Bienaventuranzas

Lc 6, 17. 20-26

Imagen de Hosny Salah en Pixabay

0. TEXTO 

Jesús bajó del cerro con ellos, y se detuvo en un llano. Se habían reunido allí muchos de sus seguidores y mucha gente… para oir a Jesús y para que los curase de sus enfermedades. Los que sufrían… porque los sanaba a todos con el poder que de él salía.

Jesús miró a sus discípulos y les dijo:

“Dichosos vosotros los pobres, porque el reino de Dios os pertenece.»

“Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis satisfechos.»

“Dichosos los que ahora lloráis, porque después reiréis.»

“Dichosos vosotros cuando la gente os odie, cuando os expulsen, cuando os insulten y cuando desprecien vuestro nombre como cosa mala, por causa del Hijo del hombre. Alegraos mucho, llenaos de gozo en aquel día, porque recibiréis un gran premio en el cielo; pues también maltrataron así sus antepasados a los profetas.»

“Pero ¡ay de vosotros los ricos, porque ya habéis tenido vuestra alegría!»

“¡Ay de vosotros los que ahora estáis satisfechos, porque tendréis hambre!»

“¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque vais a llorar de tristeza!»

“¡Ay de vosotros cuando todos os alaben, porque así hacían los antepasados de esta gente con los falsos profetas!»

1. UN COMENTARIO DEL TEXTO

Bienaventuranzas en Mateo: dichosos los disponibles con su persona y con sus bienes (pobres de espíritu, los habitados por la fuerza del amor de Dios) porque esa dicha se va a concretar haciendo posible la vida de los pobres. Bienaventuranzas en Lucas: dichosos los indigentes, los que lloran, los que sufren porque Dios los toma prioritariamente a su cargo.

Repercusiones sociales: las injusticias (hambre, roturas personales…) acarrean muchas veces el sufrimiento y la muerte de los excluidos. Eso no es algo natural, como una salida de sol, sino que es causado, alguien es responsable… ¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?… Dichosos los que hacen posible la vida de los vulnerables, de los abandonados, de los empobrecidos… Y no los que como el rico de la parábola banquetea mientras a su puerta un mendigo busca las migajas de su mesa…

La felicidad no consiste en acumular sino en ser disponible. Hoy abunda una comprensión de la felicidad unida al hedonismo y al consumismo, todo para mi, ya. Por eso es importante que me pregunte ¿de qué lleno mi corazón… quién habita mi corazón, a qué está vinculado… a qué está apegado? La felicidad va más por vivir habitado por un Amor que me llena, por eso, no necesito otras cosas que me llenen. Y así puedo ganar en libertad, vaciarme, liberarme de aquello que me ata, y no cargarme de necesidades innecesarias. Los pobres, los vulnerables los sin medios, me ayudan a darme cuenta de lo que me sobra para vivir. Y por eso me animan a compartir, de lo que me sobra, e incluso de lo que necesito para vivir (viuda del evangelio).

2. HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente: ver, oír, gustar…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en esa zona llana, junto al lago de Galilea, donde Jesús va caminando con los suyos y una enorme cantidad de personas le acompañan… Lo hacen porque necesitan curarse de tantos dolores, de tantas heridas, de tantas enfermedades y de tanto complejo, exclusión, ninguneo… de no sentirse nadie… Voy caminando, no lejos de Jesús, en silencio… y contemplo a la multitud necesitada… Pido tener corazón para poder asumir y acompañar tanta ruptura, fragilidad, tanta necesidad de vida… Voy mirando con el corazón, tomándome mi tiempo, para hacer mía esta situación…

Jesús se detiene en una zona con un poco de hierba… La gente comienza a sentarse… Los más maltrechos se acerca más a Jesús en su deseo de tocarle y ser sanados… Los apóstoles organizan a tantos en ese lugar y yo les acompaño… Jesús se da cuenta de que estas personas necesitan una palabra verdadera, creíble y les mira atentamente como quien quiere leer sus deseos más profundos… Yo observo… Procuro asimilar esta situación con el corazón y tener su sensibilidad…

Estoy muy cerca de Jesús cuando toma la palabra y lleno del Espíritu del Dios Abbá, le sale afirmar: “Dichosos vosotros los pobres, porque el reino de Dios os pertenece. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis satisfechos. Dichosos los que ahora lloráis, porque después reiréis… En esas situaciones Dios está con vosotros, en esas situaciones vosotros sois la presencia de Dios entre nosotros…” Dejo que penetren estas palabras en mí…

4. JESÚS Y YO

Jesús sigue mirando a la gente a los ojos con el cariño de Dios, y llega a mí con esa misma mirada… Y nos dice y me dice: “Dichosos vosotros cuando la gente os odie, cuando os expulsen, cuando os insulten y cuando desprecien vuestro nombre como un peligro público, por causa del Hijo del hombre pues también maltrataron así a sus antepasados a los profetas” … ¿Cómo me siento?… Deseo sentirme identificado con ese Dios que no abandona a los pequeños, ni a mí, y menos en las dificultades… Me tomo mi tiempo…

Le sigo escuchando: “Ay de vosotros los ricos que no tenéis sensibilidad por los que no pueden ni comer… Ay de vosotros los que reis… los que estáis tan a lo vuestro que ni os enteráis de los que sufren”… Me anima a abrir los ojos y acercarme allí donde hay personas que viven situaciones de sufrimiento, de hambre, de soledad, de exclusión, de falta de sentido… Pido tener su sensibilidad…

Le sigo contando: “yo tengo más de lo que necesito para vivir”… Y me pregunta:  “tú, cuánto das. Y con cuánto te quedas”… Continua: “Los empobrecidos te ayudan a librarte de tus apegos a la riqueza… Ellos te cuentan su vida: hacer los trabajos que no quiere nadie, tener que pagar los alquileres por las nubes para tener casa, vivir con la inseguridad de perder “los papeles” y “vivir de ilegales”… Me ayudan a darme cuenta de lo que a mi me sobra para vivir, y de lo que otros necesitan… Deseo vivir cerca de estas situaciones y vivirlas en las Manos del Dios de la Vida…

5. Vamos terminando la oración con un COLOQUIO con Jesús

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo Amén.

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