Pan que se parte…

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Jn 6, 51-58

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Es el cap 6 de Jn. Es el modo como la comunidad de Juan comprende la eucaristía. Este capítulo comienza con la señal de los panes… ¿cómo alimentar la vida del pueblo? Recordamos que estamos en el Israel invadido por los romanos. Y Jesús se reúne con 5000 hombres, muchos de los cuales serían celotes, grupo de liberación.  Y la respuesta mayoritaria de los que le escuchaban era: echando a los invasores (romanos).

La respuesta de Jesús para alimentar la vida del pueblo es el signo de los panes: repartiendo el alimento entre todos. Haciendo surgir una confianza entre todos. El fue el que hizo posible que todos comiesen y sobrase porque Él y sus discípulos comenzaron a repartir y el resto siguieron. Ahora da un paso más: dar no sólo lo que tienes, sino dar lo que eres. Yo doy a comer mi Cuerpo y a beber mi sangre. Pan partido por la vida del mundo y sangre derramada para hacer posible la vida. “Mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida”.

La llamada es a hacer nosotros lo mismo: hacernos uno con Él. “El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna”, para vivir unido a Él. “El que come mi cuerpo y bebe mi sangre vive unido a mí y yo vivo unido a él” y generar vida. En aquel ambiente Jesús desencantó al movimiento celote por su postura de dar vida pero no quitándosela a nadie, sino dando la propia, porque así llega la salvación de Dios. Lo mismo que hoy desencantaría a muchos, fijémonos los que se arman hasta los dientes y venden armas haciéndonos creer que estamos en peligro. Este texto sería el equivalente en los sinópticos a “quien quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame…”. La eucaristía lleva a dar la vida recibida.

2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO

Respiramos… profundamente… la respiración nos ayuda a salir de nuestros pensamientos (que nos atosigan) y nos centra en el presente. A lo que estamos…

Nos serenamos… nos centramos… evitamos la dispersión.

Tomamos distancia de nuestras preocupaciones…. Ya las retomaremos después…

Conectamos con nuestro interior, con lo que nos habita, con nuestra Fuente de Vida.

Vamos haciendo silencio interior. En primer lugar, silencio no es ausencia de ruido sino ausencia de ego. Para hacer silencio lo mejor es “salir de nuestro propio amor, querer e interés…”

Nos vamos preparando para escuchar a fondo…

Pedimos vivir esta oración con confianza-disponibilidad y con dedicación…

3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Entro en el texto, que es para que lo viva, lo experimente yo hoy. Lo hago uniéndome a la polémica surgida en torno a las palabras de Jesús de darse (cuerpo y sangre) y así hacer posible la llegada de la salvación.

Veo a Jesús en medio de aquella multitud, a la que le chirría su mensaje, que creen que son cosas de un idealista,… y yo me sitúo cerca de Jesús, también con miedos y queriendo confiar en Él …

PETICIÓN: TENER LOS MISMOS SENTIMIENTOS DE JESÚS. Conocimiento interno… vivir unido como los sarmientos a la vid, permanecer en Él.

Escucho a Jesús pronunciar esas palabras que a veces me estremecen porque asumen mucho riesgo: “El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna… vive unido a mí y yo vivo unido a él”. Y le pido que unido a Él, en su cuerpo y en su sangre, pueda yo ser como Él, dador de vida, de mi vida. Que confíe que esto es así… (y la historia da la razón: la entrega produce Vida).

Miro actitudes de Jesús, lleno de la fuerza de Dios, es el primero que se pone a hacer realidad lo que propone, porque es algo en lo que cree… saboreo su entusiasmo, gusto su verdad, su entereza, su convencimiento… y le pido hacerlas mías sus actitudes para vivirlas con quienes me rodean…

4. JESÚS Y YO. 

Yo entro en esa situación polémica… y descubro que Jesús también tiene una palabra para mí y me dice mirándome a mí: “el que no come mi carne…” el que no me hace suyo, no tiene vida… y me pregunto, hasta qué punto quiero hacerme uno con Él para vivir como Él, en su Espíritu, en su onda, ser señal viva de su presencia en la historia… Y se lo digo.

Siento que su palabra me penetra, es como si entrase una fuerza de entrega a mi interior… pido que así sea mi relación, mi unión con Él, en profunda entrega recíproca, como Cuerpo de Cristo. Esto sería vivir la eucaristía… y le digo que deseo que tenga sitio siempre en mi vida… se lo cuento…

Y con Jesús que me mira y me anima, a una con Él, miro también este mundo donde sucede “la venta de armas en el comercio ilegal, que enriquece a los mercaderes de la muerte” (como dice el Papa). Veo los que rompen la convivencia… y la fraternidad eucarística. Y le pido a Jesús vivir la lucha por la fraternidad de forma pacífica, lo cual supone más valentía y creatividad… se lo pido…

Jesús me invita también a mirar a otros que también se hacen uno con Él. Y es así como me voy sintiendo unido a otros, formando el Cuerpo de Cristo en esta historia… voy trayéndole nombres de personas… es la Iglesia… donde formamos parte del Cuerpo y Cristo es la cabeza… somos uno. Le pido que me duele el dolor de las personas que formamos el Cuerpo, que los sienta como parte de mí, cuando alguien es excluido, o queda dañado… y le pido vivir así en esta cultura.

5. COLOQUIO. Resumen de lo vivido en la oración: un texto, una palabra, una imagen… lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, le pido, le doy gracias…

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