Pan partido para la vida del mundo

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Lc 9, 11-17

Imagen de Timur Weber (Pexels)

 

0. TEXTO (leer los versículos enteros)

La multitud se dio cuenta y lo siguió. Él los recibió, les habló del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser curados.

Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron:

– «Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto».

Él les respondió:

– «Denles de comer ustedes mismos».

Pero ellos dijeron:

– «No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente».

Porque eran alrededor de cinco mil hombres. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos:

– «Háganlos sentar en grupos de cincuenta».

Y ellos hicieron sentar a todos. Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirvieran a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas.

1. SITUACIÓN (explicación breve del texto)

Curiosamente este texto no es propiamente el texto de la institución de la eucaristía en la última cena y, sin embargo, está colocado como texto del Corpus Cristi. Lo cual quiere decir que lo que sucedió aquel día de los panes, en aquel campo, tiene relación directa con la última cena, con la eucaristía. ¿Cuál es su significado? Para comenzar, la multiplicación de los panes es el único milagro que se narra en los cuatro evangelios.

En el evangelio de Lucas, en los textos anteriores al que hoy contemplamos, se preguntan constantemente quién es Jesús. Por ejemplo, quién es para Herodes, quién para la gente, etc… Ahora, con este texto, responden así: “Aquel que alimenta la vida del Pueblo”. Del mismo modo que Moisés dio de comer a su pueblo en el desierto (el maná, las codornices), del mismo modo que los profetas Elías y Eliseo multiplicaron la harina y el aceite, Jesús se presenta como el alimento pleno del Pueblo.

¿Cómo alimentar la vida del pueblo? La respuesta la descubren en el signo de los panes: Jesús no es quien reparte el pan, sino que Jesús es pan que se reparte: “Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros, esta es mi sangre que se derrama por vosotros”. No reparte el pan, Él es el pan que se reparte. No da tanto lo que tiene, sino que da lo que es: “Yo doy a comer mi Cuerpo y a beber mi sangre”. Pan partido por la vida del mundo y sangre derramada para hacer posible la vida. Y nosotros en el signo de comulgar nos hacemos uno con Él para convertirnos en personas que se reparten. Pasamos de poner el acento, en el día del Corpus, en la presencia verdadera de Cristo en la eucaristía, a ponerla en hacerme uno con Él, en convertirme en lo que recibo para hacer lo mismo que hace Él.

2. HACEMOS SILENCIO (Ahora comenzamos propiamente la oración)

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE (revivo la escena): VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me hago presente en la escena con Jesús… Recuerdo que, en todo este tiempo que va recorriendo Galilea llevando adelante la misión, ha curado a la hija de Jairo, a la mujer de los flujos, ha enviado a los doce a predicar… y todo ello sabiendo que Herodes le está buscando y que ya antes había matado a Juan… En este ambiente es en el que me sitúo con Jesús, que quiere retirarse para tomar un poco de distancia, asimilar lo vivido, hacer silencio en su corazón y ver para qué le quiere Dios en esta situación… Le acompaño y gozo con su compañía y la de los suyos…

La multitud, que está entusiasmada, no quiere dejar de estar con Él, pues atiende sus necesidades fundamentales… Yo estoy presente cuando esto sucede: ”Les acogió”… Miro sus caras: les ha hecho sentirse alguien… “Devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser curados”… Me dicen que notan de nuevo la cercanía de Dios… “Les habló del Reino de Dios”… Es decir, dio sentido a sus vidas, un para qué vivir… Observo rostros de alegría… Cómo me siento…

Ya anochece… Cuando se está a gusto pasa el tiempo sin enterarse… Escucho a los discípulos decirle a Jesús: “Despide a la gente que vayan a sus casas que cae la noche”… Jesús les contesta: “Dadles vosotros de cenar”… ¿Les despedimos o nos implicamos? Miro a los Doce que comentan: “Sólo tenemos cinco panes y dos peces”… Jesús les dice: «Vamos a poner nosotros todo. Se trata de poner todo lo que tenemos… Es de noche pero nadie tiene ganas de marcharse… Aquí está sucediendo algo inaudito. Aprovechemos para saborear el momento… sin prisa… Deseo vivirlo con intensidad…

4. JESÚS Y YO. ME  SITÚO EN EL HOY.  EN ESTA PANDEMIA

Escucho a Jesús dirigirse a los Doce: “Hacedles sentar por grupos de cincuenta”. Entonces animan a la gente a que tomen asiento y se organicen en grupos y yo con ellos… Vemos que se trata de pasar de ser masa a ser personas organizadas en grupos… Aprendo el arte de la organización para mejor repartir y que llegue para todos, que todos aporten y se responsabilicen.. Todos responden, confían… Da gusto… Disfruto de este momento único…

Vuelvo donde Jesús que toma a los Doce junto a sí, también a mí, nos enseña a bendecir… y a repartir lo nuestro: “Mi poco pan y mi poco pescado”… Los voy entregando con los Doce para que llegue para todos… Vamos grupo por grupo… Parece imposible, pero en todos están comiendo… Noto el ambiente tan formidable que se está creando y me tomo mi tiempo para observar y disfrutar de la relación, de la alegría, de la comida compartida… ¿Cómo me siento?

Jesús nos reúne y nos explica lo que está sucediendo: “Se trata de alimentar a este pueblo con el pan y el pescado… Pero sobre todo se trata de ser alimento uno mismo. Con la palabra, la sanación, la organización y sobre todo, la entrega incondicional”… Seguimos escuchando: “No somos los que repartimos el pan, sino que somos el pan que se reparte. No se trata tanto de dar lo que tenemos, sino de dar lo que somos. Pan partido para la vida del mundo y sangre derramada para hacer posible la vida”… Escucho sin perder palabra a fin de acordarme en mi día a día…

5. COLOQUIO.

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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