Marta y María

Lc 10, 38-42

Imagen de Ivan Samkov en Pexels

0. TEXTO 

Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús:

«Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude».

Pero el Señor le respondió:

«Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas. Sin embargo, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada».

1-UN COMENTARIO DEL TEXTO

Lucas es el único que relata este episodio y destaca de nuevo la importancia de la mujer en la vida pública de Jesús. Para Lucas, posiblemente, cada una de las dos mujeres representa un tipo de seguidores de Jesús: Marta el Antiguo testamento, que tiene como objetivo el cumplimiento de la ley y quiere que los demás hagan lo que ella. Una religiosidad más externa, de cumplir, de hacer. María busca captar las actitudes profundas de Jesús, las que transforman su ser. Representa más a la cultura de los gentiles. Marta lo recibe en su casa, María lo recibe en su corazón. Lucas el evangelista de los paganos, es más libre de los prejuicios del mundo judío.

Este texto nos ayuda a superar una actividad sin espíritu, sin conocimiento interno, sin contemplación. Pero también tenemos que superar una contemplación que no nos lleve a una acción. La cosa iría como en otro lugar dice Jesús: «el que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre necio, que edificó su casa sobre arena». Edificar sobre roca es escuchar y obrar en consecuencia.

Es curioso este relato donde, María, mujer sentada a los pies de Jesús, escuchaba su palabra. Esa era la manera propia de enseñar los maestros a los discípulos, a sus pies. Pero los discípulos siempre eran hombres. María, una mujer, aparece como discípula. Esto iba a contrapelo de lo que se vivía en aquella sociedad. Algunos dichos de los rabinos así lo muestran: “El que enseña la Tora a una mujer, le enseña necedades. Mejor fuera que desapareciera en las llamas la Torá, antes de ser entregada a la mujer. Maldito el que enseña a su hija la Tora” etc. Cómo puede ser que un Maestro que busque tanto la igualdad de hombres y mujeres, tenga grupos de seguidores, veinte siglos después, sí, con un gran número de mujeres, pero con tan poca presencia institucional significativa.

2. Ahora comenzamos propiamente la oración HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente: ver, oír, gustar…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en Betania (la casa del pan), como si presente me hallase… En esta casa del grupo esenio, comunidad de acogida a tantos tirados en el camino, veo que también llega Jesús con los Doce, como acostumbraba, a descansar, comer, dormir y recuperar fuerzas… Veo a Jesús que saluda a Lázaro, Marta y María… A su llegada, se arma un revuelo en la casa, viejos amigos… El recibimiento de la hospitalidad, el beso de la paz, agua para los pies… Saboreo el ambiente de familia…

Los apóstoles entregan a la casa algunos alimentos para que, con las otras personas de la casa, puedan hacer una comida especial… María al llegar Jesús deja todo (no sólo quehaceres externos sino los propios intereses personales) y escucha a los pies de Jesús… Me admiro de que la Torá sea enseñada a las mujeres en ese tiempo… Veo la cara de sorpresa de los Doce… Y disfruto de las decisiones de Jesús, favoreciendo la igualdad hombre mujer… Disfruto de esta posibilidad…

Miro a Marta, que sigue metida en los quehaceres de la casa, y se agobia con las prisas de lo que no tiene tanta prisa… Hay un momento en el que le dice a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude«. Y Jesús, mirándole con cariño de dice: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas. Sin embargo, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada«… Pido aprender a parar lo que estamos haciendo, por rutina, y aprovechar la “visita” de Jesús a nuestras casas, para sacar un tiempo, como María, para salir de nuestros intereses, silenciarnos y escuchar a Dios… Me tomo mi tiempo para aprender…

4. JESÚS Y YO. 

Me sitúo junto a Jesús, con María a sus pies… y escucho a Jesús: “Dios nos cuida más que a las aves del cielo, que no cosechan ni guardan en graneros… Dios quiere hacerse presente en la historia, no sólo de la naturaleza, también de la humanidad… y de las mujeres. En la historia de la salvación del Pueblo… Ruth, Ana, Noemi… hicieron cosas, según el corazón de Dios, y tú estás llamada a lo mismo”… Saboreo los momentos de igualdad, mujer hombre, en la historia e historia de salvación…

Y en esa situación, me animo a tomar la palabra y le cuento a Jesús: “Yo también, con las velocidades de la vida, sigo a mi rollo: las tareas de la casa, los proyectos que llevo entre manos, planes… Todo menos pararme a escuchar la palabra, a ver qué es lo que Dios quiere de mí, con mis planes y proyectos o si quiere otra cosa”… Le pido aprender a escuchar su llamada y su palabra, que me saca de mis intereses y motivaciones egoístas… Se lo pido de corazón…

Jesús me dice: “Sí, párate algún momento al día, respira, conecta con tu persona, y dentro de ti, con el Dios que te habita… Revisa a quién dedicas tu tiempo… Mira si lo das a quienes lo necesitan, a quienes están a tu alcance y a los que te necesitan de verdad… Mira también cómo organizas tu tiempo, si pierdes mucho en redes sociales… o si entra en tu vida la oración, el trabajo, la relación familia-comunidad y el descanso”… Guardo en mi corazón sus palabras y me tomo mi tiempo para hacerlas mías…

5. Vamos terminando la oración con un COLOQUIO con Jesús

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos; de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … Suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Y termino escribiendo lo vivido, para que me ayude a fijarlo en mi vida.

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