Mt 8, 5-17
0. TEXTO
El que trate de salvar su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por causa mía, la salvará. El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí… y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí… “El que os recibe a vosotros, me recibe a mí».
1. SITUACIÓN explicación breve del texto
Seguimos en el mismo discurso del domingo anterior, sobre la misión de la comunidad de Mateo. Recordamos que declararse cristiano podía suponer perder todos los bienes, ser encarcelado o incluso ser ejecutado. Porque era un grupo declarado ilegal y por tanto peligroso.
Y recordamos que Jesús es el que mantiene las esperanzas del pueblo, iniciadas por Juan el bautista, ejecutado por los romanos y sospechoso por parte de las autoridades judías, por profeta. Pues bien, Jesús trata de arraigar las motivaciones de sus seguidores. Y les sitúa frente a los riesgos que afectivamente más les puede costar asumir
- ante los lazos familiares. Las familias eran clanes. Y la posibilidad de sobrevivir en aquella sociedad era el clan familiar, la familia extensa. Seguir a Jesús es dar prioridad al evangelio y su causa, por encima de la familia. “El que ama a su padre o a su madre más que a mí… (esto lo vivieron en un momento de la historia del pueblo, los levitas Dt 33).
- y ante su propia vida: “el que trate de salvar su vida la perderá. El que la pierda por mí la salvará”. El que la viva para sus intereses, egoístamente, la perderá, quien la viva desde el Amor servicial, la salvará para sí y para otros. E incluso sitúa el riesgo de vivir la misión, en ese momento histórico, al mismo nivel del riesgo que asumían los celotes, (grupo que proponía expulsar al invasor romano). Si les detenían, ese era el precio a pagar: la cruz. Y Jesús les recuerda: “el que no toma su cruz y me sigue no puede ser discípulo mío”.
Alguien que acogiera en su casa a algún cristiano perseguido, acogía a un alguien de un grupo ilegal. Se podía convertir en colaborador, colaboracionista de un grupo proscrito. Y por tanto objeto de represalias por los romanos. De ahí que: “quien os reciba a vosotros, a mí me recibe…” y especifica la acogida: “quien reciba a un profeta, a un justo, al más pequeño de mis discípulos, no quedará sin recompensa”.
2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO
Respiramos… profundamente… la respiración nos ayuda a salir de nuestros pensamientos (que nos atosigan) y nos centra en el presente. A lo que estamos…
Nos serenamos… nos centramos… evitamos la dispersión.
Tomamos distancia de nuestras preocupaciones…. Ya las retomaremos después…
Conectamos con nuestro interior, con lo que nos habita, con nuestra Fuente de Vida.
Vamos haciendo silencio interior. En primer lugar, silencio no es ausencia de ruido sino ausencia de ego. Para hacer silencio lo mejor es “salir de nuestro propio amor, querer e interés…”
Nos vamos preparando para escuchar a fondo…
Pedimos vivir esta oración con confianza-disponibilidad y con dedicación…
3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me sitúo en el texto. Me uno respetuosamente al grupo de Jesús y los Doce. Están en una situación adversa… Veo cómo Jesús trata de afianzar las motivaciones de los Doce: “Si perdéis la vida por esta causa, por mí y por el evangelio, la ganaréis”. Ya que de todos modos la perderemos, por lo menos que la perdamos humanizándonos y humanizando… y pido vivir conectado con Jesús para poder llevar a cabo su misión, con sus riesgos.
Oigo a Jesús diciéndoles a los Doce, que les puede tocar anteponer la causa del evangelio a la familia… porque así de dura es en este momento la situación. Le pido estar tan unido a Él y su causa que eso sea lo que más fuerza tenga en mi vida… le digo, no sin temor, que es lo que deseo…
PETICIÓN. Tener los mismos sentimientos de Jesús, su conocimiento interno, lo que mueve su corazón..
Miro actitudes de disponibilidad total de Jesús. Si predica esto es porque ya lo está viviendo. Ha tomado distancia de su familia y ha comenzado una nueva familia con los Doce y algunas mujeres que le acompañan… camino de hacer posible la familia humana que supera el clan y el pueblo… y descubro que me elige a mí para hacer lo mismo… y me quedo en silencio asumiéndolo…
Saboreo el sentirme conectado con Jesús, saboreo que me llama a hacer un mundo digno de toda persona, un mundo a la altura de la experiencia de Dios-Abba, un mundo donde los ciegos ven, los cojos andan, los pobres son evangelizados y llega el año de gracia para todas las personas… Y eso es lo que deseo asumir vitalmente, desde el corazón y los riesgos que ello conlleva… y me tomo mi tiempo, saboreando también los retos, las ilusiones y los miedos que supone esta misión…
4. JESÚS Y YO.
En el grupo de los Doce, en ese lugar a la salida del pueblo, me sitúo respetuosamente cerca de Jesús, cuando les comenta las instrucciones para la misión. Descubro que también se dirige a mí con todo cariño para advertirme de los riesgos: quien no antepone la justicia del Reino a su familia, no es digno de mí… entiendo su mensaje. Pero le pido asumirlo vitalmente, que así lo sienta y lo viva…
Me anima a poder darlo todo en cuanto sea necesario para el bien común y de los últimos. Me recuerda la historia de las apuestas hechas por estas tierras por hacer sitio a otros: los pisos para las personas con VIH, para las personas de la trata, para refugiados… y el rechazo sufrido por la sociedad o algunos barrios… Jesús me lo recuerda y me invita a mantenerme firme…
Le pido que toque mi persona y me trasmita su fuerza de entrega, para ser capaz de vivir la causa de los últimos y la dignidad humana con total libertad para asumir riesgos… Le pido por tantos que hoy, por ser cristianos, mueren en tantos lugares del mundo, en mayor número que en los primeros tiempos del cristianismo, como nos recordaba el Papa Francisco.
Jesús me recuerda que a quien reciba a los pequeños, a los profetas, a los justos… a Él le recibe. Le pido vivir conectado a Él, para ser capaz de recibir, de acoger a quienes llegan a estas fronteras, desde los infiernos de la guerra y el hambre… que yo haga con ellos lo que me gustaría que hiciesen conmigo… que me ponga en marcha: “con un vaso de agua”, con bienes, con espacios de acogida, con mi cercanía, mi voluntariado… Y así lo deseo de corazón… sigo escuchando y hablando con este Jesús que me adelanta en humanidad… Y me anima a asumir los riesgos de la misión por la fraternidad.
5. COLOQUIO. Resumen de lo vivido en la oración: un texto, una palabra, una imagen… lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, le pido, le doy gracias…