No os dejaré huérfanos

Jn 14, 15-21

Imagen de guvo59 extraída en Pixabay.

 

0. SUBRAYADOS DEL TEXTO

Si me amáis, cumpliréis mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él os dará otro Paráclito para que esté siempre con vosotros: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Vosotros, en cambio, lo conocéis, porque él permanece con vosotros y estará en vosotros.

No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros sí me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis.  Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre, y que vosotros estáis en mí y yo en vosotros. El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él».

1. SITUACIÓN 

Seguimos en los discursos de la cena. En ellos, Jesús aprovecha para decir las cosas “que recordarán siempre” Esto lo hace en un escenario de lucha: El mundo entendido como la opción y el resultado de los que andan buscando su provecho, el máximo beneficio, sus exclusivos intereses etc. En ese corazón, en esa mentalidad, es difícil que brote el amor.

Y en esa situación social, nace otra experiencia, la del amor en los discípulos: “si me amáis”. Hasta ahora, en el texto, todo el tiempo Jesús era quien llevaba la iniciativa, cuidaba de ellos. Ahora a los discípulos les habla del amor recíproco. Se trata de vivir “obedeciendo mis mandamientos”. Este es mi mandamiento: “que os améis los unos a los otros como yo os he amado”, es decir dar lo recibido…

Al mismo tiempo, Jesús está pensando en su ausencia, cuando él ya no esté con los suyos: “yo pediré al Padre que os envíe otro Defensor, el Espíritu de la verdad…” Durante su vida Jesús vivió lleno del Espíritu Santo, “el Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha enviado a anunciar…» (Lc 4, 16-19). Él trasmitía el Espíritu. Él les defendía. Ahora el Padre les enviará el mismo Espíritu, el Defensor, el Espíritu de la verdad.

“Vosotros lo podéis recibir (el Espíritu) porque lo conocéis”. Juan quiere hacerles ver que muchos cristianos de su comunidad que no han conocido a Jesús, no están en inferioridad a quienes lo han conocido en carne y hueso. Porque es la misma Vida de Jesús la que está en unos y en otros, su Espíritu.

2. HACEMOS SILENCIO

Buscamos postura…ni muy tenso, ni muy cómodo, las plantas de los pies apoyados en el suelo… la espalda recta…

 Y respiramos varias veces con una inspiración profunda … la respiración nos ayuda a salir de nuestros pensamientos (que nos atosigan), la respiración nos centra en el presente. La respiración nos ayuda a conectar con nuestro ritmo vital … es lo que nos mantiene en vida… Seguimos respirando y nos vamos serenando… Tomamos distancia de nuestras preocupaciones…

Al respirar entramos a ese nuestro espacio interior donde nos encontramos en paz, donde nos encontramos con nosotros mismos… y donde nos encontramos también con la Bondad que nos habita y nos supera , nos encontramos con nuestra Fuente de Vida… Vamos encontrando nuestro espacio de silencio. Seguimos respirando… hacemos silencio para escuchar. El silencio no es ausencia de ruido sino ausencia de ego.

Antes de pasar a contemplar el texto, nos preparamos a escuchar y para ello recordamos dos actitudes: confianza (¿qué va a salir en esta oración? No se… me dejo llevar) y dedicación…

(Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE: VER, OÍR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Entro en el texto. Me hago presente con Jesús, los Doce, las mujeres, uniéndome respetuosamente a la situación que están viviendo. Veo el lugar: cenáculo con la mesa baja, la luz del candil de aceite, huelo el aroma de la cena, recostados de lado para participar en la Pascua… siento el ambiente de emoción contenida de lo que se está comenzando a vivir… me tomo mi tiempo… 

Escucho con atención las palabras, las últimas palabras que salen de la boca de Jesús: “pediré al Padre que os envíe otro Defensor”… “permanece con vosotros y está en vosotros” … Huele a despedida… como que Él ya se va pero Alguien nos cuidará… “confiad, no tengáis miedo… el Espíritu os cuidará” … Hago mías estas palabras…

Sigo atento: “Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre, y que vosotros estáis en mí y yo en vosotros”… Me sitúo con confianza en el futuro. Parece decirme algo así como “por experiencia descubriréis esa unión de vosotros con el Padre, y conmigo”… y saboreo la confianza ahora y en el futuro…

4. JESÚS Y YO

En esa situación de intimidad, donde sus palabras quieren permanecer imborrables en mi corazón, Jesús se topa con mi mirada y es a mí a quien se dirige: Si me amas, guardarás mi palabra, mi mandamiento que consiste en “amaos los unos a los otros como yo os he amado”… pido que pueda dar lo recibido…

Jesús quiere que partamos de la realidad: Estás llamado a vivir este mandamiento del amor en este mundo que “no le puede recibir al Espíritu, porque no le ve ni le conoce” porque está a sus interesas, a su disfrute, a sus negocios… y descubro que necesito fortalecerme en esta experiencia que estoy viviendo ahora… la saboreo…

Me pide que viva a la escucha, para poder conectar con su Espíritu: «El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él»…Y así a una poder impulsar un mundo donde haga hueco a las personas desprotegidas, a las nadies, para que se sientan alguien, para que puedan iniciar una vida con sentido…

5. COLOQUIO

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… lo que parecía que iba para mí… aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos, de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … suelto las pies, abro mis manos… abro los ojos…

keyboard_arrow_up