Mt 10, 26-33

0. TEXTO
“No tengáis miedo a la gente… No tengáis miedo a quienes pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma… En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de la cabeza los tenéis contados uno por uno. Así que no tengáis miedo: vosotros valéis más que muchos pajarillos».
1. SITUACIÓN explicación breve del texto
La comunidad de Mateo se encuentra con toda suerte de dificultades para testimoniar el evangelio. Es la comunidad de cristianos judíos que viven después de la caída de Jerusalén y el Templo en manos de los romanos, algo terrible para sus judíos, que acaban dispersados y sin patria. Las autoridades romanas castigan el declararse cristiano con pérdida de bienes, cárcel o incluso muerte. Es en esta situación que recuerdan las palabras de Jesús acerca de las dificultades que vivirán en el anuncio del evangelio.
La primera dificultad es el miedo. ¿Lo contario a tener miedo es tener valentía? Jesús no les propone tener valentía sino tener confianza. La valentía de las propias fuerzas tiene corto recorrido. La confianza de sintonizar con la onda de Alguien que cuida de todos, “incluso los cabellos de vuestra cabeza están contados…”, tiene más garantías de durar.
Por eso, anunciad el evangelio sin miedo. Cuando tenemos miedo, por ejemplo ante un auditorio hostil, o ante una situación en minoría, no es raro que digamos aquello que se acomode al que nos escucha para no ser ridiculizados, difamados o excluidos. El miedo impide manifestar el mensaje del evangelio íntegro, sin guardarse lo que enfade a quien tenemos delante, sea poderoso, o sea un grupo de presión.
Y dentro de los miedos, ¿a quién temer? “Temed más bien al que puede llevar cuerpo y alma, a la persona, al abismo.” El que te quita el cuerpo: quien te someta a daños físicos, de extorsión, de difamación… puede fortalecer tus convicciones, tu fe. Pero el problema es el que te quite el alma: el que te quite los deseos de vivir en la onda de la fraternidad, de vivir en gratuidad, en autenticidad y hace que de ti se apodere la apatía, la desgana y el capricho. Estos tres compañeros de camino nos llevan a la muerte social y personal.
2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO
Respiramos… profundamente… la respiración nos ayuda a salir de nuestros pensamientos (que nos atosigan) y nos centra en el presente. A lo que estamos…
Nos serenamos… nos centramos… evitamos la dispersión.
Tomamos distancia de nuestras preocupaciones…. Ya las retomaremos después…
Conectamos con nuestro interior, con lo que nos habita, con nuestra Fuente de Vida.
Vamos haciendo silencio interior. En primer lugar, silencio no es ausencia de ruido sino ausencia de ego. Para hacer silencio lo mejor es “salir de nuestro propio amor, querer e interés…”
Nos vamos preparando para escuchar a fondo…
Pedimos vivir esta oración con confianza-disponibilidad y con dedicación…
3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me situo en el texto, que es para que yo lo viva hoy. Me uno respetuosamente al grupo de Jesús y los Doce. Están en un lugar recogido fuera del pueblo, donde encuentran cierta intimidad. Están en el momento de iniciar una actividad a favor de la fraternidad, en una situación adversa, incierta, y se sienten como ovejas en medio de lobos… Me hago presente en esa situación. La siento como propia… me tomo mi tiempo.
Veo a Jesús, que en medio de esa situación no ha perdido la paz y trata de motivar a los Doce. Oigo cómo les habla. “No les tengáis miedo…” y cómo trabaja la confianza: “hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados” estamos en buenas Manos… repito sus palabras a fin de hacerlas mías.
PETICIÓN. Que podamos ir viviendo los mismos sentimientos de Cristo Jesús, que podamos ir viviendo en su onda
Miro actitudes: Jesús que vive desde el Dios en cuyas manos se siente confiado. Si Dios cuida hasta de los pajarillos que «no pintan nada», cuánto más de vosotros. Por tanto, que el miedo no os haga decir medias verdades o flaquear o abandonar… por miedo ser rechazados o quedar solos o salir malparados.
Saboreo, gusto al mismo tiempo, el miedo de los discípulos a salir a ser testigos, algo tan novedoso y rechazable… y la alegría de iniciar algo tan gratuito, algo que devuelve la dignidad perdida a los sin sitio, algo que toca los corazones de todos para sentir a los otros como de mi familia… Y me preparo con los apóstoles para dar la cara por los sin rostro… para vivir a la intemperie sostenidos por las Manos de Dios… Y pedimos vivir en la onda del Dios de Jesús, verdad y ternura
4. JESÚS Y YO.
En el grupo de los Doce me sitúo respetuosamente cerca de Jesús, mientras noto que todavía los miedos me atenazan y necesito una mano amiga para apuntalar mis convicciones. Descubro que Jesús se dirige a mí: no tengas miedo de ir a contracorriente del consumismo y de la indiferencia… No tengas miedo de perder tu estatus… de escuchar a los que no se les oye… no tengas miedo de no subir socialmente porque has elegido subir juntamente con los que les han bajado y empobrecido… Y pido hacer míos estos deseos.
Y le cuento que necesito motivación. Que esté por encima de la corriente de esta sociedad, que opte más por el camino de la solidaridad y no del capricho, que esté más allá de que mis personas de referencia sigan siendo luz o me fallen, que no dependa de mis temporadas de bajón o de serenidad … Y me habla del Dios que nos cuida…. Y le pido vivir en esta onda del ser cuidado y cuidar.
Apoya su Mano sobre mi hombro y noto como si mis miedos sanasen, es como si sintiera su fuerza para caminar por las aceras y plazas de esta sociedad, para encontrarme con las personas y los grupos, tanto con las personas llenas de gratuidad, como las personas llenas de intereses… deseándoles con mis palabras y mis acciones, que tengan ese Aliento Vital.
Con Él comprendo mejor, en este tiempo llamado de nueva normalidad, lo que es perder el alma, es decir, perder la cercanía sanadora que me permite levantarme cada día y caminar con autenticidad. Y le pido que no pierda esta vitalidad, aunque para llevarla adelante pueda perder el cuerpo: salud, prestigio, posición social,… Y pido vivir en el Espíritu de la Vida que me permita y nos permita mantenernos vivos.
5. COLOQUIO. Resumen de lo vivido en la oración: un texto, una palabra, una imagen… lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, le pido, le doy gracias…