Si quieres venir en pos de Mí…

Lc 14, 25-33

Foto de Michael Ali en Unsplash

0. TEXTO 

Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose la vuelta, les dijo:

«Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: «Este comenzó a edificar y no pudo terminar».

¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.»

1-UN COMENTARIO DEL TEXTO

Jesús ha decidido subir a Jerusalén, una decisión que terminará en su muerte. Y en ese camino hay un grupo grande de personas que le siguen, a entender de Jesús, sin darse cuenta de los riesgos que entraña seguir con Él y su misión. Ellos están seducidos por su persona, que les ha ganado el corazón. Creen que con Él podrán ir lejos. Quizás están idealizando demasiado ese seguirle, como si todo fuese a salir bien por la bondad de la causa que Jesús plantea. Por eso, él no quiere dejar que ignoren las dificultades que les pueden sobrevenir, que pueden correr su misma suerte.

No es difícil imaginarse que, en su mundo y en el nuestro, el llevar adelante la propuesta de la fraternidad, en la casa común, choque frontalmente con intereses de poderosos, y que lleve a enfrentamientos y persecuciones, algunas muy serias, donde uno puede perder todo. Por eso Jesús les advierte: “si alguien quiere venir conmigo y no pospone a su familia, e incluso a sí mismo, no carga con su cruz y me sigue, y no renuncia a sus bienes” mejor que se lo piense (renunciar no es vender los bienes, sino estar disponible de sus bienes y su persona). Nos pide calcular los riesgos.

Los valores hegemónicos de nuestra cultura impregnada de individualismo y de una religiosidad difusa, al estilo de la nueva era (autorealización, desarrollo del yo autoreferencial), poco tienen que ver con el seguimiento de Jesús, cuya referencia es su Fuente de Vida, su Abbá, de quien se siente Hijo Amado, y quiere y desea que tengamos su misma experiencia de sentirnos hijos amados. Una experiencia relacional. Y esto le lleva a vivir la aventura de hacer de este mundo una fraternidad, la familia humana. Jesús espera que nos lleve a nosotros a vivir la amistad social, la plenitud humana unos y otros. A vivir las relaciones humanas desde el amor, el perdón y la fidelidad.

2. Ahora comenzamos propiamente la oración HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente: ver, oír, gustar…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo acompañando a Jesús, que ha decidido subir a Jerusalén, lugar donde “matan a los profetas”… Camino con Él y una gran multitud… Le veo preocupado… Dirigiéndose a los Doce, les dice: “creo que me siguen demasiado ingenuamente”… y sigue haciendo camino, como para pensar qué les quiere comentar para que no se sientan engañados ni defraudados… Sigo caminando con ellos… y comienzo a hacerme consciente de la preocupación de Jesús por ellos… Sabiendo que le siguen porque Él les ha ganado el corazón… Hago míos sus sentimientos… Me tomo mi tiempo.

Se da la vuelta y dirigiéndose a sus seguidores les dice: “el camino que llevamos del reino de Dios y de la fraternidad humana, traerá dificultades serias, por tanto, cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”… Escucho con toda atención y me impresiona la claridad y verdad con que sitúa a los discípulos… Cómo me siento…

Sigo caminando con Jesús y sus discípulos, y escucho los dos ejemplos que les pone para que les quede claro: “esto del Reino es como construir una torre. Echa bien los cálculos… en este seguimiento puedes perder todo. Y entonces puedes renegar de la apuesta que has hecho… Calcula bien antes. Mira tus fuerzas y tus posibilidades. Dónde las pones”… “Esto es como una batalla. Calcula si vas a poder resistir con un enemigo fuerte, sólo tenemos el testimonio de la palabra y el escudo de nuestra persona”… No me pierdo palabra… Y pido corazón y cabeza para seguirle.

4. JESÚS Y YO. 

Jesús mira de nuevo a la multitud y cruza su mirada con la mía y me dice: “¿me quieres seguir?”… Antes de responder, hago memoria para ver dónde he puesto mi confianza en otros momentos difíciles de mi vida y lo recuerdo, ha sido en Jesús, en ir conectado con Él, en ir como el sarmiento en la vid … y le escucho: “esta vez te puedes jugar mucho, tus bienes, tu familia, incluso tu persona, por hacer posible la fraternidad”… Se me quedan grabadas sus palabras… Qué le pido…

Le escucho de nuevo a Jesús: “piénsate si quieres venir conmigo… si quieres tomar partido por las causas en las que yo estoy: los pequeños, los que buscan sitio y no lo encuentran, los que trabajando no llegan casi a fin de mes, los que todo se les pone en contra, los que no ven salida a su situación porque los poderosos se la cierran… los que sufren la guerra… y tú sabes lo que supone defender su causa”… Me sale decirle… “a una contigo”… Lo deseo de corazón…

Jesús me sigue comentando: “vivir así te ayudará a vivir una vida plena, de una manera que tú no esperas… pero también ayudara a vivir la plenitud de tantos que no tienen garantizada su vida”…”Vas a vivir una vida llena de desafíos, conocerás personas maravillosas, también puedes conocer la traición y el abandono, y conflictos y quizás persecuciones”… Le escucho y me tomo mi tiempo… y respondo: “de tí puedo fiarme… se que vas junto a mí y me acompañas… camino confiadamente. Nadie nos arrebatará de tus manos”…

5. Vamos terminando la oración con un COLOQUIO con Jesús

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos; de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … Suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Y termino escribiendo lo vivido, para que me ayude a fijarlo en mi vida.

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