ESCUCHADLE… Lo traigo a mi vida y le pregunto: Escucharte, aunque aparentemente fracase tu misión. Escucharte, aunque mi apuesta por la fraternidad termine mal. Escucharte aun cuando sea reprobado… Y Él me dice: “Efectivamente”… Pido ir aprendiendo a asumir los rechazos y los reveses de la misión… Me tomo mi tiempo para asimilar y aprender que Dios nos habla en la adversidad…

Jesús me ve preocupado por la dificultad de asumir los fracasos… Me comenta: “La felicidad les viene a las personas de vivir conectadas a Dios en todo y por tanto de estar disponibles de su persona y de sus cosas para la fraternidad”… Le pregunto: «¿Es esa conexión con Dios, Contigo, la que me capacita para aprender a perder (perder trabajo, perder fama, perder la casa, perder los amigos…) por ganar fraternidad? Aprovecho para pedir vivir la oscuridad de los momentos duros, con paz, con esperanza… Conectado con esa Presencia iluminadora… Me tomo mi tiempo…

5. COLOQUIO.

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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