Cuanto hicisteis a uno de estos mis pequeños a Mí me lo hicisteis

Mt 25, 31-46

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0. TEXTO

Cuando venga el Hijo del hombre rodeado de esplendor y de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Y dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid vosotros, los que mi Padre ha bendecido: recibid el reino que se os ha preparado desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me recibisteis, anduve sin ropa y me vestisteis, caí enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y vinisteis a verme.’ Entonces los justos preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿O cuándo te vimos forastero y te recibimos, o falto de ropa y te vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’ El Rey les contestará: ‘Os aseguro que todo lo que hicisteis por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicisteis’.

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Sigue la última de las parábolas para tomarse la vida en serio. Algunas claves para adentrarnos y saborear la salvación que se ofrece en este texto.

De lo local a lo univeral. Los judíos en tiempo de Jesús creían que habría un juicio donde, por un lado, irían ellos, los buenos serían salvados, y por otro, los no-pueblo-elegido, no lo serían. Pero el juicio, para Mateo, es diferente. Es para todos, no sólo para los cristianos. El juicio es para los que practican la misericordia, sean de la nación que sean, del partido que sean, de la ideología que sean, del color que sean, hombres o mujeres… La palabra juicio está en relación con el Libro de los Jueces en el Antiguo Testamento, “los jueces” son designados para salvar al Pueblo. Es un juicio para salvar…

No es un asunto religioso. No hay nada religioso en el planteamiento. No preguntan si has orado, ni si has ido a misa, a la sinagoga, a la mezquita, al culto o a tus prácticas… Vale para cualquier persona de cualquier credo, no creyente o lo que sea. Algo muy abierto. Por eso el Evangelio es para todas las personas y lo mismo la espiritualidad cristiana. Entonces, ¿Jesús? Para nosotros es el camino para vivir lo humano en plenitud. Por eso no es confesional. Lo podemos proponer a cualquier persona y, por tanto, en la línea de una ciudadanía realmente solidaria.

En el Antiguo Testamento, el rey es el que hacía justicia a los pobres… Jesús pone en marcha la idea de Reino de Dios: Lc 4, 16-19 “El Espíritu de Dios sobre mí porque me ha ungido, me ha enviado a anunciar la buena noticia a los pobres… y proclamar el año de gracia” (el año de gracia, consiste  por una parte en la igualdad de oportunidades para todos y por otra, en un corazón convertido que hace sitio a todos). Recordamos que rezamos en el Padrenuestro, «venga a nosotros tu Reino».

Lo que haces a las personas haces a Dios, como trates a los demás es como tratas a Dios, porque Dios está “escondido” en las personas, en su dignidad, en cuanto que somos imagen y semejanza. Así nos “creó a su imagen y semejanza, hombre y mujer los creó”. Esto queda ratificado desde la encarnación de Jesús. A Jesús, Dios hombre, le encontramos en lo humano, en la persona Jesús y en su vida, y todo lo que asumió en ella: dolor, desprecio, juicio farsa, pasar necesidad, etc. También en todos aquellos que comparten su condición humana y, sobre todo, a quienes se acercó, con quienes compartió su vida. Ahí estuvo Dios y ahí se encuentra Dios hoy.

¿Y los buenos y los malos? En la cultura judía emplean muchas veces el contraste, para que quede claro por dónde va la vida y por dónde no. Mateo escribe para los judíos pero no pone al mismo nivel el «venid a mí  benditos y alejaos de mí…» No guarda proporción “venid benditos de mi Padre a recibir el reino que os ha preparado desde la creación del mundo” con el  «id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles». Esto no es lo que ha preparado para la humanidad. Para la humanidad sólo ha preparado el reino, la fraternidad, como diría Papa Francisco en la Fratelli Tutti.

2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en la escena, entro en ella, como si presente me hallase. Me sitúo junto a los que escuchan a Jesús, cerca de sus apóstoles, dispuesto a conectar con sus palabras, porque les gana y me gana con su actitud y su coherencia. Seguimos en el recinto del templo. Está rodeado por un grupo humano que se sienten poca cosa… Seguro que desde no muy lejos, hay otras personas responsables religiosos y sociales que le escuchan por otros motivos, para ver si dice algo en lo que poder denunciarle… Me sitúo con los Doce, que están viviendo su deseo de darlo todo y con un cierto miedo a lo que pueda pasar. Pido asumir y no perder la paz en esa situación de conflicto…

Noto que se hace un silencio entre quienes me rodean cuando Jesús toma de nuevo la palabra. Comienza a contar algo como muy grande. Escucho “cuando venga el Hijo del Hombre… se sentará en su trono, reunirá de todas las naciones y separará…“. Escucho con atención lo que quiere poner realmente como claves de su Reino… “Venid benditos de mi Padre, del Dios de toda confianza, porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui extranjero y me recibiste, anduve sin ropa y me vestiste, caí enfermo y me visitaste, estuve en la cárcel y viniste a verme…” Saboreo cada una de las situaciones… Veo a las personas que escuchan absortas procurando no perder palabra de lo que Jesús dice. Yo permanezco a una con ellas. También le pido la capacidad de sintonizar, de conectar con sus palabras. Pido conocimiento interno de Jesús, para que viva mi vida con sus mismos sentimientos… Me tomo mi tiempo.

