Puestos a prueba

Mc 1, 12-15

Imagen de Jessica Ticozzelli en Pexels

0. TEXTO 

Después de esto, el Espíritu llevó a Jesús al desierto. Allí vivió durante cuarenta días entre las fieras, y fue puesto a prueba por Satanás; y los ángeles le servían.

Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:

«El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia».

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Jesús, habitado por el Espíritu, es conducido al desierto, el lugar de la prueba, de la tentación. Así como en el desierto fue tentado el pueblo de Israel y sucumbió a la tentación, así Jesús, expuesto a la tentación, es capaz de vencer “y los ángeles le servían”. Así emprende Jesús el camino de su vida, con la confianza puesta en Dios y con la tentación a la vuelta de la esquina. Camina sin mapa, sólo con brújula, que es la confianza en Dios. También para nosotros, el vivir desde los mismos sentimientos de Jesús, es nuestra brújula, es el sentido de la fe, el sensus fidelium. Y con ese sentido de la fe, nos acercamos a los acontecimientos, notamos si son o no de Dios, discernimos y decidimos. Pedimos: “que Tu santa voluntad sintamos y fielmente la cumplamos”.

Vamos a iniciar la cuaresma. Estos cuarenta días, vamos a tomarlos para aprender a decidir desde los sentimientos de Jesús, en esta sociedad y en las situaciones que vivimos. Miro algunas de estas situaciones que vivo: mi posición social, mis ahorros del banco, mi imagen, mi reconocimiento social, mis competiciones en el trabajo, en no ser menos que otros, mis comodidades y placeres en tantos aspectos de la vida, etc. Nos preguntamos con Jesús: Y ¿si aprovechamos esta cuaresma para ganar en libertad de estas cosas que nos atan? ¿a qué de todo esto estoy atado y me quiero librar?

Miro todas estas cosas a las que estoy APEGADO y elijo dos, de las cuales me quiero desapegar, por ejemplo: hablar mal de… malgastar… no hacer lo que siento que debo… tibieza… desorden… capricho… vivir en el ruido… no pararse a pensar… etc. Me propongo un plan de entrenamiento. Para ello contrasto con un “entrenador espiritual” y me hago un pequeño plan, como lo haría para conseguir forma física, y concretamente en alguna de estas tres dimensiones: el ayuno (relación con uno mismo), oración (relación con Dios), y limosna (relación con mi prójimo).

¿Y si planteásemos una cuaresma social-laical? Xavier Casanovas escribía hace un tiempo: “Creo que nos convendría mucho una versión laica de la Cuaresma. Así como la Administración promueve y celebra el carnaval o las fallas, también podría promover un tiempo en el que, como sociedad, de forma compartida y consensuada, recordemos nuestra finitud y la de nuestro planeta. Si no, el exceso de positividad, nuestras vidas aceleradas, la pulsión consumista, el compartir y celebrar solo el ruido y el exceso, pero nunca la pausa o el silencio, convertirán nuestras sociedades en rehenes de la felicidad impuesta por una fiesta sin sentido”.

2. HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE: VER, OÍR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Desde Jesús resucitado y con Él, vamos a hacer una contemplación que nos ayude a descubrir los momentos en que sintió la tentación en su vida pública.

Me sitúo en presencia de Jesús, con Él personalmente… Me tomo el tiempo para estar así, en silencio, con gusto, en paz, en el desierto… Y me sorprende con una pregunta: ¿a qué te sientes atado, especialmente atraído, apegado? A tu posición social, a la seguridad de tus ahorros, al qué dirán, a la imagen que tienes de tí, a ser reconocido… ¿Te tiene atrapada la envidia a la comodidad, a los placeres, al consumismo?… Le escucho con atención y voy descubriendo, entre ellos, aquel apego que más me hace perder la libertad, aquello ante lo que no soy libre… Me tomo mi tiempo…

Y estoy con Él, cuando me invita a recorrer y a vivir algunos de los momentos en que se sintió tentado, el tiempo que pasó en el desierto, donde se sintió sometido a prueba. Me comenta desde su experiencia: “Recuerda que tú y tu comunidad, tenéis vuestro particular desierto de soledad, de conflictos internos, de dificultad y luchas… donde parece que os quedáis sólos, sin apoyos, a oscuras y os van llegando los miedos en forma de pensamientos de este estilo: ya sabes dónde te vas a meter, si nadie te lo va a agradecer. Total para pasar inadvertido…” Me tomo mi tiempo para darme cuenta cómo actúa el Mal en mi vida…

Continúa: “En esas situaciones, busca en tu interior las experiencias que te dan confianza, tantas experiencias donde has descubierto que Dios vive… que le has sentido Vivo, aunque sea breve e intensamente. Alguna presencia de la cual no puedes dudar y que no era una cosa tuya sino algo que se te regalaba… Y más, es importante que confíes en que Dios siempre está, aunque no le notes. Recuerda, el sol está, aunque haya nubes”… Le pido a Él la capacidad de hacer memoria de mis momentos de confianza en Dios… y de afrontar mis miedos y mis conflictos desde esa confianza…me tomo mi tiempo.

4. JESÚS Y YO

Sigo escuchando a Jesús cuando me cuenta cómo vivió los conflictos con sus compañeros más cercanos. Concretamente, cuando les dice que llegarán vejaciones y rechazos por parte de las autoridades y Pedro le dice que Dios no lo quiera. “Pedro -me dice Jesús-, soñaba con el éxito, con que todo iba a ir sobre alfombra de terciopelo. El fracaso y el rechazo no entraban en sus planes. Tuve que decirle: Pedro detrás de mí. Que eres un estorbo en mi camino. Si quieres venir conmigo, sígueme”… Saboreo sus palabras y le pido que me vaya librando del apego al triunfo, al éxito, que me vaya librando del miedo a los rechazos y al sufrimiento… Me tomo mi tiempo.

Jesús me cuenta y nos cuenta a la comunidad, su final en la cruz… “lo perdí todo, los amigos de misión porque me quedé sólo, incluso uno me traicionó. Perdí mi reconocimiento social, cuando uno muere crucificado es un maldito, porque Dios no podía querer a uno que moría así. Perdí mi misión, aquello por lo que había luchado toda la vida. Perdí incluso la vida”… Hago silencio para interiorizar tanta pérdida… Después, con todo respeto, le pregunto “¿cómo no tiraste la toalla y te hundiste en esa situación?, ¿cómo llegaste hasta el final”?…  Y me dice: “la confianza en Dios, la fidelidad… Dios tiene la última palabra aunque yo no entienda” … Me doy cuenta de que esperó contra toda esperanza… y lo pido…

En presencia de Jesús, pensando que estos 40 días de la cuaresma me pueden ayudar a asumir y enfrentar las pruebas de la libertad, me animo a sugerirle a Jesús, algunas pistas que pongan en juego nuestra libertad y nuestros apegos. Le cuento: “ ¿y si iniciasemos, en algunas parroquias, un espacio de silencio, oración (parroquias abiertas para orar); un día de sueldo para necesidades socio ambientales, una acción con los sintecho y migrantes; un ayuno con otras religiones, ya que casi coinciden este año el ramadán y la cuaresma…” Me mira con cariño y me anima a ello… Le pido creatividad y fortaleza para iniciar una cuaresma vital para ganar en libertad…

5. Terminamos la oración con un COLOQUIO con Jesús

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado…, lo que parecía que iba para mí… aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos, de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Termino escribiendo lo vivido, para que ayude a fijarlo en mi vida.

keyboard_arrow_up