Jn 3, 16-18
1. SITUACIÓN explicación breve del texto
Este es el texto elegido por la Iglesia para celebrar la Trinidad.
Escena: Nicodemo, un anciano sabio, una autoridad entre los judíos, del partido de los fariseos. Hecho a pensar las cosas a modo de cumplimiento y méritos. Pero abierto a la realidad: sorprendido por la novedad y los modos de Jesús. Nicodemo podemos ser nosotros que nos aproximamos a Jesús.
A través de Jesús vamos conociendo a Dios, porque a Dios nadie le ha visto jamás, su Hijo único nos lo ha dado a conocer como Abba. Y ese Abba es entrega radical “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo”.
Y descubrimos que el Padre no sólo no busca condenar al mundo, sino desea que todo ser humano “se salve y llegue al conocimiento de la verdad”. Y esto lo hace entregándose (terminando como Hijo en cruz, como dice previamente el texto de Juan).
¿De dónde saca Jesús esa fuerza de entrega para salvar? Su vida fue un vaciarse de sus intereses y un llenarse del Espíritu Santo, y vivir en su sintonía. Así, fue naciendo de nuevo, cada día y por eso, puede proponer a Nicodemo que “nazca de nuevo” porque Él lo está viviendo permanentemente. Son la unidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO
Respiramos… profundamente… la respiración nos ayuda a salir de nuestros pensamientos (que nos atosigan) y nos centra en el presente. A lo que estamos…
Nos serenamos… Nos centramos… evitamos la dispersión.
Tomamos distancia de nuestras preocupaciones…. Ya las retomaremos después…
Conectamos con nuestro interior, con lo que nos habita, con nuestra Fuente de Vida.
Vamos haciendo silencio interior. En primer lugar, silencio no es ausencia de ruido sino ausencia de ego. Para hacer silencio lo mejor es “salir de nuestro propio amor, querer e interés…”
Nos vamos preparando para escuchar a fondo…
Pedimos vivir esta oración con confianza-disponibilidad y con dedicación…
3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Entro en el texto, que es para que lo viva, lo experimente yo hoy… lo hago uniéndome respetuosamente a la conversación que están viviendo Jesús y Nicodemo. Y me hago presente.
Veo a Nicodemo, que llega, de noche, porque tiene miedo de que le vean con Jesús… Nicodemo encuentra en Jesús algo novedoso en relación con lo que él vive (y eso que es autoridad reconocida, y pertenece al grupo de mayor prestigio intelectual de su sociedad).
Escucho a Nicodemo que pregunta: de dónde sacas ese saber y ese vivir y ese hacer… y ahí me sitúo yo atentamente.
Miro las actitudes de Jesús, qué hace para ir situando a Nicodemo en la nueva onda: tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo” Y PIDO. Conocimiento interno de Jesús, que por mí se hizo humano…Tener los mismos sentimientos de Jesús.
Saboreo, gusto ese momento de encuentro y de aprendizaje con Jesús… el Hijo no ha venido “para condenar al mundo sino para que el mundo se salve por Él”. Y veo que eso desea para mí.
SABOREAMOS EL MOMENTO… sin prisa, repasamos la escena.
4. JESÚS Y YO.
Yo que me acerco a Jesús como Nicodemo, “de noche” cuando no me ve nadie, me da una cierta vergüenza aparecer en público como cristiano…
Creo tener una síntesis personal elaborada… pero en Jesús descubro algo más que me atrae… es una relación personal que seduce (entrega sin límites), un estilo que convence (libertad interior)…
Jesús se dirige a mí, me quiere contar lo que le mueve el Abba, Padre de ternura y verdad: “tanto amó Dios al mundo…” y le escucho, noto que conecto con lo que dice… y se lo agradezco y lo disfruto… me siento bien en su compañía.
También soy una persona que busca, que me encantaría vivir en sintonía con su Espíritu… le pido configurarme con Él, con su modo de comunicar con las personas… de salir en defensa de los que no cuentan y me doy cuenta de que eso mismo desea para mí. Y lo agradezco…
Y me anima a sumarme con Él al carro de los que se entregan con su mismo agape (amor hasta el extremo) que puede acabar en cruz… y me siento unido a Él, acogido, responsabilizado, impulsado a asumir riesgos … sintiendo su fuerza… y le agradezco de corazón.
5. COLOQUIO. Resumen de lo vivido en la oración: un texto, una palabra, una imagen… lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, le pido, le doy gracias…