Perdona de corazón

Mt 18, 21-35

Representación de los seis jesuitas y dos colaboradoras asesinados en El Salvador en 1989.

0. TEXTO

 Entonces Pedro fue y preguntó a Jesús:
– Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano, si me ofende? ¿Hasta siete?
– No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Tuvo compasión de él, le perdonó la deuda y lo dejó ir en libertad…
Perdona de corazón.

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Esta parábola sólo la menciona Mateo en su evangelio. En las relaciones humanas, por nuestra limitación de comprender a los demás y a nosotros mismos, o por nuestro mal uso de la libertad, hacemos daño, ofendemos, dañamos a los demás: dejamos de lado, faltamos a la confianza, traicionamos, pensamos primero en nuestros intereses… Sin perdón de las ofensas, sería imposible la convivencia humana. Pedro pregunta cuántas veces perdonar. Incluso entre los rabinos generosos se hablaba de cuatro veces. Y Pedro se estira: ¿hasta siete veces?

¿Perdonar una ofensa muy grave? Están teniendo lugar en nuestro mundo situaciones de violencia extrema: genocidios, víctimas de la violencia de motivación política, de género… Esto nos está haciendo tomar conciencia a unos y otros de la importancia del perdón, desde la psicología, política, derecho… Los jesuitas hemos colocado la reconciliación en el centro de nuestra misión en las dos últimas congregaciones generales.

¿Se puede perdonar de corazón algo tan grave? La experiencia dice que sí. Enrigth, que trabajó con personas dañadas por incestos, nos cuenta que, por una parte, iniciamos un trabajo personal para intentar perdonar (estrategia). Este primero es el perdón cognitivo, que consiste en pensamientos de perdón y declaraciones dirigidas a la persona que ha sido injusta. Al perdón cognitivo, sigue el perdón emocional, la apertura de uno mismo a la compasión y al amor hacia esta persona que tiene su dignidad inalienable (hijo de Dios) que me ha golpeado. Por otra parte, hay un trabajo que Dios va haciendo (Espiritualidad). Sigue siendo un misterio saber cómo crece en el corazón humano esta compasión por quienes realizaron y realizan grandes injusticias. «El perdón sorprende a las víctimas», recordaba un especialista.

Volvamos al texto del evangelio que cuenta cómo se perdona algo grave:

  • Se afronta la situación: el ofendido llama al ofensor, se encuentran. Le sitúa en su verdad. El ofensor, debe una cantidad inmensa, unos 60 millones de jornales, no lo niega. Con lo que ha hecho ha destruido mucha de la vida de quien ha ofendido, pero también la suya y la de su familia.
  • El ofendido, en un primer momento, monta en cólera. “Que le vendan junto con su mujer, hijos…” aplicando la ley y la justicia del tiempo.
  • Incomprensiblemente, el ofendido da un giro radical, rompe con la ley y la cultura del tiempo: “el Señor tuvo compasión y perdonó todo”… algo totalmente desconocido. Algo de esto sucede hoy en los encuentros restaurativos. Y en esta onda nos situó el papa con el escrito acerca de la misericordia.

2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con texto del evangelio a contemplar hoy.

3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en el texto, que es para que lo viva, lo experimente yo hoy… lo hago uniéndome respetuosamente a la situación que están viviendo Jesús y su comunidad. Me sitúo en la experiencia del cuántas veces perdonar a mi hermano. Con Pedro me presento ante Jesús, con su pregunta, porque está bien aguantar hasta un límite… Escucho la respuesta de Jesús: “no te digo siete veces, sino setenta veces siete…” siempre… Me tomo mi tiempo para asimilar tanta novedad… voy haciendo mía de corazón la respuesta de Jesús.

Sigo metido en la escena, voy escuchando a Jesús que cuenta una parábola desconcertante. Una situación donde una persona no puede hacer nada para arreglar el daño que ha hecho. Le escucho al ofensor: “ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo” (cosa imposible)… Espero el desenlace… tendría que ser una condena ejemplar por el desastre económico que ha causado a su responsable, en este caso el rey, pero, contra todo pronóstico, le absuélvele, le perdona. No sólo tiene paciencia, sino misericordia… Voy haciendo mía esa misericordia… Pido aprender, con el mismo asombro que produce en Pedro y los demás … Aprovecho para pedirle a Jesús aprender a perdonar, sentir el perdón de Dios que nos perdona gratis, para hacer lo mismo.

Adentrándome en la parábola, me sitúo en el ofensor, en este caso funcionario que se encuentra con un compañero suyo que le debe una cantidad ínfima en relación con lo que él debía… “págame lo que me debes…” – el compañero que le pide exactamente lo mismo que él ha pedido al rey… lo que espero es que haga lo mismo que han hecho con él… pero incomprensiblemente le lleva al juez para que le condene hasta que pague… pienso modos de hacer para evitar en lo posible que esto suceda… miro qué se me ocurre…

Dando un salto de la parábola a la realidad, me sitúo en la vida de Jesús. Jesús fue condenado a cruz. “Jesús Nazareno Rey de los judíos” rezaba la inscripción.  Es el Rey que desde la cruz es capaz de perdonar a los que no perdonan: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen…» está en situación de perdedor, no de Rey ganador… por eso pide a Dios que les perdone… Y esto es lo que sigue haciendo resucitado: “paz a vosotros” … “recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis les quedan perdonados”

Pido conocimiento interno de Jesús, y de su capacidad de perdonar, para que yo también lo pueda vivir así.

4. JESÚS Y YO.

Ahora me doy cuenta de que Jesús me mira también a mí como queriendo estar personalmente conmigo, además de estar con los Doce. Y me sitúo con Pedro: cuántas veces perdonar. Traigo a la memoria algunas ofensas que he recibido últimamente: me dejaron de lado, no contaron conmigo, me dejaron en ridículo, me despidieron, me insultaron…  Noto que Jesús me da ánimos para perdonar, para afrontar la situación en verdad como el rey, con quien me ofendió… eso pide hacer un proceso de querer perdonar, pero también de capacitarme para afrontar  la situación en verdad… Me tomo mi tiempo…

Sigo conectado a Jesús, escuchándole… cómo sorprendentemente el deudor que, o bien había malgastado, o había gestionado pésimamente, es absuelto de una deuda millonaria imposible de pagar y le cuento mi riesgo de hacer daño y de ofender… Recuerdo alguna vez que me han perdonado, cuando no puedo más que pedir perdón… Traigo aquellas situaciones en las que a mí me han perdonado tanto:  he nacido en una familia perdonadora, me han querido incondicionalmente, he vivido en un ambiente donde esto se practica… esto es algo impagable… Escucho a Jesús que me dice: ese es el perdón que te he dado para que tú hagas lo mismo… lo saboreo… Y le cuento también a Jesús la noticia de esta semana, del juicio contra quien fue responsable de la muerte de los jesuitas del Salvador.  Situaciones en que todavía cuando las recordamos nos duelen, no tenemos cicatrizada la herida… que tienen que ver con situaciones no al interior de la Iglesia sino de la sociedad. Estos asuntos socialmente piden verdad, justicia y reparación. Y en su comunicado recuerdan  “nuestra disposición como jesuitas a perdonar a los que perpetraron y ejecutaron ese horrendo crimen”… pido poder saborear esas actitudes…

5. COLOQUIO. Resumen de lo vivido en la oración: un texto, una palabra, una imagen… lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, aquello con lo que me identifico… Le pido, le doy gracias…

keyboard_arrow_up