Lc 11, 1-13
0. TEXTO (leer los versículos enteros)
Un día Jesús estaba orando en cierto lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
– «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos».
Él les dijo entonces:
– «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino. Danos cada día nuestro pan cotidiano. Perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden y no nos dejes caer en la tentación».
(…) Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡Cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!».
1. SITUACIÓN
Nos preguntamos muchas veces para qué orar, cómo orar. Los discípulos también se lo preguntan a Jesús, porque intuyen que de la oración surge en Él esa fuerza que le sostiene y ese actuar que atrae y entusiasma.
Es posible que el padrenuestro se compusiera por partes y no de una sola vez. Pero en un caso o en otro, es la oración de Jesús. Destaco dos características: por una parte es una oración en plural “Padre nuestro”, no es mi oración, mi dios particular, es el de todos; por otra es una oración que me saca de mis intereses y me sitúa en el deseo de Jesús, de Dios.
Sus contenidos son siete peticiones: Abba, el nombre con el que Jesús se dirigía a Dios; Santificado sea tu nombre, permaneciendo fiel a ese misterio de Amor; Venga tu Reino, algo así como la fraternidad universal en estructuras de igualdad y con un corazones llenos de la entrañable ternura de nuestro Dios; Hágase Tu voluntad, una oración que busca la voluntad de Dios, no nuestros intereses, porque cree que la voluntad de Dios es amar a la humanidad hasta el extremo y eso supera con mucho mis capacidad de amar a los demás. Por eso buscamos Su voluntad, no la nuestra.
La segunda parte tiene que ver con el pan, el Pan del futuro dánoslo hoy y que el pan llegue para todos. El perdón que nos lleva a perdonar a los demás como somos perdonados. No nos dejes caer en tentación, puesto que vamos a estar continuamente tentados como Él que no sucumbamos a la tentación.
“Pedid y se os dará… vuestro Padre concederá el Espíritu santo a los que se lo piden”. Eso es el regalo de Dios, no tanto que nos toque la lotería o que no caigamos enfermos o que no perdamos el trabajo… sino que nos conceda vivir todas esas situaciones de contrariedad o de alegría con Espíritu.
2. HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me sitúo con Jesús y sus discípulos, los Doce y muchos más, en el camino hacia Jerusalén. Allí donde ha enviado a los 72, en la frontera con Samaría, en Betania, donde ha enseñado a María la Escritura, ha planteado la novedad del prójimo… Ahora los discípulos se le acercan para pedirle: “Enseñanos a orar”… “¿De dónde sacas la fuerza de tu actividad y de tu modo de ser?”… Yo le quiero preguntar: Cuéntanos qué te mueve por dentro, con quién te comunicas, cómo te conectas, cómo tomas decisiones desde ese Misterio que llamamos Dios… Saboreo largamente este momento…
Pongo mi atención en Jesús: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre”. Me fijo en cómo Jesús pronuncia su nombre, Abbá… con qué respeto y veneración… Abbá … Me maravillo de la total confianza de Jesús en el Misterio que le habita, le sostiene y le une con todo el universo a modo de fraternidad, de cuidado fraternal… Saboreo del Misterio que a todos nos habita… también a mí: “Mi Padre y vuestro Padre”. Disfruto de ese momento tan gratificante… Me tomo mi tiempo.
Sigo escuchándole: “Que venga tu Reino”… Continua: “Que llegue esa fraternidad universal a la que conduce la confianza absoluta en ese Abba, un corazón que se une con todo y con todos… no sólo en el amor… sino en el perdón, cuando nos hacen daño, nos quitan los bienes, o la fama”… Me doy cuenta de que es una fraternidad que busca reconciliar lo roto de este mundo por medio del don sin medida: El perdón… Saboreo el realismo de su fraternidad y su fuerza… ¿Cómo me hace sentir?…
4. JESÚS Y YO. ME SITÚO EN EL HOY.
Permanezco sentado en ese lugar, que se convierte en maravilloso por lo que allí estamos viviendo… Estamos disfrutando de un momento único… Sigo escuchando a Jesús que nos dice y me dice: “Danos cada día nuestro pan cotidiano”… continúa: “El pan para mañana, el definitivo, dánoslo hoy”… Me voy imaginando lo que será el cielo y que de eso se trata, de que sea ya en la tierra para todos… Doy gracias por esa comprensión del Abbá tan unido a todo, tan presente… uniendo cielo y tierra …
Sigo escuchándole sin perder detalle: “Perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden”… Recuerdo la dificultad de perdonar tantas situaciones que nos parecen imperdonables; guerras, matanzas, torturas… La capacidad de Jesús de perdonar desde la cruz… Le doy gracias porque lo predicado es lo vivido… Me tomo mi tiempo…
Así concluye: “No nos dejes caer en la tentación»… Sigo escuchando a Jesús: “Continuamente estamos tentados de tirar la toalla, de hacer otra cosa diferente de la que sentimos que nos haría hermanxs… tentados de buscar nuestros intereses y no los de todos”… Le pido que no caiga en tentación… que no caigamos en tentación… ¿Cómo me siento? …
5. COLOQUIO
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…
Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.