Viuda

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Mc 12, 38-44

«La vida puede y debe convertirse en el punto de partida desde el que crear una sociedad radicalmente diferente.» Imagen de Pixabay

 

0. TEXTO (leer la parábola entera).

Jesús decía en su enseñanza: “Guardaos de los maestros de la ley, pues les gusta andar con ropas largas y que los saluden con todo respeto en la calle.  Buscan los asientos de honor en las sinagogas y los mejores puestos en los banquetes, y so pretexto de hacer largas oraciones devoran las casas de las viudas. ¡Esos recibirán mayor castigo!»

Jesús, sentado en una ocasión frente a las arcas de las ofrendas, miraba cómo la gente echaba dinero en ellas. Muchos ricos echaban mucho dinero, pero en esto llegó una viuda pobre que echó en una de las arcas dos monedas de cobre de muy poco valor. Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

– «Os aseguro que esta viuda pobre ha dado más que ninguno de los que echan dinero en el arca;  pues todos dan de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para su sustento.»

1. SITUACIÓN, explicación breve del texto.

Jesús está en Jerusalén. Hace días ha realizado el gesto profético en el Templo (con su conflicto correspondiente) y ha tenido debates con los escribas, saduceos, sumos sacerdotes… Coincide que está delante del arca del Templo.: unos embudos de bronce enormes con amplia boca que permitía lanzar las monedas desde una cierta distancia, con lo que se podía oír con claridad el ruido, ver quien las lanzaba y, por tanto, intuir la cantidad de dinero que daban como limosna.

Pues bien, la viuda echa una moneditas y Jesús la pone de ejemplo de actitud religiosa cuando es la que menos ha dado de todos. Motivo: porque “dio todo lo que tenía para vivir, todo lo que tenía como sustento”, se vació, puso su confianza total en Dios, mientras el resto seguía conservando mucho. La clave no es qué das sino con qué te quedas.

Hoy Jesús se fija no en la necesidad de la persona que recibe la limosna, sino en la necesidad de quien la da; no la que salva a quien la recibe, sino la que salva a quien la da. Se trata de ver dónde ponemos en última instancia nuestra confianza: en el dinero o en Dios. Es la misma línea de las bienaventuranzas: Dichosos los pobres de espíritu, los disponibles de su persona y de sus bienes porque han elegido a Dios como su tesoro y desde su cariño viven.

2. Ahora comenzamos propiamente la oración. HACEMOS SILENCIO.

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. YO ME HAGO PRESENTE (revivo LA ESCENA). VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo con Jesús y sus discípulos en Jerusalén en la explanada del Templo, como si presente me hallase, y voy caminando con ellos… Los discípulos están fascinados por las construcciones y Jesús descubriendo qué se está viviendo en esa cultura religiosa de la capital, qué está marcando la vida de su pueblo… ¿Cómo me siento?… ¿Qué me sale pedir?…

Mientras los discípulos siguen caminando, Jesús se para frente al arca del tesoro del templo viendo cómo los adinerados van echando monedas pareciendo una competición, metiendo un ruido llamativo que deja constancia de la generosidad de quienes así se comportan… Jesús mira también a una viuda que echa una miseria… Saboreo la escena… Intento mirar lo que Jesús ve… La diferencia entre ambas situaciones… Me tomo mi tiempo…

Jesús llama a sus discípulos y a mí con ellos para enseñarnos a partir de situaciones de la vida: “En verdad os digo que esa viuda ha echado más que todos los que han dado limosna”… Miro a los discípulos y sus caras de asombro… Hay un momento de silencio y suspense… Jesús continúa: “Pues todos dan de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para su sustento”… Aprendo a mirar no tanto lo que doy, sino aquello con lo que me quedo… Pido aprender a vaciarme de mis posesiones para poner mi vida en manos sólo de Dios… Me tomo mi tiempo…

4. JESÚS Y YO.

Sigo presente en la escena… con Jesús y los discípulos, que siempre quedan sorprendidos con las maneras de hacer y entender de Jesús… Me mira también a mí… Le pido: “Quiero ser capaz de ir vaciándome de tantas cosas para poder ver la vida como tú, Jesús…» Echo una ojeada a lo que tengo y no necesito: ropa, libros, dinero, necesidades creadas… y continúo pidiendo: “Que pueda vivir tan conectado con Dios que  me haga libre y totalmente disponible, desprendido de mis cosas… “Sólo Dios basta”… ¿Cómo me quedo?…

Jesús me recuerda: “Dios no se fija tanto en lo que damos, cuanto en lo que nos reservamos para nosotros”… Le cuento a Jesús lo que me cuesta librarme de mis apegos y voy nombrando algunos de ellos: ciertas amistades, caprichos técnicos, mi imagen, mi posición, mi reconocimiento, algunos bienes, vacaciones… Descubro que aun así Jesús me quiere con locura… Le pido vivir esta oración: “Tomad Señor y recibid toda mi libertad… Dadme vuestro amor y gracia que esta me basta”… Lo saboreo… Me tomo mi tiempo.

Le pido vivir la vida diaria como una sorpresa, como un encuentro con lo aparentemente banal y sencillo, pero a través de lo cual Dios me enseña… Cuántas pequeñas cosas suceden cada día para bien y pasan desapercibidas… Tantos signos de generosidad: en campos de refugiados, en las familias, entre amigos, entre enemigos… Pido unos nuevos ojos para ver como Jesús y recuerdo…“No se ve bien sino con el corazón»… Doy gracias…

5. COLOQUIO.

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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