Tu fe te ha sanado

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Lc 17, 11-19 

 

Imagen de CreativeMagic (Pixabay)

 

0. TEXTO (leer los versículos enteros)

En su camino a Jerusalén, pasó Jesús entre las regiones de Samaria y Galilea. Al llegar a cierta aldea le salieron al encuentro diez hombres enfermos de lepra, que desde lejos gritaban:

– ¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!

Al verlos, Jesús les dijo:

– Id a presentaros a los sacerdotes.

Mientras iban, quedaron limpios de su enfermedad. Uno de ellos, al verse sanado, regresó alabando a Dios a grandes voces, y se inclinó hasta el suelo ante Jesús para darle las gracias. Este hombre era de Samaria. Jesús dijo: ¿Acaso no son diez los que quedaron limpios de su enfermedad? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Únicamente este extranjero ha vuelto para alabar a Dios?

Y dijo al hombre: Levántate y vete. Por tu fe has sido sanado.

1. SITUACIÓN 

Jesús va camino de Jerusalén. Le salen al encuentro diez leprosos, la enfermedad maldita que condenaba a las personas a la exclusión permanente del Pueblo y por tanto de Dios. “Ten compasión de nosotros”… Eso es lo que Jesús hace, implicarse compasivamente: “Id a los sacerdotes”. No se le ocurriría a nadie enviar a los leprosos a la capital, a no ser que quedasen libres de la enfermedad, porque los apedrearían antes de entrar. Prueba de que se implica es que los leprosos le creen y van camino del Templo a presentarse al sacerdote.

Los entendidos apuntan a que se trata de un relato que resalta las diferencias entre el modo de vivir del judaísmo y de los primeros cristianos. La comprensión hegemónica del judaísmo era el cumplimiento de la Ley. Así se salvaban por sus obras. El cristianismo se basa en una relación personal con Jesucristo y a Él se le responde desde la gratuidad y la alabanza.

El extranjero es el que al verse curado vuelve a Jesús a darle gracias alabando a Dios (recordamos que Lucas escribe para los paganos) y los otros nueve viéndose curados se van al Templo a cumplir la ley, presentándose al sacerdote para que certifique su curación. El samaritano (representando a los cristianos) vuelve a Jesús para agradecer, entrando en una relación personal con Él. Entra en el dinamismo de la gratuidad, no de cumplir la ley, sino de recibir la curación y de agradecer, dar gracias por lo recibido. Una comprensión religiosa más desde dentro de la persona y más relacional.

Para el cristiano el cumplimiento de la ley sólo tiene sentido cuando sale desde la propia convicción. La sanación no es algo sólo que uno recibe de Jesús, sino también la respuesta que uno da: es bidireccional, al estilo de “amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

2. HACEMOS SILENCIO 

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo con Jesús, los Doce y algunos seguidores camino de Jerusalén… Van caminando, a veces con paz, a veces con preocupación, porque han salido de su zona de confort, de los pueblecitos en torno al lago de Galilea donde eran queridos y aceptados y van a la capital, a un ambiente religioso duro donde prevén una actitud hostil… Yo voy con ellos, me tomo mi tiempo… Voy poniendo en orden mis sentimientos encontrados: sorpresa y miedo…

En esto, en una vuelta de camino, salen diez leprosos… Veo a todos paralizados… Los leprosos no se pueden acercar a los caminos… pero como Jesús dejó a uno que se acercase y le tocó y le curó, otros se atreven a gritar a una cierta distancia al maestro misericordioso: “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!”… Escucho esa súplica desgarradora de los totalmente excluidos de aquella sociedad… Estoy con los Doce y ese grupo de seguidores aprendiendo la cercanía de Jesús…

Escucho a Jesús: “Id a presentaros a los sacerdotes”… Me doy cuenta de que Jesús con su palabra les anima a salir de su situación… porque ir donde los sacerdotes equivalía a curarse… nadie que no estuviese curado se atrevería a entrar con lepra en Jerusalén… Yo camino con ellos en la misma dirección, a una cierta distancia… escucho la expresión de su alegría cuando se descubren sanados… y continúan camino a Jerusalén a presentarse a los sacerdotes… Saboreo la escena… ¿Qué me sale decir, hacer…?

4. JESÚS Y YO. ME  SITÚO EN EL HOY. 

Yo sigo con Jesús y quienes le acompañan… “Uno de ellos, al verse sanado, veo que regresa alabando a Dios a grandes voces, y se inclina hasta el suelo ante Jesús para darle las gracias”… Gusto ese momento de gratitud… Me doy cuenta de que ha entendido que más importante que ir a los sacerdotes a cumplir la ley, es agradecer a quien me ha hecho tanto bien… lo otro puede esperar… y aprendo gratuidad… Disfruto la escena.

Jesús nos mira a quienes estamos con Él y a mí: “¿Acaso no son diez los que quedaron limpios de su enfermedad? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Únicamente este extranjero ha vuelto para alabar a Dios?«… Me doy cuenta de que cuando uno está a cumplir, pierde la dimensión de gratitud… Me tomo mi tiempo para aprender a ser agradecido…

Yo también le suplico a Jesús: “Que aprenda la gratuidad, que aprenda a descubrir que Dios-Abba es gratuito”… Le sigo pidiendo: “Líbrame de querer ser alguien por mis méritos… Ayúdame a darme cuenta de que pasas por mi vida gratuitamente y que me salga relacionarme con los demás gratuitamente… orar gratuitamente… dedicarme a los demás gratis”… Le escucho a Jesús: «Así es “amaos los unos a los otros como Yo os he amado”… gratis lo recibisteis, dadlo gratis»… Saboreo el momento de pura gratuidad… ¿Cómo me siento?… ¿Qué me sale decir, hacer?…

5. COLOQUIO

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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