Por méritos o por confianza

Mt 20, 1-16

El viñedo rojo (1888). Vincent Van Gogh.

0. TEXTO

“El reino de los cielos se puede comparar al dueño de una finca que salió muy de mañana a contratar trabajadores para su viña. Acordó con ellos pagarles el salario de un día y los mandó a trabajar a su viña. Volvió a salir sobre las nueve, doce, tres y todavía un poco antes de anochecer.

“Cuando llegó la noche, el dueño dijo al encargado del trabajo: ‘Llama a los trabajadores, y págales empezando por los últimos y terminando por los primeros’. Se presentaron, pues, los que habían entrado a trabajar alrededor de las cinco de la tarde, y cada uno recibió el salario completo de un día. “De modo que los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos”.

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Esta experiencia del trabajar en las fincas de los que tenían terrenos era conocida por todos los lectores del evangelio de Mateo, también por Jesús, que seguro que se dedicó a estar en la fila de los que buscaban trabajo. Debido a la subida de impuestos, campesinos que no los podían pagar, se vieron obligados a vender sus tierras y trabajar para los terratenientes del tiempo. Hoy en día nos sonarán los que quedan descartados-excluidos del mercado laboral.

En esta situación Jesús propone esta parábola donde compara esta situación con el reinado de Dios, es decir, la fraternidad humana en la casa común. La podemos llamar la del empresario-patrono que quiere trabajo y pan para todos. No le preocupa tanto ganar en su negocio (la vendimia) sino que la gente tenga trabajo y comida. Por eso, paga a cada uno el jornal del día. Así es Dios. Y, como se vivía al día, esto significaba la posibilidad de comer esa jornada. Esta sería la manera de hacer la economía del reino de Dios, a la que aspiramos en esta historia. ¿Las empresas para qué? ¿Y las finanzas? ¿Y las inversiones? ¿Y los bancos?  Para que todas las personas tengamos trabajo y comida. O sea, la economía del bien común.

¿Qué recompensa esperamos los cristianos? Podemos también, como los primeros trabajadores, reclamar nuestros méritos: llevamos años trabajando en esto, hemos producido más, hemos conseguido que más personas se hagan cristianos, hemos dado la cara en situaciones de denuncia profética, somos militantes de la causa, hemos estado en grupos y hemos corrido nuestros riesgos… por tanto, estaremos más arriba que estos otros, más reconocidos, se comparará como modelos de testimonio. ¿O me siento afortunado de haber sido llamado, de la confianza que Dios ha puesto en mí y doy gratis lo que gratis he recibido y estoy encantado de vivir en fidelidad creativa? ¿Me sitúo más ante un patrón que paga a sus trabajadores o ante unos padres que nos hacen sitio a la mesa a los hermanos?

¿Qué tipo de contrato firmé cuando me bautizaron o cuando renové mi compromiso (confirmación)?  ¿Era un contrato con méritos, con horas extras, con reconocimientos eclesiales? ¿Ponía que me salvaba si cumplía: mandamientos, normas,…? ¿O que se me regalaba la salvación (el pan nuestro de cada día, el denario diario) y se me daba gratis lo recibido?

2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Entro en el texto, que es para que lo viva, lo experimente yo hoy… me hago presente en esta parábola que Jesús cuenta a los suyos. Le escucho:  “El reino de los cielos, (es decir: el mundo que Dios sueña para la humanidad), se parece a un dueño de una finca que quiso contratar obreros para trabajar su campo.” Miro a los discípulos que escuchan con atención… no pierden palabra… vemos cómo sale personalmente y contrata a primera hora de la mañana hacia las 6, a las 9 a las 12, a las 15 e incluso un poco antes de anochecer. Que nadie quede sin trabajar… Disfruto del dueño que le preocupan las personas desempleadas más que su negocio y me tomo mi tiempo, me detengo con paz  para asimilar esto que no es tan frecuente…

Ssigo metido en el momento del pago. Veo al encargado ir pagando, empezando por los últimos, les paga el jornal de un día, así pueden tener para comer ellos y su familia… y así alegrarse después del sufrimiento que tuvieron que pasar estos últimos todo el día sin que nadie se fijase en ellos… pensando que no llevarían nada para su familia… Estoy con los doce alegre y bien sorprendido. Esto no es nada normal… aprovecho para saborear la escena… da gusto una persona así que se preocupa de los que quedan de lado en los trabajos… y pido: tener los mismos sentimientos de Jesús, que busca que nadie quede sin comer, ni sin trabajo, y que pasa las veces que haga falta durante el día para que nadie quede descartado, desempleado, dejado de lado… Le sigo pidiendo que me haga capaz de ser así, de conseguir que toda persona pueda tener su sitio en la sociedad y en el trabajo…

Al final miro las actitudes de los que trabajaron desde primera hora de la mañana, que esperaban más… protestan… les veo airados… se comparan con los demás: “nosotros desde primeras horas… hemos aguantado el sol… y a esos que no han trabajado más que una hora…” Me pongo junto al Señor del campo que afronta la situación, baja a la arena, lo mismo que en el primer momento al contratar… Le trata al trabajador con afecto, “amigo no te estoy tratando injustamente… en cuánto nos contratamos” … eso te doy… Empiezo a comprender con los discípulos que aquí no se trata de trabajar más que otros, ni de hacer más méritos sino de conseguir que todos trabajemos, que todos tengamos trabajo y sustento… esto es otra cosa. Y agradezco que Jesús nos diga que Dios es así.

4. JESÚS Y YO.

Ahora me doy cuenta de que Jesús me mira también a mí como queriendo estar personalmente conmigo, además de estar con los discípulos contándoles la parábola. Me anima a situarme con tantas personas que en las colas del paro se agolpan para conseguir trabajo, y las de la cola de los comedores sociales, les miro con Jesús a sus caras, la angustia de lo impredecible… Me tomo mi tiempo, aunque me salga mirar para otro lado. Me cuesta hacer mía tanta situación complicada… y le pido a Jesús valentía para  mirar a los ojos a quien necesita ser animado, consolado, acompañado.

Con Jesús escucho la parábola del empresario que quiere trabajo y pan para todos, y voy descubriendo que nos habla de su Padre, Abbá, el Dios de la vida para todos… Me anima a que mire a mi alrededor para descubrir a los que en la pandemia dieron la cara: a los vecinos que hicieron  que el pan llegase a las personas mayores que no podían salir a hacer recados, a aquellos políticos que decidieron aportar dinero para los ERTES, a los sanitarios que apoyaron,… a las personas de la limpieza, a las que acompañaban y despedían a los moribundos… y tantos y tantos… me tomo mi tiempo…

Jesús también me llama a descubrir a tantas personas e instituciones que se escondieron y que pensaron en su propio interés, en el mundo financiero por ejemplo,  y tantos que querían guardar lo suyo sin preocuparse de los demás… De nuevo me mira y me anima para ver qué hacer en esta nueva situación en la que estamos. Me anima a seguir siendo de los que hacen posible la vida  de la comunidad. Si no salí a trabajar a primera hora en la pandemia, por lo menos ahora… Me siento llamado por Jesús a colaborar en la finca del Reino, el mundo. En el mundo se va haciendo posible la fraternidad y se va respetando la naturaleza, se va haciendo posible un aire limpio y un consumo responsable y unos deshechos reciclables… Me siento aceptado e impulsado por Jesús a ello…

5. COLOQUIO. Resumen de lo vivido en la oración: un texto, una palabra, una imagen… lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, aquello con lo que me identifico… Le pido, le doy gracias…

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