Vamos a una

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Mt 11, 25-30

0. TEXTO

Jesús dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos estas cosas (del reino)… Nadie conoce realmente al Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera darlo a conocer. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo”…

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Es un texto de profunda alegría, porque Jesús descubre que hay quien entiende y vive los valores del Reino. Y les anima a ir a una con Él, para labrar la tierra que de frutos de fraternidad.

Jesús se encuentra con el grupo que ha regresado de la misión y con lo que intuye que han vivido, se alegra profundamente: “te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que ocultaste a los sabios y entendidos”. Estas cosas tienen que ver con Mt 5 las bienaventuranzas, es decir, viven la disponibilidad, la pobreza de espíritu, la no violencia, la limpieza de corazón, la paz, la lucha por la justicia… Jesús descubre que los sencillos comprenden el mensaje del reino.

Por eso a ellos les quiere dar lo que Él ha recibido, la experiencia de Dios como Abbá, como un Dios que ama entrañablemente, un Padre que ama con entrañas de Madre. Lo que me ha dado mi Padre os la doy a vosotros: “nadie conoce al Padre sino el Hijo y a quienes el Hijo les de a conocer” para que vivan su vida desde esa experiencia gozosa.

Y lo hace con aquellos “cansados y agobiados” por el peso de la comprensión religiosa del tiempo, el cumplimiento de un sistema doctrinal (645 leyes y mas de 1000 preceptos) para conseguir la aprobación de Dios y su salvación propia y del pueblo. Sistema impuesto por aquellos “que cargan pesados fardos sobre los demás y no ayudan a llevarlos ni con un dedo”. Mt 23, 4 En contraposición Jesús es el del yugo suave y la carga ligera.  Para una persona de campo la imagen es preciosa. El yugo se lleva siempre entre dos animales que aran el campo. Y la misión del evangelio, se lleva a cabo con Jesús que se pone a un lado del yugo a tirar del arado y la persona del otro, El se ciñe el yugo por un lado y anima a quien le escucha, a que lo asuma del otro. Es la empresa del reino donde se fabrica la fraternidad, donde el líder está junto con el peón, roturando la cultura ambiente para que se pueda sembrar la fraternidad y sea dicho todo, con el mismo sueldo. No parece que Jesús cobrase más que los demás de la caja común.

2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO

Respiramos… profundamente… la respiración nos ayuda a salir de nuestros pensamientos (que nos atosigan) y nos centra en el presente. A lo que estamos…

Nos serenamos… nos centramos… evitamos la dispersión.

Tomamos distancia de nuestras preocupaciones…. Ya las retomaremos después…

Conectamos con nuestro interior, con lo que nos habita, con nuestra Fuente de Vida.

Vamos haciendo silencio interior. En primer lugar, silencio no es ausencia de ruido sino ausencia de ego. Para hacer silencio lo mejor es “salir de nuestro propio amor, querer e interés…”

Nos vamos preparando para escuchar a fondo…

Pedimos vivir esta oración con confianza-disponibilidad y con dedicación…

3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Entro en el pasaje, como si presente me hallase… me sitúo con Jesús con los que han llegado de la misión. Les recibe en Cafarnaúm, no lejos del puerto de pescadores. Nos imaginamos la escena.

Veo su alegría por lo que intuye y escucha al ver a las personas que llegan de la misión, y escucho con sorpresa el modo como Jesús explota de alegría por lo que sucede: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que ocultaste a los sabios y entendidos…”. Le escucho con toda atención y disfruto con su alegría desbordante…

Descubro esas cosas que viven esas personas sencillas y que le emocionan a Jesús: dar de comer al hambriento, vestir al harapiento, acoger al inmigrante extranjero, visitar a los presos… y le pido que a mí también me emocionen… Lo repito para quedarme con ello… me tomo mi tiempo…

Me alegro de que Jesús quiera darse, dar lo mejor de sí mismo, la experiencia de un Dios en cuyas manos vivimos, nos movemos y existimos, “nadie conoce al Padre sino el Hijo y a quienes el Hijo les de a conocer” para que vivan desde esa experiencia gozosa. Y saboreo y agradezco… es como para frotarse los ojos para creer lo que se ve…

PETICIÓN.  Conocimiento interno de Jesús. Que pueda sentir son sus sentimientos la realidad, la vida de las personas…

Miro sus actitudes: “venid a mí los cansados y agobiados”… noto con la delicadeza que se dirige, la acogida que dispensa a los que no pueden ni con su alma… Y aprendo para hacerlo así… su deseo de estar cercano de los sin fuerzas y sin ánimos por la imposibilidad de vivir en ese sistema legal que aplasta… y le pido su compasión Huelo el aroma de la mesa común que Jesús les llama a preparar, compartiendo el mismo yugo, la misma misión juntos, enyugados, en esa cercanía cómplice para arar juntos esta tierra, para que se vayan sembrando semillas que produzcan fraternidad… SABOREAMOS EL MOMENTO… sin prisa, repasamos la escena.

4. JESÚS Y YO. 

Descubro la alegría que siente Jesús, también a mí me hace partícipe de ella: “te doy gracias Padre porque has revelado estas cosas a la gente sencilla… y lo dice mientras me mira… algo habrá visto en mí… y su mirada me permite entrar en una comunicación sincera con Él… lo agradezco.

Noto que también quiere dárseme a mí, darme a conocer y a sentir el descubrimiento que le puso en movimiento: la experiencia de un Dios que quiere la Vida para todo lo creado “nadie conoce al Padre sino el Hijo y a quienes el Hijo les de a conocer”. Y quiere comunicárseme para que también yo viva desde esa experiencia gozosa, que me permite levantarme cada día con esperanza. Saboreo… y doy gracias.

Más, escucho que me susurra que está preocupado con mis cansancios y mis agobios. Los agobios de la necesidad de éxito y de los sistemas productivos de calidad en mi trabajo, de las presiones y competitividad en que estoy metido… y me deshago con Él… de estos y de otros agobios…

Trae también junto a mí y les acoge a los derrengados y estresados, sin posibilidad de salir del círculo de la exclusión, las personas que repiten la historia de fracaso de sus familias… Y me llama a escucharles también yo… Y me pone junto a sí, me da una palmada de compañero para caminar uncido a su yugo, para tirar juntos del arado que labra la tierra a veces árida de competitividades, exclusiones… para hacer posible que en ese surco cuaje la semilla de la acogida, de la integración de la tierra nueva… Y me tomo mi tiempo para sacarle jugo…

5. COLOQUIO. Resumen de lo vivido en la oración: un texto, una palabra, una imagen… lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, le pido, le doy gracias…

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