Colaboración en vez de oposición

El 23 de marzo nos reunimos por tercera vez en torno al tercer capítulo de Fratelli Tutti (F.T.).

Abrimos el encuentro con un vídeo del obispo sudafricano Desmond Tutu hablando sobre la filosofía de vida «Ubuntu» palabra cuyo significado viene a ser: “Te necesito para poder ser yo mismo al igual que me necesitas para poder ser… “.

Alguien que conoce bien la realidad en Sudáfrica destaca el modo peculiar de mirar, de acoger… la energía que brota de su pueblo. Desmond Tutu (obispo) y Nelson Mandela (presidente) dieron tal ejemplo de perdón que marcaron definitivamente la salida del país adelante.

El mensaje es el mismo que recoge este tercer capítulo de la Encíclica: salir de sí mismo para hallar en otro un crecimiento de su ser. Asoma un primer compromiso: hay que ver la película “Invictus”, basada en un hecho real, que cuenta cómo tras el apartheid el presidente Mandela trata de construir una política de reconciliación entre la mayoría negra y los blancos que temen un revanchismo por parte del gobierno. En 1995 se celebró la Copa Mundial de Rugby en Sudáfrica, Mandela se reúne con el capitán de la selección nacional y le lee un poema, el punto de partida desde donde actuar… Hay un comentario sobre la actualidad en nuestro país en el que parece estar ocurriendo lo contrario: «ni perdón ni olvido».

El n. 125 de F.T. defiende los derechos sin fronteras: nadie puede quedar excluido. Esto impacta contra la línea de flotación de muchos proyectos políticos donde el eslogan es “nosotros primero, lo demás ya se verá”. Los políticos trabajan en quitar de en medio al otro para ser su partido el que gobierne. No hay más que escuchar las consignas de los líderes actualmente en campaña por Madrid: “fascismo o democracia”, “comunismo o libertad”. Esta radicalización se da en política, pero estos discursos no han surgido en la calle, la gente tiene otros problemas muy por delante. Se pudo comprobar con el Brexit: conflicto inexistente en la sociedad hasta que se fomentó por parte de la clase política.
Estamos llegando al “contigo o contra mí” y si se alimenta, hay gente que compra éste discurso. Se culpa también a los medios; más en concreto a los informativos manipulados y manipuladores, donde se cuelan juicios y opiniones en las noticias. Nos dicen qué tenemos que pensar.

Ésta realidad es opuesta al espíritu de la Encíclica. Tenemos que rechazar la política que propone anular al otro. El camino a recorrer es mucho. Sentimos una clara llamada a desmontar discursos, pero ¿cómo?

Se hace una propuesta original: empezar por no llamar partido de la “oposición” al segundo más votado en unas elecciones, sino de la “colaboración”. Porque tenemos que convivir, porque no somos opuestos, porque todos somos ciudadanos aunque opinemos de formas diferentes. Un partido no tiene que oponerse por sistema; solo si el que gobierna hace algo que va en contra de los ciudadanos o no es aceptable su método de acción o…. Erradicando el mensaje de odio. Esto es construir.

Se propuso también una acción concreta: enviar mensajes, incluso cartas, proponiendo cambiar estos lenguajes a partidos o medios de comunicación.

A esta se suma un gesto: si una conversación se calienta, se radicaliza, hay que desmontarla. En Maracaibo (Venezuela), por ejemplo, se usa una expresión para quien se exalta: “Papi/mami, ¿vos te estáis escuchando?”. Insistir en “Quiero hablar contigo y veo esto en tu discurso: … “

Vemos una oportunidad desde el Centro Loyola, donde podrían organizarse actividades que enseñen a “desmontar discursos de odio”. Conseguir atraer gente a esta causa. Se puede hacer mucho. El tema de la fraternidad no puede terminar en el año de F.T. La Encíclica vale para siempre. Hay que darla a conocer, que sea semilla.

Es tarde
pero es nuestra hora.

Es tarde
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer futuro.

Es tarde
pero somos nosotros
esta hora tardía.

Es tarde
pero es madrugada
si insistimos un poco.

(Pedro Casaldáliga, Brasil, 1928-2020)

Sabemos que es algo complicado, que puede resultar abrumador, que somos poca cosa como individuos o como grupo. Sin embargo, ponemos en valor las reuniones de pequeños núcleos. El diálogo, el encuentro con el otro nos va transformando. De pequeños grupos pasar a encuentros formando mayores. No en espacios exclusivamente de Iglesia; hay una necesidad de que existan más propuestas, otros lugares con iniciativa.

La crisis de valores no es tanto por pérdida sino por no confiar en ellos. Deberíamos educar a los niños en que “el otro” no es un competidor, rebajar la tensión. Aunque es complicado en una sociedad tan competitiva. Nos pierde el miedo al futuro, a lo incierto, y esa preocupación la proyectamos en los hijos. Pasa en el deporte, en el trabajo y en cualquier ámbito de la sociedad en general.

También reconocemos la necesidad de descubrir donde hay luces. Encontramos dos ejemplos:
· Hoy se enseña a trabajar en equipo: uno no machaca al otro
· La actitud de algunos campeones como Nadal o Induráin…

Aún más: hay opciones muy interesantes en los medios: páginas con noticias contrastadas, otras que trabajan contra falsas informaciones que alientan el racismo o la xenofobia, algunas que nos destapan trampas en la red, de periodismo comprometido… Estos fueron algunos ejemplos compartidos:

Para finalizar, oramos con la siguiente oración.

Me has traído amigos
que nunca hubiera conocido
y me has preparado un lugar
en casas del todo ajenas.
Has acercado lo que era lejano,
y del desconocido
has hecho un hermano.

Mi corazón se acelera
cuando tiene que dejar
su refugio acostumbrado.
Me olvidaba de que lo antiguo
pervive en lo nuevo
y que en todo estás presente.

Has acercado lo que era lejano
y del desconocido

has hecho un hermano.

Al nacer o al morir
en este mundo o en otro
doquiera tú me lleves
ere Tú mismo, Señor,
el compañero íntimo de mi vida,
el que liga con lazos de alegría
mi corazón a lo desconocido.

Cuando alguien te ha tratado
ya nadie le resulta extraño,
ni ninguna puerta está cerrada.
Concédeme que sepa
amar a todos y a cada uno.

Has acercado lo que era lejano
y del desconocido
has hecho un hermano.

(Rabindranath Tagore, India, 1861-1941)

Concluimos así este viaje por el mundo; empezando en Sudáfrica, pasando por Brasil y terminando en India.

¡Nos volveremos a encontrar, si Dios quiere, el 22 de abril!

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