Nuestra propuesta

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Mt 20, 20-28

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0. TEXTO (leer la parábola entera).

La madre de los hijos de Zebedeo se acercó con ellos a Jesús y se arrodilló para pedirle un favor:

«Manda que estos dos hijos míos se sienten en tu reino uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» «El sentaros a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí darlo. Será para quienes mi Padre lo ha preparado.»

Cuando los otros diez discípulos oyeron todo esto, se enojaron con los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo:

«Sabéis que, entre los paganos, los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos y los grandes descargan sobre ellos el peso de su autoridad. Pero entre vosotros no debe ser así. Al contrario, el que entre vosotros quiera ser grande, que sirva a los demás; y el que entre vosotros quiera ser el primero, que sea vuestro esclavo.»

1. SITUACIÓN, explicación breve del texto.

La madre de los Zebedeos, posiblemente no sabía lo que pedía: ser crucificados a derecha e izquierda. Pero no, lo que pedían era medrar, hacer carrera en la Iglesia. Es algo que también se da en la Iglesia actual, pero como socialmente es lo normal, lo que se lleva: subir, dar privilegios a amigos, familia… en la Iglesia se puede repetir lo que sucede en la sociedad. Eso les pasó a los dos y a los doce.

Ante esto la propuesta de Jesús es que las energías que uno gaste en trabajar su grandeza las emplee en servir a los demás. Salir de uno mismo, de sus intereses… esto, además de por la gracia, se consigue con algunas prácticas, como las que requiere toda formación. Dichas prácticas deben ser contrastadas y evaluadas por el responsable de la comunidad en la que se hacen… así como uno mismo ha de ver si ese servicio le ha ayudado para ser reconocido como “el servidor” o para ganar en disponibilidad y gratuidad.

El primero es el que destaca y, por tanto, sale en los medios, del que se habla, al que se le hacen las entrevistas, el que está en el candelero. Pues bien, el que desee eso que haga prácticas de ser como vuestro esclavo: de no pintar nada, de hacer caso a quien lo necesita, de estar en los puestos de servicio, de renunciar a la primera fila, de vivir alguna humillación, etc.

2. Ahora comenzamos propiamente la oración. HACEMOS SILENCIO.

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. YO ME HAGO PRESENTE (revivo LA ESCENA). VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en la escena, cerca de Cafarnaúm, como si presente me hallase. Me doy cuenta de que la madre de los Zebedeo se acerca con sus hijos donde Jesús… Me acerco también yo. No sin cierta sorpresa, escucho que le pide a Jesús un puesto de honor para sus dos hijos… Observo las ambiciones que no se quedan en el interior de las personas sino que se expresan como deseo de puestos de honor… ¿Cómo me siento? Me tomo mi tiempo.

Cuando llegan al grupo las caras de los otros diez lo dicen todo: “O sea que jugando por la espalda… las cosas se hacen entre todos… vaya cara”… Veo que lejos de bajar el volumen de voz la cosa sigue caldeada… Hasta que hay un momento en que Jesús les reúne… Es que estaban diez contra dos… Se sientan en grupo, se serenan… Y yo allí ¿Qué sentimientos me surgen? Sereno, nervioso, sin saber qué hacer… Tomo conciencia de que esto pasó en la primera iglesia y sucede en la Iglesia de hoy… Me tomo mi tiempo… ¿Cómo me deja?…

Miro a Jesús que toma la palabra: “Mirad, lo común es que los jefes gobiernen con tiranía a sus súbditos y los grandes descarguen sobre ellos el peso de su autoridad. No nos podemos dejar contagiar por ese ambiente… Gastemos nuestras mejores energías en ser serviciales, en mirar no para arriba sino para abajo, quién está peor, quién necesita ser escuchado… quién necesita ser visitado, levantado”… Le escucho con suma atención a Jesús y deseo hacer mío su mensaje… Me tomo mi tiempo para ello…

4. JESÚS Y YO. 

Y con Jesús en ese ambiente de recuperar de nuevo las relaciones, me identifico con los doce que empiezan a sentir un poco de vergüenza de haber deseado ser los primeros y las consecuencias que lleva eso en la comunidad: envidias, división y luchas de unos contra otros… Noto que, con las palabras y la actitud de Jesús, recuperan de nuevo la aceptación de unos hacia otros. “Entre nosotros no va a ser así”, no seremos un grupo de trepadores, sino de servidores… ¿Cómo me deja?…

Luego Jesús se dirige a mí: “Mientras vas practicando la servicialidad, te vas acostumbrando a hacer un camino hacia abajo, a ir asumiendo las situaciones de los empobrecidos… sin preocuparte de pensar en ti, de subir, de ser alguien importante, de brillar”… Me doy cuenta de que puedo convertir estas prácticas en un hábito de vida, lo cual puede permitir que toda persona recupere su espacio en la comunidad… ¿Cómo me siento?… ¿Qué quiero pedir?… Me tomo mi tiempo.

Jesús fija de nuevo en mí su mirada y me anima a una formación con prácticas en la escuela de “el que quiera ser el mayor, que sea el esclavo de todos”. Para eso hay que ejercitarse en el servicio, como por ejemplo: fregar cuando no lo hacen los otros, estar atento a quien está peor en el grupo, pasar una noche con un enfermo, no estar tanto con el que me cae mejor, no buscar estar en candelero para que se me note, saber callar para que nos expresemos todos o hablar para defender al que no tiene voz… Y eso gratuitamente… Me tomo mi tiempo para desearlo y asimilarlo.

5. Y vamos terminando la oración con un COLOQUIO con Jesús.

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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