Sigo mirando a las personas que rodean a Jesús, envueltas en esas palabras de misericordia, por esa manera de comprender el reino de Dios, cuando algunos judíos que les rodean están pensando en expulsar a los romanos, otros en cumplir las prescripciones rituales… Mientras tanto, Jesús busca que el Pueblo tenga vida y vida abundante… De nuevo, noto cómo la gente rumia sus palabras: “dar de comer, dar de beber, acoger, visitar…” Yo también las repito internamente a fin de hacerlas mías, para que me penetren y sea lo que me salga en mi día a día… Saboreo el momento.

A continuación, sigo con todo interés viendo qué no hacer… Oigo a Jesús decirles: “me viste y… no me diste, no me acogiste, no me visitaste…”. Veo a Jesús desear que quienes le escuchan tengan entrañas de misericordia ante toda miseria humana.  Veo a sus discípulos queriendo vivir lo que Jesús, esto que les cuenta de palabra: “cuándo te vimos… e hicimos…». Les contesta: “cuanto hicisteis con uno de estos hermanos míos humildes, conmigo lo hicisteis”… Yo también pido con ellos, que pueda descubrir en quienes me rodean y están vulnerables y frágiles, la imagen de Dios que son. Se le pido de todo corazón… y que quedo como extasiado… repitiéndolo.

4. JESÚS Y YO

Estoy en el grupo que escucha a Jesús y al que rodean tanto los cansados y agobiados por el peso de la vida como los que quieren cazarle en sus propias palabras… Hay un momento en que se cruzan nuestras miradas y me encuentro más personalmente con Él. Me anima a situarme como un ciudadano del mundo que mira a la realidad. Me dice: mira a la cara a los que tienen hambre, y a los que tienen sed, y a los sin ropa, sin casa, a los enfermos, a los encarcelados… y le pido tener misericordia, corazón para asumir la miseria humana… Me tomo mi tiempo.

Aprovechando ese momento de intimidad con Jesús, en medio de la gente, me recuerda mis momentos de fragilidad, hambre de pertenecer a alguien, sed de asumirme como soy, momentos en que he quedado o me han dejado desnudo sin intimidad, o enfermo y disminuido… Me dice: “yo estaba contigo. ¿No lo recuerdas?… A lo mejor te superaba esa situación y estabas bloqueado por el miedo, el qué dirán o la rabia, pero yo estaba contigo… Releo la situación viviéndola desde Su presencia escondida y real.

Le digo a Jesús que parece que este texto está particularmente escrito para este tiempo de la pandemia… Le pido que, ya que ha sido así conmigo, ya que ha estado conmigo en mi fragilidad y en mi miseria, no me quede en casa de brazos cruzados sino que responda con creatividad al presente, viendo oportunidades de atender a los mayores que me necesitan, enfermos, hijos, amigos-as, alguien especialmente tocado por esta situación, arruinado o que tiene que empezar de cero…  Le pido corazón y manos para ponerme a la obra. Me concentro en buscar quien me necesita…

Jesús roma la palabra de nuevo y, con la cercanía y la fuerza de verdad que le caracteriza, me habla de que somos un mundo interconectado, que si cae un trabajo productivo, en cascada caen aquellos que le suministraban material, el trasporte que lo distribuía, el comercio donde se vendía… me anima a que no seamos individualistas, es decir sin vínculos con las personas y la realidad, sino que seamos personas interconectadas, vinculadas con otras, ciudadanas de un mundo global,que se hace realidad en lo local… Le pido que sienta esa vinculación, porque Él esta vinculado con todo, «en Él vivimos no movemos y existimos»… y así me sienta vinculado con Él y con todo aquello con el que Él se vincula. Me tomo mi tiempo para sentirme unido, interconectado con todo y con Él…

5. COLOQUIO

Resumen de lo vivido en la oración: un texto, una palabra, una imagen… lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, aquello con lo que me identifico… Le pido, le doy gracias…

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