Lc 3, 10-18
0. TEXTO (leed el texto completo)
La gente le preguntaba:
– ¿Qué debemos hacer?
Y Juan les contestaba:
– El que tiene dos vestidos dé uno al que no tiene ninguno, y el que tiene comida compártala con el que no la tiene.
Se acercaron también para ser bautizados algunos de los que cobraban impuestos para Roma (…)
– No cobréis más de lo que está ordenado.
También algunos soldados (…)
– No quitéis nada a nadie con amenazas o falsas acusaciones. Y conformaos con vuestra paga.
(…) La gente se encontraba en gran expectación y se preguntaba si tal vez Juan sería el Mesías. (…)
1. UN COMENTARIO DEL TEXTO
Juan bautista planteaba que Dios daba la última oportunidad a todos. Y ante ella como respuesta, pedía una conversión para el perdón de los pecados. Muchas personas vivían condenadas de por vida por la profesión (publicanos, prostitutas) que llevaban y por alguna enfermedad que sufrían (trastornos mentales) a vivir un desprestigio social. Esos daños se consideraban “castigo” de Dios por algo que habría hecho él o su familia (él se lo ha buscado). Pues bien, Juan bautista anuncia que en nombre de Dios podemos hacer tabla rasa, Dios da una oportunidad. Era una noticia bomba.
Al grito del profeta: “Dios da nueva oportunidad para todos” quienes se sientes “nadies” acuden a bautizarse. La marca de que tu pasado queda en el agua en que quedas sumergido, el bautismo, era una experiencia única de sentirse personas nuevas. En la lectura de hoy hablamos de las consecuencias de esa experiencia: ¿qué debemos hacer? Y a ese bautismo acuden todxs: los publicanos, los soldados, toda la gente.
Al bautizarse, la gente quería comenzar una nueva vida y le preguntaban a Juan qué hacer, cómo seguir. Y este respondía por una parte a la gente en general: “quien tiene dos vestidos dé uno al que no tiene ninguno, y el que tiene comida compártala con el que no la tiene”. A los que cobraban impuestos para Roma: «No cobréis más de lo que está ordenado». A los soldados: «No quitéis nada a nadie con amenazas o falsas acusaciones. Y conformaos con vuestra paga”. En definitiva, a cada cual le propone un nuevo modo de vida. Pero la parte religiosamente acomodada de la sociedad parece que no necesita cambiar en nada… no se acercan.
2. HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente: ver, oír, gustar…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me sitúo con Juan Bautista, mientras bautizaba, como si presente me hallase, allí en las orillas del Jordán… Me siento bien cercano a esa persona austera, auténtica, recia… que ha sentido que Dios da una oportunidad a todos y lo sella en un bautismo de conversión… Estoy a su lado cuando veo que se va congregando gente dispuesta a comenzar una nueva vida… Me siento cerca de alguien verdadero y pido vivir en verdad… Saboreo esa presencia, Juan, la gente… Me tomo mi tiempo.
Veo que van llegando por grupos… Miro a la gente sencilla de los pueblos, culpabilizada por no poder cumplir las leyes vigentes, las que les cargan a sus hombros los garantes del sistema religioso en este caso… Las observo, me lleno de compasión y escucho a Juan: “compartid el vestido y la comida con quien está peor”… Saboreo sus palabras y la alegría de la gente con una propuesta concreta y no los 645 mandatos de la ley religiosa imposible de cumplir… Gozo con deseos de vivir la oportunidad de las personas de buena fe que llegan a bautizarse…
Estoy, también, allí, cuando se acercan personas que se han aprovechado de la gente porque tenían poder, los que cobraban impuestos y los que mandaban arbitrariamente… Les escucho que quieren, también, cambiar de vida…. Esto es una revolución… Aquí está sucediendo algo muy nuevo… Qué alegría… y Juan: “no robéis, no amenacéis, no os apoderéis de lo ajeno con falsas acusaciones”… Saboreo y disfruto estas conversiones… y doy gracias de corazón… Llegan tiempos nuevos… Me tomo mi tiempo para saborear ese acontecimiento…
4. JESÚS Y YO
Juan me mira, también, a mí, entre la multitud que llega a bautizarse… “¿también tú te apuntas a cambiar de vida?”… Y yo “Sí, hemos venido en grupo dispuestos a hacerlo y he visto a otros que han venido acompañados de sus grupo de fe, sus grupos de referencia, con sus parroquias, sus cuadrillas, sus familias”… Y Juan “el grupo os va ayudar a mantener vuestra conversión, os podéis ayudar así, cuando flojeéis, que tengáis dónde buscar ayuda”… Disfruto con la buena voluntad de tantas personas…
De nuevo me sitúo, junto a Juan y su verdad, y le cuento: “Llevo una vida mediocre… Participo en esa indiferencia hacia los demás, preocupado de mis interesas, de mi posición, mi caer bien, mis ansias de placer… Descubro que mi vida necesita unos hábitos más humanos, menos individualistas… que necesita deseos de justicia misericordiosa, acompañados de hechos”… confieso mi vida ante Juan para ser bautizado…
Y al bautizarme me dice: “si tienes comida compártela con quien no la tiene, si tienes dos vestidos da uno al que no tiene ninguno”… y yo comienzo a hacer mi traducción y se la cuento: “si tengo ropa de sobra la doy a Cáritas en los contenedores, si tengo comida no la desperdicio ni la tiro, si tengo dinero, veo qué necesito para vivir y qué me sobra, si tengo vehículo no estoy pensando comprarme el de una gama superior aunque pueda… Descubro que Dios quiere darme una oportunidad a mi para convertirme de lo que me sobra… Pido vivir una vida sencilla… Me tomo mi tiempo…
5. Vamos terminando la oración con un COLOQUIO con Jesús
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos; de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … Suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Y termino escribiendo lo vivido, para que me ayude a fijarlo en mi vida.