Tu fe te ha sanado

Lc  17, 11-19

Foto de Ahmed Akacha en Pexels

0. TEXTO 

En su camino a Jerusalén, pasó Jesús entre las regiones de Samaria y Galilea. Al llegar a cierta aldea le salieron al encuentro diez hombres enfermos de lepra, que desde lejos gritaban:

– ¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!

Al verlos, Jesús les dijo:

– Id a presentaros a los sacerdotes.

Mientras iban, quedaron limpios de su enfermedad. Uno de ellos, al verse sanado, regresó alabando a Dios a grandes voces, y se inclinó hasta el suelo ante Jesús para darle las gracias. Este hombre era de Samaria. Jesús dijo:

– ¿Acaso no son diez los que quedaron limpios de su enfermedad? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Únicamente este extranjero ha vuelto para alabar a Dios?

Y dijo al hombre:

– Levántate y vete. Por tu fe has sido sanado.

1-UN COMENTARIO DEL TEXTO

Jesús camino de Jerusalén. Le salen al encuentro diez leprosos, la enfermedad maldita que condenaba a las personas a la exclusión permanente del Pueblo y por tanto de Dios. “Ten compasión de nosotros”… Lo que Jesús hace es implicarse compasivamente: “Id a los sacerdotes”. Los leprosos le creen y van camino del Templo. No se le ocurriría a nadie enviar a los leprosos a la capital a no ser que ya estuviesen libres de la enfermedad, curados, porque los apedrearían antes de atravesar las puertas de la Ciudad.

Los entendidos apuntan a que se trata de un relato que resalta las diferencias entre el modo de vivir del judaísmo y de los primeros cristianos. La comprensión hegemónica del judaísmo era el cumplimiento de la Ley. Así se salvaban por sus obras. Mientras el cristianismo se basa en una relación personal con Jesucristo y a Él se responde desde la gratuidad y la alabanza. ¿Cumplidores o agradecidos?

El extranjero es el que, al verse curado, vuelve a Jesús a darle gracias alabando a Dios (recordamos que Lucas escribe para los paganos) y los otros nueve, viéndose curados, se van al Templo a cumplir la ley, presentándose al sacerdote para que certifique su curación. Los cristianos están representados por el samaritano, que vuelve a Jesús para agradecer. Entra en el dinamismo de la gratuidad. Recibe la curación y en respuesta da gracias por lo recibido. Además la sanación no es algo, sólo, que uno recibe de Jesús, sino también la respuesta que uno da: Es bidireccional, al estilo de “como yo os he amado, amaos los unos a los otros” La confianza (recibir) produce la curación, pero la fidelidad (respuesta: dar) produce la salvación.

2. Ahora comenzamos propiamente la oración HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente: ver, oír, gustar…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo con Jesús y los Doce y algunas seguidoras camino de Jerusalén… Voy caminando a veces con paz, a veces con preocupación, porque hemos salido de Galilea, nuestra zona de confort, de los pueblecitos en torno al lago de Galilea donde eran queridos y aceptados y van a la capital, a un ambiente religioso duro donde prevén una actitud hostil… Yo voy con ellos, me tomo mi tiempo… Voy poniendo en orden mis sentimientos encontrados: sorpresa y miedo…

En esto, en una revuelta de camino, salen diez leprosos…  Quedamos todos como petrificados… Los leprosos no se pueden acercar a los caminos… Pero como Jesús dejó a uno que se acercase y le tocó y le curó, otros se atreven a gritar a una cierta distancia al maestro misericordioso: “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!”… Escucho esa súplica desgarradora de los totalmente excluidos de aquella sociedad… Estoy con los Doce y ese grupo de seguidoras aprendiendo la cercanía de Jesús… Me tomo mi tiempo para aprender.

Escucho a Jesús: “Id a presentaros a los sacerdotes”… Me doy cuenta de que Jesús, con su palabra, les anima a salir de su situación… y haciendo el camino de la confianza quedan sanadosEscucho, de lejos, la alegría, cuando se descubren sanados… Pero una vez curados, les veo continuar camino, como si la curación se hubiera producido por obra de una varita mágica… y me pregunto: “¿cómo no se han dado cuenta de que gracias a la Palabra de Jesús se han puesto en camino y al ponerse en camino se han curado? Me tomo mi tiempo para darme cuenta de la situación…

4. JESÚS Y YO. 

Yo sigo con Jesús y quienes le acompañan… Pero hay un leproso que regresa…“Uno de ellos, al verse sanado, vuelve alabando a Dios a grandes voces, y se inclina hasta el suelo ante Jesús para darle las gracias”… Me doy cuenta de que le ha salido del corazón darse cuenta de que no ha sido él el artífice de su curación, sino quien le ha hablado y animado a ponerse en camino para limpiarse y aprendo gratuidad… Disfruto la escena.

Jesús me dice: “es bueno que sepas encontrarte con las personas que se te presentan en tu camino imprevisiblemente, sorprendentemente y te descolocan y te dejan sin saber qué hacer… Los leprosos del camino, los sin techo que andan dando tumbos por la calle, los que andan con su casa acuestas, con bolsas, mantas porque no tienen nada ni nadie… Personas que, al verlas, apartamos la vista por su mala presentación, por su olor…” Entre ellas encontramos personas agradecidas… y otras con mentalidad de ir a lo suyo… En tiempo de Jesús, de diez, uno resultó ser agradecido… Me tomo mi tiempo para asumir la realidad…

Yo también le suplico a Jesús: “Que aprenda la gratuidad, que aprenda a descubrir que Dios-Abba es gratuito… Ayúdame a darme cuenta de que pasas por mi vida gratuitamente y que me salga relacionarme con los demás gratuitamente… Orar gratuitamente… Dedicarme a los demás gratis”… Deseo hacer el ejercicio de agradecer cada situación que viva y al final del día el ejercicio de dar gracias por lo recibido HOY… y le escucho a Jesús: “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado”… Gratis lo recibisteis, dadlo gratis… Saboreo el momento de pura gratuidad…

5. Vamos terminando la oración con un COLOQUIO con Jesús

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos; de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … Suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Y termino escribiendo lo vivido, para que me ayude a fijarlo en mi vida.

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