Mt 1, 18-24
0. TEXTO (leer los versículos enteros).
Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros».
Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, y sin que hubieran hecho vida en común, ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús.
1. SITUACIÓN
Los relatos de la infancia de Jesús no son históricos, es decir, no son una crónica de sucesos sino catequesis de la primera comunidad, con una base histórica pero sobre todo con un mensaje: “Jesús nace todo de Dios”. En Lucas el mensaje es la anunciación a María; en Mateo es la anunciación a José. Recordamos que los relatos de la infancia fueron lo último que se escribió en los evangelios y que recogen las grandes síntesis teológicas de Mateo y Lucas.
El tema del nacimiento sin intervención de un padre se encuentra a menudo en relatos helenísticos: Reyes, héroes, sabios… (en más de 40 textos). La vida de estas personas sobrepasó lo que se puede esperar de un ser humano. Por tanto, tienen que ser divinos. Si de las personas famosas se puede decir que son hijos de Dios plenamente, sin intervención humana, de Jesús mucho más.
¿Y cómo se plantea la virginidad? Aquí se habla de una virginidad no biológica sino teológica o espiritual. (De hecho la palabra hebrea “alma” significa doncella, célibe y no tanto virgen). La virginidad espiritual se traduce por disponibilidad total: “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra”, es decir, quien se ha hecho receptáculo para que la divinidad habite plenamente en ella, olvidándose de lo suyo. “Hágase tu voluntad”, esa persona es virgen espiritualmente.
“María estaba desposada con José”. El matrimonio en aquella época constaba de dos partes: el contrato y la boda. Lo importante era el contrato (desposorios). Por tanto José y María estaban legalmente casados. La boda es la acogida de la novia en casa del novio. ¿Por qué entonces recalca dos veces “sin convivir juntos”? Porque quiere resaltar que el hijo que va a nacer es todo de Dios y va a tener por padre sólo a Dios. La comprensión de padre-madre era así: La madre es sólo el receptáculo en el que el padre deposita la semilla. Toda la vida la deposita el padre.
Pero por otra parte un hijo no lo era principalmente por lo biológico, por haber nacido de ese padre, sino por la capacidad de hacer lo que hacía el padre. Así entendemos cuando Jesús dice: “Yo hago lo que veo hacer a mi Padre”. La intervención de Dios, como Ser Espiritual que es, en la concepción de ese niño Jesús, no es de una intervención biológica, sino espiritual para que desde el primer momento ese niño sea todo de Dios, es decir, “lleno del Espíritu Santo”.
2. HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me sitúo acompañando a José en su misión y en sus dudas como si presente me hallara… José que es el modelo del Antiguo testamento… hombre justo (piadoso en la relación con Dios y honrado en relación con las personas) se enfrenta a un dilema: hacer a su hijo a su imagen o que antes de ser obra suya, sea obra de Dios… Y escuchar los caminos que Dios tiene para su hijo… Saboreo la disponibilidad y desposesión de José…
Voy acompañando a José cuando toma conciencia de que antes incluso de estar viviendo juntos, de conocerse él y María, la fuerza de Dios está en ese niño, en Jesús… del mismo modo que “el Espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas” (Gen 1,2) antes de la creación… ¿Cómo me siento? Me alegro de ese descubrimiento y lo hago mío…
José no las tiene todas consigo y se va a dormir preocupado… A la mañana siguiente nos encontramos de nuevo y, para sorpresa mía, me comienza a contar las novedades de sus sueños. Me cuenta lo soñado: “No tengas reparo en acoger a María tu esposa… Lo que hay en ella es obra de Dios”… Le veo mucho más sereno, contento… ¿Cómo me siento?… José va aprendiendo a escuchar y a comprender y aceptar lo de Dios… Me tomo mi tiempo…
4. JESÚS Y YO. ME SITÚO EN EL HOY
Ambos respiramos una atmósfera de confianza, en un momento de paz profunda… José me sigue contando: “Escuché para mí: María dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús…» Le pondré el nombre… yo me acuerdo de que poner el nombre es nombrar la misión que va a tener en su vida: “Él salvará a su pueblo de sus pecados”… liberará al pueblo de todas sus injusticias y opresiones… Veo que José renuncia a los sueños que tenía para Jesús y asume los de Dios… ¿Cómo me siento?…
Veo a José feliz por lo descubierto y veo que toma a María como esposa, de quien aprenderá a abrirse a la sorpresa de Dios… a no estar anclado en saberes pasados sino en comunicaciones actuales de Dios… Me dice: “Ahora entiendo qué es quedarse en la repetición del pasado y qué es escuchar la novedad de Dios que continuamente nos sorprende”… Tomo mi tiempo para hacerme con la situación…
Le cuento a José también lo mío: “Cuántos sueños tengo para mí mismo y para otros, para mi familia, para mi comunidad, para mis proyectos, para lo que considero más mío, mis hijos… y qué pocas veces le he preguntado a Dios: ¿Y tú qué quieres para ellos?”… José me mira y me dice: “Si escuchas, Dios te comunicará lo que desea para ti. Él se comunica hasta por medio de los sueños”… ¿Cómo me siento?… ¿Qué deseo?… ¿Qué agradezco?…
5. COLOQUIO
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…
Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.