Hacer realidad la boda

Mt 22, 1-4

Imagen de Gerd Altmann de Pixabay.

 

0. TEXTO

Jesús les dijo: “El reino de los cielos puede compararse a un rey que hizo un banquete para la boda de su hijo.  Envió a sus criados a llamar a los invitados, pero estos no quisieron acudir.

Id, pues, por las calles principales, e invitad a la boda a cuantos encontréis…’ malos y buenos, y así la sala del banquete se llenó de convidados… uno que no iba vestido para la boda… Porque muchos son llamados, pero pocos escogidos.”

1. SITUACIÓN 

La escena sucede de nuevo en el Templo, después de la expulsión de los vendedores. Jesús está planteando su propuesta radical, allí donde están los poderes de su tiempo, en Jerusalén. Está proponiendo una alternativa al modo hegemónico de vivir la fe de su tiempo, que discrimina y deja fuera del amor de Dios y de la sociedad a muchas personas del pueblo, sobre todo a los más vulnerables. Su propuesta es que Dios nos quiere invitar a todas y todos a estrenar un tiempo de boda (el Reino de Dios se parece a un banquete de bodas). A una boda en que todos son invitados, gratuitamente. Así eran las bodas en tiempos de Jesús. En los pequeños pueblos asistían todos.

Jesús sitúa la religiosidad del momento desde su comprensión de Dios, Abba, padre-madre del pueblo, y por eso somos hermanos. Así tiene sentido la religión de la boda. A ella invita en la parábola, en primer lugar a las personas que creía que estaban mejor preparadas para aceptarle: los fariseos y sus escribas principalmente y otras autoridades religiosas. Recordamos que estos están escuchando la parábola. Pero estos, mejor preparados, no aceptan la invitación, lo cual era una afrenta al que invitaba. Así, uno va a sus negocios, otro a sus tierras y otros a matar. O sea, todos estos no hicieron caso a la invitación de Jesús, se dedicaron a lo suyo.

Al final llama a todos, ”los de los cruces de los caminos”, hasta que se llene la sala… Es lo que hizo Jesús, sus seguidores fueron un grupo diverso y amplio de personas de todos los gustos y estilos. Así fue la primera comunidad cristiana. Aquí cabemos también nosotros hoy. “Todos, todos, todos” dice el Papa. Nos llama porque nos llama, no porque seamos buenos. Nos llama para transformar esta sociedad excluyente e insostenible en un lugar donde quepan todos. Viviendo desde el interior con un corazón que mira a los demás con misericordia… ¿Y el traje de fiesta? Parece una alusión al bautismo, que era la puerta de entrada a la comunidad, que pedía traje de boda; o sea, un corazón convertido y un compromiso de vida.

2. HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en el texto, me hago presente en él… quiero escuchar a Jesús, que durante tanto tiempo ha ido presentando su alternativa a la religión hegemónica que a tantos descartaba. Le veo que prosigue anunciando que Dios es Abba y busca un pueblo de iguales, de la misma familia… Sigo con los Doce y tantos otros entusiasmados con su estilo y propuestas… Esto conecta con los deseos profundos de la gente… y así me sitúo cuando comienza a profundizar su mensaje con una parábola: “El reino de los cielos puede compararse a un rey que hizo un banquete para la boda de su hijo”… Escucho con toda atención… saboreo y trato de asimilar tanta novedad…

Miro a los doce y tanta gente. “Envió a sus criados para llamar a los invitados a la boda. Pero estos no quisieron ir. Y luego a otros más a decirles: Tengo todo preparado, los alimentos listos, venid a la boda”. Pero ellos se desentendieron yéndose cada uno a sus intereses, “sus fincas, sus negocios…” Escucho el reproche de Jesús a los grupos religiosos de su tiempo que rechazan su mensaje de hacer de aquel tiempo y de aquella sociedad un tiempo de bodas, con sitio en la mesa para todos… Aprendo de los desplantes…

Continúo atento a sus palabras: “el banquete sigue preparado, vete a los cruces de los caminos y llama a todos hasta que la mesa quede llena”. Voy descubriendo que en el grupo de Jesús estamos de todo… Los apóstoles me cuentan en qué camino se encontraron con Jesús… y cómo desde que están con Él se han ido haciendo capaces de ser más humanos… de aprender otro estilo, de situarse de otro modo… les escucho con atención sus vivencias y gozo con ellas…

4. JESÚS Y YO

Ahora me doy cuenta de que Jesús contacta con mi mirada: “Quiero invitarte a este banquete de bodas, a hacer de este tiempo la ocasión donde la humanidad, como una familia, se sienta a la misma mesa, donde todos los pueblos tengan su sitio”… ¿Cómo me quedo?… Percibo que la propuesta va entusiasmando… La voy saboreando… Pido que me ayude a llevarla a cabo… Me tomo mi tiempo para digerir su contenido y su espíritu…

Jesús me recuerda que eso quiere decir dejar de lado tus intereses, tus proyectos, sin contrastar si son o no de Dios (de Abba), si hacen fraternidad… no vaya a ser que te suceda como a aquellos que desoyeron su voz: ”Uno se fue a sus negocios, otro a sus tierras”. Se dedicaron a sus intereses… Mi respuesta es mi deseo de no dejarme influir por lo que se lleva: “tantos negocios exclusivamente para ganar, para acumular, para especular, para la guerra…” Le pido ingenio para desenmascarar las mentiras de los que justifican lo que hacen como altruismo. Y le pido entereza para vivir en verdad…

Jesús me cuestiona “¿Qué estás haciendo con la invitación que has recibido? ¿El evangelio entra en ti, o sigues a lo tuyo, a tus intereses, a tus maneras de siempre, a tus planes de vida…?” ¿Vas haciendo tu misión conectado al Dios de la vida que permite que tus motivaciones sean gratuitas, a cambio de nada, tanto en tu trabajo o en tu escalera, o con tus amigos o tus relaciones…en relación con los migrantes, en tu lucha contra el comercio de armas y contra la esclavitud de los niños-as soldado?… Me tomo tiempo para desearlo… y le pido fuerza para implicarme…

5. Terminamos la oración con un COLOQUIO con Jesús

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado…, lo que parecía que iba para mí… aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos, de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … suelto las pies, abro mis manos… abro los ojos…

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