Sanados para servir

Mc 1, 29-39

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0. TEXTO 

Cuando salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos.

Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús curó a muchos enfermos que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él.

Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron:

«Todos te andan buscando».

Él les respondió:

«Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido».

Y fue predicando en las sinagogas de toda Galilea y expulsando demonios.

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Este texto tiene que ver con una jornada modelo de Jesús. Qué hace durante un día. Cura, ora y anuncia el mensaje. Es bueno situarse en la sanidad de aquel tiempo. Incluso hoy, en muchos lugares, cada cuántos miles de habitantes hay un médico. ¿Quién se puede pagar una cama en un hospital allí donde no hay seguridad social? Pues 2000 años atrás que no había apenas médicos o curanderos, ni mucho menos hospitales, si se contraía una enfermedad, o bien se tenía suficientes recursos inmunitarios o se moría. Además la enfermedad, sobre todo las más duras, las comprendían como castigo de Dios.

“No les dejaba hablar a los demonios”. Es el secreto mesiánico. Jesús no quiere que la gente crea en Él porque soluciona sus males, sino porque al ser curados exteriormente también sanan interiormente. Por ejemplo, cura a la suegra de Pedro de la fiebre que la deja prostrada y ella se pone a servirles. La curación lleva al servicio. Quedar sanado físicamente, no es quedar salvado.  Jesús hace su parte, pero es clave que la persona haga la suya. La salvación llega con la sanación interior, cuando la persona tocada, sanada, reconoce lo recibido y a su vez comienza a darse, “se convierte”, comienza a dar lo recibido. Se responsabiliza de lo recibido, comienza a vivir de un modo nuevo y fraterno.

“De madrugada va a un lugar solitario a orar”. En la oración Jesús conecta con su experiencia de Dios, Abbá, para seguir actuando unido a Él, en su Espíritu. ¿Cómo es nuestra oración? ¿Conectamos con nuestro interior, con nuestra Fuente de Vida, con el Dios Abba, Dios de la Vida? para que sintiéndonos hijos e hijas queridos lo seamos así con quienes nos rodean, y vayamos creando grupos fraternos, espacios de trabajo creativos y sostenibles, escuelas que eduquen en el respeto y el cariño, modos de acompañamiento que promuevan la libertad y el dar lo recibido…

2. HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE: VER, OÍR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Entro en la contemplación situándome, como si presente me hallase. Voy a entrar en casa de Pedro en Cafarnaúm, un pueblo importante a la orilla del mar… Entro con Jesus y Pedro… Es un acontecimiento porque Jesús empieza a ser alguien conocido y estimado… En la casa vive toda la familia de Pedro. Familia extensa con sus padres, esposa, hijos, hermanos… y a mí también me permiten pasar… Apenas hay espacio para respirar… pero sí hay un buen ambiente de novedad, de fiesta… Aprendo de la vida de una familia del tiempo… saboreo la situación…

Alguien le avisa a Pedro que su suegra se ha puesto peor y que está postrada en cama con fiebre. Noto la preocupación de Pedro… Alguien de la casa le dice a Jesús: “hay una persona que le está subiendo la fiebre y está muy mal”… Jesús pregunta: “¿Dónde está?” Les acompaño y allí, en un rincón de la casa, en una especie de camastro, yace tendida sin poder moverse. Con ella hay una persona que le cuida. Me tomo mi tiempo para asumir el dolor, la limitación humana, la postración… Pido el arte de mirar a los enfermos y captar lo que viven… lo pido de corazón…

Me coloco no lejos de la escena, allí todo está cerca… Y miro con atención. Jesús se acerca, la toma de la mano y la levanta… La mujer, sorprendentemente, se incorpora… Me tomo el tiempo para hacerme con la escena… Parece que al incorporarse se le van todos los males… La suegra de Simón se siente de nuevo con fuerza y pone esa fuerza al servicio de los de casa, comienza a servirles… Miro la escena… los de casa están que no se lo creen… y yo igual que ellos. Me tomo mi tiempo para agradecerlo, disfrutarlo…

4. JESÚS Y YO

Jesús se dirige a mí con su mirada, como queriendo decirme “es importante aprender a incorporar a la gente postrada, tirada, sin fuerzas”… Al cabo de un rato, “cuando se puso el sol”, es decir, cuando terminó el día del sábado, porque en sábado no podían apenas caminar sino unos pasos… comenzó a acercarse mucha gente a la puerta de la vivienda. Les voy viendo cómo van llegando. Se ha corrido la voz de lo que ha pasado en la sinagoga y muchos ven la oportunidad de curarse… Observo el mundo de la necesidad y del dolor… y Jesús en medio de él…

Ahora se me acerca para que le acompañe a curar… y me va llevando con Él… Vamos mirando a la cara, personalmente, uno a uno, diciendo una palabra o imponiendo las manos… Es todo lo que esperan, la bendición de Dios que los cure. Hay una fuerza que sale de Jesús, que cura… Estoy encantado de acompañarle… Me tomo mi tiempo… voy viendo la reacción de unos y otros al sentirse sanados… Jesús desea y me dice: “ojalá, también, sean como la suegra de Pedro, que al verse curados, ayuden para que otros sanen”… Le pido aprender el arte del gesto sanador, del curar con las palabras y con los hechos… Me tomo mi tiempo y disfruto del momento…

Al terminar vamos a descansar a la casa… Entramos en un rincón donde podemos dormir. A veces hay camastros, otras veces un manto en el suelo… Aprendo el arte de lo sencillo, de la acogida. En esa casa somos acogidos con lo mejor que tienen… A las 5.00 de la madrugada, Jesús se despierta. Al darme cuenta le pregunto si le puedo acompañar y sí… Salimos de la casa… me abrigo… y nos vamos a un lugar un poco alejado del pueblo, donde no vive nadie. Me dice: “voy a orar… si quieres ora tú también…”  Agradezco su invitación… Le pido aprender a orar confiadamente,  profundamente, conectándome también con quien es para Él su Fuente de Vida… Me tomo mi tiempo con Él…

5. Terminamos la oración con un COLOQUIO con Jesús

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado…, lo que parecía que iba para mí… aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos, de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Termino escribiendo lo vivido, para que ayude a fijarlo en mi vida.

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